Vínculo copiado
La pirámide se ha convertido en un símbolo de cambio, la fusión de una historia pasada que mira hacia el futuro, un gesto fino con una política de alto nivel capaz de dar resultados en todas las áreas y mediar para tener una unidad necesaria para cualquier buen logro
06:09 lunes 30 septiembre, 2019
ColaboradoresJacques Chirac se fue, el político de las mil caras falleció el pasado jueves dejando un legado político que bien pudiera ser una lección de modos necesarios para el mundo actual. Hoy el mundo de la política rinde tributo a un personaje histórico, el tiempo lo colocará como un referente de estudio. En épocas pasadas pudiera haber ocupado el papel de faraón, su impecable estrategia política doblegó y alió a personalidades del mundo dispares, monarcas como Juan Carlos o la mismísima Reina Isabel, hasta atroces personajes como los Bush o Gadafi, un arte político del que Francia pudo salir victoriosa en un posicionamiento global que a la fecha mantiene. Como gran egocéntrico político, la pirámide del Louvre quedará como una legado a su mandato, un recuerdo polémico, sutíl capricho para quedar en París de manera perenne a la vista de todos, que tipazo! La pirámide se ha convertido en un símbolo de cambio, la fusión de una historia pasada que mira hacia el futuro, un gesto fino con una política de alto nivel capaz de dar resultados en todas las áreas y mediar para tener una unidad necesaria para cualquier buen logro. Su vida política refiere a la Alcaldía parisina y sus doce años presidenciales, tiempo suficiente para cuajar el cambio, considerado un todo terreno político nunca escondió su enorme instinto de poder, pragmático e imán para los grandes escándalos, Jaques Chirac siempre fue un conservador adaptable, pruebas como la de ser primer ministro y presidente en cohabitación con los socialistas nunca debieron ser fáciles, muestras de la gran capacidad camaleónica para formar gobierno. Servir primero al centrista Giscard D’Estaing y posteriormente acoplarse a François Mitterrand debieron ser gestos de integración, tras convocar unas elecciones que resultaron un boomerang, ocupar la jefatura del Estado mientras el Gobierno era controlado por los socialistas era presagio de caos inevitable, el país siguió funcionando y la tragedia pasó a ser victoria para los que saben hacer política, eran otros tiempos… Infinidad de recuerdos que hacen ver su postura política, su peso gubernamental y valor para decidir en la polémica. Su deseo de expresar la ‘grandeur’ francesa, ese sentimiento de autonomía geopolítica que heredó del general De Gaulle capaz de mostrar su fuerza militar y hacer el desplante más grotesco para no participar en Irak, un momento de gloria política al no ceder a los desplantes de Bush, Chirac siempre pudo presumir si clarividencia al anticipar nefastas consecuencias. A la hora de su adiós, muchos franceses darán más peso a su dimensión de estadista que a los penosos casos de corrupción, pinceladas negras que mancharon su grandioso talento; contribuyó a la estabilidad en el mayor periodo de paz y bienestar que ha vivido Europa en toda su historia, hoy es mucho decir con una derecha rota y un extremo en el que Jean-Marie Le Pen parece haber aprendido muy poco. El emblema de la V República descansa en paz, su muerte es un anuncio al adiós en el quehacer político, hoy los populismos y las barrabasadas sociales parecen no encontrar líderes que merezcan la pena, pequeños detalles para saber que en tierra de ciegos el tuerto es rey. Javier Rueda
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