Desde el cierre de la semana hasta ayer fueron “días D” para la administración capitalina. Enrique Galindo y su equipo político, de seguridad y administrativo (la Secretaria General, la Secretaria de Seguridad y las direcciones de Comercio, Limpieza y Servicios Municipales), encabezaron el ordenamiento total al desorden total que se vivía en el pasaje central que atraviesa la zona comercial del Centro Histórico y de las más importantes y vitales de nuestra ciudad: la famosa Calle Hidalgo. A principios de los años 90´s, cuando el entonces alcalde Mario Leal y el Gobierno del Estado llevaron a cabo la misma titánica labor, esta no duró mucho. Algunos alcaldes siguientes se vieron rebasados o se convirtieron en cómplices-tolerantes al desorden que provoca el ambulantaje. Cientos y cientos de puestos callejeros fueron haciendo, con sus estructuras y vendimias, más y más grande la calle Hidalgo. Ampliando los espacios y abusando de la permisibilidad que la misma autoridad dejó en el olvido. Olvidando, por lo tanto, a los miles de comerciantes establecidos cuyos cumplimientos legales y administrativos de nada valieron para que se les respetara y, por lo tanto, las agrupaciones de comerciantes informales fueron creciendo en su poder político y social poniendo de rodillas al Municipio. “Durante años se perdió la autoridad y el orden” sentenció Galindo. Y desde el jueves en la noche, viernes, sábado y ayer domingo encabezó la limpia total de la Calle Hidalgo. Las reacciones bélicas de los afectados no se hicieron esperar y el manejo político y de respuesta fueron tejidos con hilo de seda. El que Galindo todavía ayer volviera a hacer el recorrido por la calle Hidalgo para cerciorarse de sus instrucciones dadas, fue una estrategia de presencia y de revirar en la apuesta que jugó desde el jueves. Toca ahora a los titulares de las secretarias y direcciones en los que confió esta labor mantenerse firmes en la orden y en el orden ya dictado por su jefe. Si la anterior administración repartió licencias como globos en feria, también que se repartan las culpas y sanciones. No debe limitarse el trabajo ni la actividad económica tampoco. Pero si se debía meter orden al Centro Histórico que se meta y ahí se quede. Hasta mañana…