MILÁN. La madrugada de ayer, alrededor de la 1:30, hora local, la nave Sea-Watch 3 atracó en el puerto de Lampedusa, lo que ocasionó la inmediata detención de la comandante alemana Carola Rackete, acusada de “violencia y resistencia contra un buque de guerra”. Después de 48 horas de estar a una milla de la isla y con aún 40 inmigrantes a bordo, Rackete lanzó un mensaje: “He decidido sola entrar al puerto”. Minutos después, la Guardia de Finanza subió a la nave y confirmó las amenazas de los días anteriores. Además, la nave con bandera holandesa también quedó secuestrada por las autoridades italianas. La detención de Rackete ocasionó que autoridades de otros países europeos se pronunciaran aunque, durante el tiempo que estuvo navegando, muchos hicieron caso omiso. Las críticas de Francia, Alemania y Luxemburgo no se hicieron esperar argumentando que el cierre del puerto en Lampedusa violaba los derechos del mar. El ministro del Interior, Matteo Salvino, quien desde temprano acusó a la joven alemana de tener comportamientos criminales, ante las críticas internacionales aseguró que “Italia no tomaba lecciones de ninguno”. En la isla siciliana de Lampedusa, donde en las últimas elecciones ganó la Liga del Norte, partido de Salvini, hubo de todo. Desde gente que se acercó rápidamente para auxiliar a los inmigrantes que estaban en la nave desde hace 15 días, mostrando su solidaridad a ellos y a las tripulantes, así como gente que les lanzó insultos. Ojalá que los negros que estás ayudando te violen”, le gritaron también a Rackete, quien enfrentará a la justicia, pues podría pasar de tres a diez años en la cárcel. En toda Italia se han juntado alrededor de 250 mil euros para ayudar a la capitana alemana y enfrentar las penas que tendrá que pagar. Dos caras de la última crisis a la italiana. -- Excélsior