Si eres de los que se pasa horas viendo series y películas en páginas de Internet sin pagar un peso, podría ser que estos sean los últimos meses que puedas hacerlo, ya que en la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) este tema podría ser discutido en la mesa de Propiedad Intelectual, advirtió Mauricio Jalife, socio del despacho Jalife Caballero. “En el tema de derechos de autor esta la pretensión de regular las acciones directas para que los proveedores de Internet puedan suspender el servicio a los sitios que comercien ilegalmente con música o películas. Esto afecta, porque la intención no es que sea resultado de un juicio, sino que sea una acción preliminar”, dijo Jalife al ser cuestionado sobre cómo los ciudadanos pueden verse afectados por lo que se negocie en el ámbito de Propiedad Intelectual.

Indicó que esta propuesta es perseguida por Estados Unidos desde el Acuerdo Transpacífico (TPP), cuando se buscaba endurecer las medidas para combatir las descargas ilegales de música, cine y televisión. En este sentido, el director del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce), Fernando Ruiz, reconoció que la intención de Estados Unidos es conocida desde hace tiempo, pero dijo desconocer si Washington ya tiene esta propuesta dentro del TLCAN. “No es de ahora. Estados Unidos siempre ha tenido una gran preocupación por el tema de música, cine y televisión, en donde han venido buscando la manera de defenderse contra la piratería”, dijo. Los casos prácticos avalan esta tendencia de Estados Unidos. El más reciente fue este mismo mes, cuando se cerró la página www.youtube-mp3.org, con la que podían convertirse pistas de audio de videos de YouTube a formato mp3, luego de que las gigantes de una industria discográfica interpusieron demandas en contra de este servicio. También está el caso de Megaupload, que fue cerrada en 2012 por el FBI por fungir como un servicio para descargar películas y series de manera gratuita y Grooveshark, una página similar a Spotify, pero que no pagaba derechos a los autores. --

Economista