La presidenta del Comité de Pequeñas Empresas de la Cámara de Representantes hizo un llamado al presidente Trump para que el gobierno libere los préstamos pendientes a pequeñas empresas, ya que el cierre del gobierno está afectando a este sector. El 22 de diciembre, la Administración de Pequeñas Empresas (SBA, por su sigla en inglés) detuvo sus populares programas de préstamos que otorga precisamente a este tipo de empresas, lo que se tradujo en un gran revés para los empresarios que intentan iniciar o expandirse. La suspensión de este tipo de préstamos está provocando problemas en la economía (los únicos préstamos que se siguen otorgando son a lugares afectados por desastres naturales graves). “El nivel de ansiedad no tiene precedentes”, manifestó la demócrata Nydia M. Velázquez, presidenta del Comité de Pequeñas Empresas de la Cámara. Instó a Trump a “reactivar definitivamente” los programas de préstamos de la SBA y dijo que “la agencia tiene que tomar medidas proactivas”. Velázquez desea que el cierre parcial del gobierno termine lo más rápido posible porque además del problema que describe sobre los préstamos, ha provocado que cientos de miles de empleados federales no hayan recibido su sueldo el viernes pasado y que miles de contratistas no reciban su pago a tiempo. Si el cierre se llegara a prolongar aún más, le gustaría ver al gobierno de Trump encontrar una manera de liberar los préstamos para las pequeñas empresas, como lo están haciendo con los reembolsos de impuestos del Servicio de Impuestos Internos.

“Es importante que a las pequeñas empresas que solicitan un préstamo se les garantice que podrán obtener el dinero. Esto va a tener un impacto directo en la operación de sus negocios”, expuso Velázquez. La veterana congresista envió una carta el viernes pasado a la administradora de la SBA, Linda McMahon, en la que formuló 18 preguntas detalladas sobre cómo podrían las empresas obtener préstamos durante el cierre y cuáles son los planes de la propia McMahon para tratar la acumulación de solicitudes de préstamos EL ECONOMISTA