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A partir de la segunda mitad de la década pasada, las políticas urbanas se orientaron de manera preponderante a la administración de riesgos
22:55 jueves 22 julio, 2021
ColaboradoresTenemos dos dilemas en la ciudad, la industria del automóvil nos ha hecho crecer, pero el auto nos ha limitado la movilidad; por otro lado, carecemos de agua y con calidad, pero con 5 minutos de lluvia nos inundamos.
El agua que actualmente extraemos del subsuelo ¡fue infiltrada en la época de la colonia!, además, contiene una alta cantidad de minerales, no tenemos agua de calidad. Adicionalmente la administración del líquido tiene serias deficiencias, un sistema financiero en riesgo, una gran cantidad de personas que no cubren el servicio y sobre todo deficiencias en la infraestructura que hace que se desperdicie el vital líquido. No contamos con un sistema de captación, distribución, aprovechamiento y tratamiento del agua.
Además de ver el agua como infraestructura, antes que nada, es uno de los recursos más preciados que para este siglo podría detonar la guerra por el agua; por ello, cada vez es más común aceptar la responsabilidad que tienen las ciudades sobre el cuidado del agua.
A partir de la segunda mitad de la década pasada, las políticas urbanas se orientaron de manera preponderante a la administración de riesgos; es decir, cada acción que hacemos en la ciudad tiene en si misma, un riesgo potencial posterior, desde la perspectiva de los recursos naturales y la forma como hemos urbanizado, existen riesgos ambientales que es necesario considerar en la planeación y administración urbanas.
Desde los huracanes, las tormentas tropicales, o las lluvias, ponen en riesgo a la ciudad, dependiendo de su nivel de vulnerabilidad; este se explica por sus condiciones naturales, pero sobre todo por su forma de urbanización. Con estas consideraciones, que son recurrentes cada año y con los drásticos cambios de clima que se vuelven comunes a consecuencia del cambio climático, la naturaleza nos recuerda lo vulnerable que somos.
Muchas veces hemos comentado las implicaciones de la construcción en la sierra de la zona poniente de la ciudad, disminuyendo la capacidad de absorción, aumentando la velocidad y la cantidad de agua que llega al centro de la ciudad, derivado también de la falta de infraestructura y espacios verdes de absorción.
Las situaciones que hemos pasado este año se manifestaron años atrás, por ello necesitamos un programa de contingencia, reacción o estrategia para actuar ante el efecto de la lluvia en la ciudad. Este año la ciudad ya se ha inundado varias veces, se deshabilitaron puentes o pasos a desnivel, también se afectaron vialidades, y con ello se generaron pérdidas económicas. La época de lluvias parece más drástica cada vez, con situaciones “excepcionales” que se vuelven permanentes.
Es necesario que impulsemos un Desarrollo Urbano Responsable, que aprendamos a convivir con la naturaleza, que no utilicemos los ríos para circular en auto sino para que circule el agua; pero sobre todo, que generemos capacidad de resiliencia, de reponernos rápidamente de la crisis que puede generarse por el riesgo de una inundación.
Contamos con un programa urbano con visión de Desarrollo Urbano Responsable, impone el desarrollo de infraestructura a la construcción, genera un cinturón verde en la ciudad, respeta las escorrentías, establece mayor cantidad de arboles por vivienda; pero la responsabilidad de su implementación es tarea de todos. Es tiempo de hacer realidad la visión y aprender a convivir con la naturaleza.