Vínculo copiado
“Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, es una frase que hemos escuchado incontables veces y me preocupa de sobremanera que en estos tiempos pre-electorales, quienes diseñan las estrategias mercadológicas y políticas, piensan que ese dicho, aún es vigente. Hace unos días, en la cuenta de Twitter del conductor Joaquín López Dóriga, se publicó una foto en la que aparecía Juana Cuevas, esposa de un precandidato diciendo que estaba comprando los ingredientes para la cena de Año Nuevo… si, yo tampoco entendí ese tuit.
20:50 jueves 4 enero, 2018
VIRALES“Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, es una frase que hemos escuchado incontables veces y me preocupa de sobremanera que en estos tiempos pre-electorales, quienes diseñan las estrategias mercadológicas y políticas, piensan que ese dicho, aún es vigente. Hace unos días, en la cuenta de Twitter del conductor Joaquín López Dóriga, se publicó una foto en la que aparecía Juana Cuevas, esposa de un precandidato diciendo que estaba comprando los ingredientes para la cena de Año Nuevo… si, yo tampoco entendí ese tuit. ¿En qué es relevante esa “información”? empecé, en este afán de seguir buscando explicaciones, a poner más atención a las actividades reportadas por los medios de comunicación de Juana Cuevas y me topé con la opinión de Ricardo Alemán llamada “Juana, el milagro” (publicada en diario Milenio, el 31 de diciembre) en donde, asegura que (y cito) “Juana no solo es noticia, sino que ya se convirtió en factor de diferencia y motor de cambio entre los tres aspirantes presidenciales” y en unas líneas más adelante dice que “Juana no sólo es el complemento ciudadano del candidato, sino que es el ejemplo perfecto de la equidad de género, condición que manda un poderoso mensaje de estabilidad familiar”. Lo más grave lo dejó para cerrar el comentario, el autor de la columna se atrevió a cuestionar donde estaban las esposas de los otros candidatos y hasta les nombra como “esposas sometidas”. Sin duda, en la política, a las mujeres nos toca la peor parte. Malo si sí, bajo un riesgo constante y latente de vivir violencia política y si no, estas construcciones patriarcales, ponen en los hombros de las compañeras de los hombres políticos, el peso de cumplir con ciertos estereotipos o conductas que abonen al capital político de sus parejas. Hace ya unos meses, Beatriz Gutiérrez Mueller, esposa de otro precandidato, fue nota al grabar un tema musical en apoyo a su pareja en este camino y si, también en esa ocasión, los comentarios la señalaban como una mujer académicamente preparada y de “grandes virtudes”. El problema se agrava cuando al celebrar la conducta de las mujeres que son esposas o parejas de los candidatos hombres, inmediatamente se utiliza contra otras mujeres, y en esta ocasión me referiré específicamente a la esposa del presidente, Angélica Rivera, ya que parece ser que la meta de quienes hacen las estrategias políticas actualmente, es marcar la diferencia entre Angélica Rivera y las demás esposas de políticos. Una vez más, este sistema patriarcal nos enfrenta entre nosotras y cruelmente, se siente en la libertad de clasificarnos entre “buenas y malas” y eso, es un reflejo de los más comunes de la cultura machista. Durante años, grupos de mujeres han impulsado la participación política de las mujeres, han trabajado por hacer una realidad tangible la igualdad sustantiva y pareciera ser que, desafortunadamente, aún nos falta mucho. En el tema de participación política de las mujeres, el panorama no es el más alentador, de inicio los partidos “grandes” y sus alianzas, no han presentado como precandidata a ninguna mujer y si hablamos de independientes, destacan sólo dos: Margarita Zavala Gómez y María de Jesús (MaryChuy) Patricio Martínez. Esto es una GRAN decepción, este debería ser el tiempo de las candidaturas de las mujeres, de estar al frente, de dejar de ser “primeras damas” para convertirnos en protagonistas de la historia. Y lo más terrible de este tema, es que aún en muchas dirigencias de los partidos se sigue con la cantaleta de que “no hay perfiles preparados” entre las mujeres…si, claro, como si los hombres que han perfilado en los últimos años como candidatos han sido todo un puñado de virtudes. Basta con asomarnos un día al Congreso del Estado para ver que tipo de personajes han sido respaldados por estas prácticas machistas. En este 2018 deseo ver a las mujeres en las boletas electorales, deseo verlas llegar a los cargos por los que han trabajado tanto tiempo y deseo que cada vez más se acabe esa invisibilización de la inteligencia, el trabajo y el oficio político de las mujeres. Ya veremos que nos preparan estas elecciones en materia de igualdad sustantiva.