Vínculo copiado
“Ejecutan a cuatro, a cinco, a 10. Sufren levantón. Operativo Jalisco desata la violencia del crimen. Activan Código Rojo. Le meten tres balas en el pecho. Guerra contra el narco. Descubren más narcofosas. Brutal ataque del narco. Lanzan granadas. Tirotean helicóptero. Incendian Jalisco. Detienen a policías corruptos. Más desaparecidos.”
21:54 lunes 11 junio, 2018
Colaboradores“Ejecutan a cuatro, a cinco, a 10. Sufren levantón. Operativo Jalisco desata la violencia del crimen. Activan Código Rojo. Le meten tres balas en el pecho. Guerra contra el narco. Descubren más narcofosas. Brutal ataque del narco. Lanzan granadas. Tirotean helicóptero. Incendian Jalisco. Detienen a policías corruptos. Más desaparecidos.” Estas son solo algunas de las cabezas que salen en los medios de comunicación. El lenguaje de la violencia se multiplica en los medios de comunicación mexicanos, empresas que desempeñan un importante rol en la manera en que la sociedad percibe e interpreta eso que denominamos "realidad", al ofrecer sus interpretaciones subjetivas de ésta, inevitablemente filtradas por elementos como su ideología o sus intereses económicos. Y por lo mismo lo hacen de muy distintas maneras, en ocasiones banalizando los hechos violentos y en otras tratando de contextualizarlos para no caer en maniqueísmos y simplificaciones, La desigualdad de acceso y participación en el sistema de medios de comunicación que tienen los ciudadanos –la gran mayoría de los mexicanos sólo consume noticieros televisivos– es un lastre a la hora de pretender generar una democracia más sana y propicia una violencia estructural. Debe ser un periodismo que explica las causas, que intenta entender la actuación de todos, que no fomenta el odio, que no se deja llevar por el sensacionalismo y el info entretenimiento. No al sensacionalismo, sí a pensar. Evitar la normalización de la violencia, no sobreexponerla ni utilizarla para burlarse o mofarse de las víctimas; ofrecer al televidente y al radioescucha un contexto amplio, contar las historias humanas detrás de un tiroteo; ir a la raíz de los problemas en lugar de presentarlos como una lucha entre buenos y malos, ganadores y vencedores. Hay que humanizar a las partes en conflicto, hay que ver quiénes están envueltos en él, orientar [al lector] hacia la verdad múltiple, porque no hay una sola verdad, y así encontrar discursos y recursos no violentos para, a través de la paz y la creatividad, resarcir el tejido social. Menciono esto porque la semana pasada tuvimos un caso donde una señora, grabó el asalto a un ex militar en Tepito, donde el ex militar, se defendió del asalto y les quitó la vida a sus agresores; aquí lo alarmante es como se ha perdido el asombro y se ha normalizado la violencia en nuestros tiempos, que cualquier persona puede grabar este tipo de situaciones. Para detener este tipo de conductas, los medios de comunicación tienen la posibilidad de fijar en buena medida lo que consideramos ‘normal'. Tenemos, por lo tanto, dentro de los medios, una responsabilidad importante para que no lleguemos a normalizar ciertos niveles de violencia. Sentimos diferente a través de los contenidos que recibimos; si esos contenidos cambian, nosotros también cambiamos en parte nuestra forma de ver el mundo… Podemos matizar esta relación que tenemos con la guerra y con la paz