Una visita a la tienda de la esquina ya no es igual. Los productos han cambiado con los años y muchos han entrado al terrenos sin regreso de la comida chatarra. Entre la mala fama del azúcar y los productos procesados y las costumbres actuales de los niños –adictos a lo digital–, es normal que empresas como Bimbo hayan decidido cambiar o modernizar la imagen de muchos de sus productos.

“¡Recuérdame!” es uno de los slogan más inolvidables, y de igual forma el ganso impreso en la envoltura del pastelito relleno de mermelada de fresa y crema, con cubierta de chocolate. Actualmente el ganso no es tan tierno y parece más un sobrino cool del pato Donald –a veces aparece la imagen de un gansito real– que un tierno animal implorando que lo recuerden. Quizás el cambio más radical de Bimbo es el del desaparecido “Negrito”, bueno, sigue existiendo, pero con el nombre de Nito.

En 2013 la empresa lanzó una convocatoria en línea para pedir a los consumidores del panecito sugerencias sobre el nuevo nombre que debería tener. Las opciones finales fueron Afro, Funky, Choco y Rulos. Ninguno le ganó la partida a Nito. La justificación de la empresa fue que los nombres cortos eran más efectivos que los largos en el mercado actual y por eso le decían adiós a Negrito, pero conservaban “Gansito” de 7 letras, “Pingüinos” de 9 letras o “Chocorroles con 11 letras (todos productos de la línea de Marinela).

La victoria de Nito tendría más lógica si la panificadora aceptara que vivimos en una época en que llamarle Negrito a un producto donde el chocolate es el ingrediente principal y su imagen es un adolescente de origen afroamericano, es políticamente incorrecto. La contienda fue fácil: Afro, hace referencia a África; Funky proviene de funk, un estilo de música originado por las comunidades afroamericanas en Estados Unidos en los años 60; Choco es chocolate y, por consecuencia, es algo negro; y Rulos es muy flojo, además el niño de la envoltura tiene un afro, no rulos. Nito es una palabra inventada, no se puede vincular con ningún concepto preestablecido, ni con prejuicios.

El Negrito se creó en 1957, en una época en donde los términos racistas no eran considerados racistas. Ahora Grupo Bimbo se ha visto obligado a cambiar el nombre y – ya era hora– la imagen del postre, porque en el pasado un niño de raza negra con lanza y un hueso en la cabeza iba más allá que un simple estereotipo. En su lugar, un adolescente de tez blanca, pantalón de mezclilla, camisa y en patineta, –y con afro– ocupa su lugar.

El pastelillo es una media noche (pan para hot dog) rellena de chocolate con cubierta de glaseado sabor chocolate. Según estudio hecho en por El Poder del Consumidor, el Nito –aunque ya no sea racista– no debería de formar parte de la dieta de los niños de ninguna manera, pues además de contener mucha azúcar y grasa, tiene colorantes relacionados con el deficit de atención y endulzantes considerados cancerígenos. Quizás por eso, actualmente en su envoltura se especifica que utilizan “Dulceo”, un endulzante conformado por hojas de stevia y azúcar de caña.

Que difícil debe ser una empresa dedicada a producir pan –dulce– en la época en que el gluten y el azúcar son más malos que Voldemort.