Vínculo copiado
La tarde noche del pasado jueves en el Congreso del Estado se presentó de nuevo un bochornoso espectáculo. Al presentarse el frustrado segundo informe de actividades legislativas, un palurdo diputado se burló de los asistentes a la sesión y desde el pleno, agredió a la sociedad al colocar como víctima al presunto corrupto de Manuel Barrera Guillén.
15:57 lunes 18 septiembre, 2017
ColaboradoresLa tarde noche del pasado jueves en el Congreso del Estado se presentó de nuevo un bochornoso espectáculo. Al presentarse el frustrado segundo informe de actividades legislativas, un palurdo diputado se burló de los asistentes a la sesión y desde el pleno, agredió a la sociedad al colocar como víctima al presunto corrupto de Manuel Barrera Guillén. Con risa sardónica, José Luis Romero Calzada mostró a los asistentes a la sesión un folder donde escribió #Todos Somos Barrera y una carita feliz. Hay quienes en el legislativo porque tienen cierto poder y mucho dinero, creen que cometer estupideces es cristalizar geniales ideal, confunden las estupideces con ocurrencias ingeniosas. José Luis Romero Calzada es de esa clase de políticos que encima de un ladrillo de barro se siente como su estuvieran sobre la Muralla China, creen que por ser diputado, por ser empresario y por ser del PRI, puede mofarse de todo y de todos. Y no solo eso, polítiquillos (como lo adjetivo el sector empresarial) como José Luis Romero Calzada creen que por tener dinero ya le autoriza a enjuiciar a los presuntos delincuentes y por eso, dice que Manuel Barrera es inocente y que por eso él y Todos Somos Barrera. Esa si que es una payasada. La catastrófica sesión en la que con un simple video se dio el informe legislativo, no despierta ilusión alguna de que las cosas podrán cambiar porque los diputados habrían tomado lección de lo que ocurre cuando se provoca a los ciudadanos: se ha iniciado el último año de ejercicio legal de la legislatura y lo previsible es que habrá más escándalos. No se le puede pedir a un diputado que deje de ser lo que es; son por naturaleza, nefastos. A Romero Calzada y banda que lo acompaña en el Congreso (salvo alguna honrosa excepción) los mueve una cierta frivolidad del todo irreflexiva, de modo que no es posible explicar con razonamientos lógicos cómo es que le hicieron para llegar a ser diputados. Pasado ya el ridículo del segundo informe de actividades legislativas del multirepudiado Manuel Barrera, bien puede decirse que la mala fama del legislativo continúa intacta, no ha habido en dos años algo que merezca un agradecimiento de la ciudadanía. Los diputados, empezando por Romero y Barrera, muy lejos del aplauso y tan cerca del oprobio cotidiano. Solo basta ese ejemplo, el más reciente, el del jueves, cuando José Luis Romero se comportó como confirmando ser una avería de la política, un grandísimo error del PRI y una equivocación imperdonable de los ciudadanos que por vaga razón le dieron su voto. Es lastimoso pero al mismo tiempo es una realidad intolerable, los legisladores han ido más allá de lo permisible en un régimen democrático que obliga a sus servidores públicos a actuar con respeto y legalidad. El enfangado Congreso del Estado se ha ganado el rechazo de la sociedad porque han sido ejemplo de lo que no se debería hacer en un cargo de representación pública, pero también han recibido el repudio de la gente porque han sido incapaces de botar de su curul a Manuel Barrera. Y también han sido incapaces de poner un alto firme a los excesos de José Luis Romero que junto con Sergio Desfassiux que ven a Manuel Barrera como un indefenso vilipendiado y atacado injustamente. La mayoría de diputados ha fallado gravemente en su obligación de defender a la institución de la estulticia y el desdoro. Mientras Romero se burlaba de la gente en el pleno el pasado jueves, muchos diputados se divertían jugando en sus costosos celulares. Pareciera que la legislatura ya tocó fondo, pero no es así, son tan dados a la afrenta que ya están esperando con los brazos abiertos Oscar Bautista y José Guadalupe Torres Sánchez. Es definitivo, en el Congreso no conocen la vergüenza.