Vínculo copiado
Desde su llegada a México, la pandemia global de Covid-19 ha avivado el insano hábito de utilizar las tragedias con fines inimaginables, de modo que a la estela de muertes y dolor ha venido acompañada de diversas campañas sucias cuyo propósito ha sido desacreditar a las instituciones de salud y con ello a quienes las encabezan.
00:06 domingo 12 julio, 2020
QUEBRADERODesde su llegada a México, la pandemia global de Covid-19 ha avivado el insano hábito de utilizar las tragedias con fines inimaginables, de modo que a la estela de muertes y dolor ha venido acompañada de diversas campañas sucias cuyo propósito ha sido desacreditar a las instituciones de salud y con ello a quienes las encabezan. Con el paso de los días, las semanas y los meses, a la bitácora mortal y de contagios, habría que agregar la propia que se ha ido construyendo mediante una narrativa basada en suposiciones, especulaciones, chismes y rumores, en contra de los principales funcionarios del sector salud. La perversa asonada, inició muy temprano y las primeras víctimas allá por el mes de marzo, fueron las enfermeras y enfermeros, las médicas y los médicos y contra todo el personal de los hospitales. Cuando la serie de agresiones y muestras den discriminación dejaron de ser útiles al encontrarse con una actitud de indignación de la sociedad, los ataques empezaron a dirigirse a los titulares de las instituciones de sanidad. Enseguida, se abalanzaron contra los hospitales y clínicas con el más peregrino de los pretextos de modo tal que fueron motivo de repudio por ser instalaciones insuficientes, limitadamente equipadas o porque no se atendía con oportunidad y sensibilidad a pacientes y sus familiares. Los ataques no han menguado porque quienes los orquestan desde la cobardía del anonimato, han encontrado que se trata de una acción políticamente redituable, por lo que sin reparo alguno, se lanzan en contra de quien sea necesario. Si el objetivo lleva bata blanca o tiene titulo de doctor, mejor. El país está alcanzando la etapa climática que se había pronosticado de 35 mil defunciones, lo cual es utilizado para enderezar ataques constantes a la estrategia implementada. En San Luis Potosí ocurre algo similar. Con oportunidad, se advirtió que el mes de julio sería muy difícil y así está ocurriendo. La entidad se enfila a los 300 decesos en los próximos días. A nivel federal, la figura del subsecretario Hugo López-Gatell ha sido objeto de toda clase de noticias falsas, rumores y suposiciones, inclusive, hay quienes sin lógica ni argumento lo colocan como asesino. Esa otra pandemia, plena de crispación y estridencia, genera desinformación y con ello, se divide a la sociedad, lo cual es precisamente lo que están buscando actores de distintos sectores políticos. La entidad no es ajena a esa estrategia. La secretaria de Salud, Mónica Rangel, enfrenta desde hace unas semanas una serie de acusaciones acerca de presuntos actos de corrupción al vincularla con un presunto defraudador. De momento no se ha comprobado ni documentado gran cosa. A Mónica Rangel le pasa algo similar que a López-Gatell: debe demostrar que es inocente en lugar de que quienes acusan comprueben su culpabilidad. Sembrar presunciones es suficiente. Los intereses políticos se han metido de lleno en la revisión del quehacer de las autoridades sanitarias, eso es evidente. Hugo López-Gatell es foco de ataques todos los días con tanta o más saña que los que enfrenta el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. Al presidente lo quieren derrocar y al subsecretario lo quieren colgar. A alguien se le ocurrió plantear que Mónica Rangel podría ser una buena candidata por el PRI para las elecciones del año entrante, lo cual no le pareció del todo descabellado al gobernador Carreras. Apenas y se supo esto, algunos medios y algunos articulistas empezaron a ocuparse de la secretaria de Salud. Lo mismo hicieron organismos civiles que, acostumbrados a elucubrar, empezaron a construir una historia en la que Mónica Rangel, por encima de todo, es culpable. ¿De qué? Pues de lo que sea. Detrás de esto no está el interés de tumbar al gobernador puesto que eso es inútil toda vez que ya pronto concluirá su sexenio. De lo que se trata es de limitar e incluso amarrar al mandatario para el proceso de selección de candidatos en el PRI. Eso por una parte, pero también hay otros interesados que en su desmesurado protagonismo buscan generarse una talla política que no tienen como opositores. Desde la oposición a todo, resulta muy sencillo acusar a alguien de corrupción pues creen que no están obligados a probar nada. La epidemia del coronavirus ha desnudado a una clase política nacional y potosina en toda su perversidad. Hace unos días, la doctora Rangel solicitó que se permita a las autoridades de salud atender la situación de emergencia, pidió que no se les distraiga de esa labor. Eso por cierto, no quiere decir que de existir algo irregular se vaya a dejar pasar por alto para abrir espacio a la impunidad. De lo que se trata es de actuar con prudencia y mesura, con apego a la ley y rigor en los procesos de investigación. Más daño se hace cuando de lanzan acusaciones al aire más con el ánimo de reyerta que de rendición de cuentas. La política electoral debería limitarse a eso y también, debería constreñirse a sus normas, tiempos y formas.
Los modos de hacer política en nuestro estado no han evolucionado y mantienen esquemas suficientemente sucios bajo la idea de que para ganar, hay que destruir lo antes posible al otro.