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Un juez le concedió libertad provisional como parte de su proceso ante la justicia ordinaria, pero la milicia lo mantendrán preso porque disparar en vía pública se considera un crimen militar
11:55 miércoles 25 octubre, 2017
MundoAunque un juez brasileño concedió la libertad provisional al policía militar que disparó y mató a una turista española en una favela de Río de Janeiro, el agente permanecerá detenido en un batallón porque el disparar en vía pública se considera un crimen militar. El teniente Davi dos Santos Ribeiro, de la Policía Militar y acusado de homicidio doloso cualificado en la justicia ordinaria, fue liberado provisionalmente por orden de un juez que consideró que, aunque "el trágico evento" impactó al mundo, el agente "tiene una inmaculada ficha de trabajo, sin indicios de que al ser liberado pueda repetir su comportamiento criminal". Sin embargo, Dos Santos seguirá detenido preventivamente en un batallón policial acusado de disparar un arma de fuego en la vía pública, lo que se considera un crimen militar, precisó una fuente de la Policía Militar. El teniente había sido detenido en flagrancia el lunes junto con otro miembro de la PM presuntamente implicado en los hechos. El trágico caso ocurrió el lunes en la mañana cuando la española María Esperanza Jiménez Ruiz, de 67 años, fue abatida mientras efectuaba junto a dos familiares un tour por Rocinha, la mayor favela de Río, ubicada en un morro en la rica y turística zona sur. Según las primeras investigaciones oficiales, el vehículo que transportaba al grupo de turistas "rompió el bloqueo policial" en una entrada de la comunidad, que vive bajo el fuego cruzado desde hace semanas por choques entre grupos de traficantes rivales y donde una hora antes se había producido un tiroteo entre fuerzas de seguridad y presuntos delincuentes. El vehículo fue blanco de disparos de fusiles de agentes de la Policía Militar. Dos balas entraron por el vidrio trasero y una de ellas hirió en el cuello a Jiménez, que llegó a ser trasladada con vida hasta un hospital, donde falleció. El conductor del rodado, un italiano que vive desde hace cuatro años en Brasil, negó en sus declaraciones a las autoridades haber recibido órdenes de parar y dijo que no percibió ningún bloqueo policial. Turismo y policía en las favelas El episodio causó preocupación por sus posibles impactos en el turismo, sector clave para la economía de Río, un Estado al borde de la bancarrota y afectado por un repunte brutal de la violencia desde el fin de los Juegos Olímpicos de 2016. El alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella, defendió las visitas turísticas a las favelas a condición de estén bien organizadas. "Tuvimos una tragedia porque un oficial de la Policía Militar actuó completamente fuera del protocolo", consideró Crivella, citado por el portal G1. Organizaciones de turismo comunitario en las favelas aseguraron que el trágico episodio se hubiera podido evitar si los españoles hubieran contratado a guías de la comunidad, que evalúan constantemente si se pueden o no hacer tours en función de la situación y peligros de estas zonas empobrecidas, donde vive un cuarto de la población de Río. "Otro día más me entristezco por la actitud de policías no preparados, que siempre usan la cultura de disparar primero y luego preguntar. Es inadmisible, no sólo por la vida de la turista española, sino también por la de los desfavorecidos que viven en las favelas y sufren esto todos los días", dijo Gilson Fumaça, uno de los primeros guías comunitarios en la icónica favela de Santa Marta. La policía militar de Río de Janeiro es una de las que más muertos padece pero también de las que más mata de Brasil. Sus agentes mataron casi 8.000 personas en la última década, 645 en 2015 y más de 900 en 2016, la mayoría en operativos en las empobrecidas favelas, según cifras del Instituto de Seguridad Pública del estado. Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) han denunciado el aumento de abusos policiales por parte de la policía brasileña, especialmente en las favelas de Río, donde los constantes tiroteos y muertos por balas perdidas demuestran que el programa de pacificación iniciado en 2008 hace aguas. -- MILENIO