Las reformas impulsadas por el Presidente Enrique Peña Nieto han sido punto clave en las propuestas de los candidatos a la Presidencia de la República. Mientras Andrés Manuel López Obrador, de Morena, promueve la derogación de las reformas, el abanderado del PRI, José Antonio Meade, se dedica a defenderlas y presume resultados. El candidato de la alianza PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, no ha entrado en la polémica, y los perredistas las desaprueban, por lo que se ha limitado a decir que la aplicación del nuevo marco normativo falló. Desde inicios del año, el candidato de Morena intensificó su campaña contra las denominadas reformas estructurales. Ha afirmado que la "mal llamada reforma educativa" no tiene que ver con mejorar la calidad de la enseñanza, y solamente fue un mecanismo para someter al magisterio, por lo que el 1 de diciembre, si gana la elección, enviaría una iniciativa al Congreso para su derogación. Incluso ha hecho convocatorias para elaborar un plan educativo, en el que participen maestros y padres de familia, sin afectar los derechos laborales. De la reforma energética asegura que se anulará lo que no funcione, además de que se revisarán los contratos petroleros. De la reforma fiscal afirma que estancó más la economía, y de la laboral, que se aprobó poco antes de que Peña Nieto asumiera el cargo, que afectó a los trabajadores sin ningún resultado. Meade ha dedicado reuniones para defender dichas reformas.  Por ejemplo, de la energética señala tiene el potencial de duplicar la economía que ahora tiene el país. Su discurso es parecido al empleado por el Presidente y los funcionarios federales, al apuntar que en cuatro años se han comprometido inversiones por miles de millones de dólares. "¿Queremos o no la reforma educativa? Hicimos un esfuerzo muy importante para asegurarnos que nuestros hijos tuvieran los mejores elementos para salir adelante, ¿queremos apostarle al futuro de nuestros hijos o no?", cuestionó recientemente. Ricardo Anaya ha señalado que, de llegar a la Presidencia, propondrá un ajuste a la reforma educativa para incorporar más mecanismos de capacitación a docentes y directivos, resolver con urgencia la falta de espacios, rediseñar las evaluaciones y reajustar las prioridades en el uso de recursos. "Hemos asumido el compromiso de mejorar la implementación para que las reformas puedan surtir efecto positivo hacia la sociedad.  Hay muchos ejemplos, no sólo la reforma energética; también la educativa ha tenido enormes deficiencias en su implementación", dijo el 26 de marzo. -- Reforma