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10:37 miércoles 4 octubre, 2017
ColaboradoresEDITORIAL EL UNIVERSAL / Odiar en Las Vegas Rentar un cuarto de hotel, introducir al menos una decena de armas y disparar contra miles de personas que se reunieron para escuchar un concierto al aire libre sólo puede ser obra de alguien que ha acumulado odio y que además tiene acceso a armamento —casi de corte bélico— de la manera más sencilla. En los trágicos hechos de la noche del domingo, en Las Vegas, en donde un hombre causó la peor masacre en la historia de Estados Unidos (59 personas muertas y más de 500 heridos), poco importa si el autor pertenecía al Estado Islámico, se había convertido recientemente al Islam y actuó por extremismo religioso, o si su odio obedeció a otro tipo de factores. Finalmente, cualquiera que haya sido la ruta, el resultado fue el mismo: atentar contra gente inocente. Si la razón fue la influencia del grupo terrorista, Estados Unidos tendría que reconocer que aquello contra lo que ha declarado la guerra puede estar dentro de sus fronteras. En cambio, si el Estado Islámico no tuvo relación con el agresor, como dijo la Agencia Federal de Investigación (FBI), Trump tendría que reflexionar entonces sobre los discursos de odio y de xenofobia que se han impulsado en los últimos meses. En poco se diferencian las políticas de odio que asumen grupos como el Estado Islámico o sectores estadounidenses que rechazan al que llega de fuera, al que tiene diferente color de piel o al que tiene otra cultura. En ambos casos se trata de la no aceptación del otro y del rechazo a la diversidad. Se condena a priori al extraño, al grado de atentar contra su vida. En el mundo se están presentando oleadas de sentimientos xenofóbicos que en nada contribuyen a fomentar la relacion internacional pacífica. En Europa, los grupos de ultraderecha cobran fuerza y están ocupando lugares en los congresos (Alemania dio el ejemplo más reciente) por la animadversión a migrantes que llegan en busca de mejores oportunidades. Para contrarrestar las agresiones, hay muchos frentes que atacar. En principio, desde los gobiernos debe desalentarse el discurso excluyente y dar paso a acciones de inclusión. La atención a grupos marginados debe ocupar también un lugar relevante, pues el origen de buena parte del resentimiento se encuentra en la falta de oportunidades para los más jóvenes y en una sociedad desencantada con los políticos tradicionales. Aún se está a tiempo de contener los sentimientos de odio, antes de que rebasen ámbitos locales y escalen a niveles internacionales. EXCELSIOR / Frentes Políticos I. Primitivos. En lo que podría considerarse el más grave retroceso legislativo de semanas recientes, en San Lázaro se perdió la compostura. Entre empujones, pancartas y gritos, diputados del PRI, PVEM y Morena discutieron por el financiamiento público de los partidos. La priista Angélica Mondragón presentó en tribuna una iniciativa y desde ahí exigió a los dirigentes del PAN, PRD y Morena que, al igual que el PRI, renuncien al financiamiento público de lo que resta de este año, en favor de los damnificados de los sismos. El enfrentamiento se detonó cuando discutieron Jesús Valencia y Omar Bernardino, diputados de Morena y el PVEM, respectivamente. Las mujeres se arrebataron las pancartas, y nada pudo regresar el orden. Ya se han visto mal, por pichicatos. Pero lo de ayer no tiene calificativo. ¿Y los damnificados? Bien, gracias. II. II. Inconformes. Es justamente del interior del Partido Acción Nacional de donde vienen los reclamos. La bancada en el Senado reprueba que el Frente Ciudadano por México se convierta en la plataforma de lanzamiento de su líder nacional,Ricardo Anaya, como candidato presidencial. Ya advirtieron que, de seguir empecinado con la idea, impulsará una ruptura entre panistas. Además, piden que compita abiertamente contra Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, en igualdad de condiciones. Los llamados panistas “rebeldes” señalaron que Anayaestá haciendo, “descaradamente”, una campaña abierta. Algo anda mal si ni tus propios correligionarios creen en ti. El tiempo dirá. III. Incapacidades diferentes. Édgar Olvera, alcalde de Naucalpan, en el Edomex, brilla por su ausencia. Lo malo es que su inoperatividad suma más víctimas. Un capitán del Ejército murió al enfrentar a un asaltante del transporte público en Periférico Norte, muy cerca del ayuntamiento. Y lo único que hacen las autoridades es iniciar la carpeta de investigación correspondiente. Una más que irá a parar a la ya larga cuenta de homicidios pendientes por resolver en la administración del panista Olvera. Ciudadanos indefensos, la peor fórmula rumbo a un año electoral. Don Édgar sólo guarda silencio. Ni ve, ni oye, ni actúa. IV. Infantilmente inoportunos. Lo que usted está a punto de leer le parecerá de lo más inapropiado. Mientras que a México le urge que los legisladores pongan manos a al obra en la aprobación del fiscal general de la República y del fiscal Anticorrupción, entre otros temas. Estos asuntos deben parecer menores al Senado, porque ayer, la Mesa Directiva y la Jucopo promovieron que la Secretaría de Cultura instaure la presea Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri para fomentar la producción de música infantil. El presidente del Senado, Ernesto Cordero, y la presidenta de la junta, Ana Lilia Herrera, instaron a los mexicanos a no dejar de escuchar la música de Cri-Cri para que no se pierda en el paso de las generaciones. Qué bárbaros, pero qué tiernos. “Ahí viene la A…”. V. Tercera llamada. De nueva cuenta, el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, pide a los partidos del Frente Ciudadano por México que renuncien a las prerrogativas que les corresponden para apoyar a los damnificados y los trabajos de reconstrucción a causa de los sismos de septiembre, pero no ha habido respuesta. El dirigente priista dice al PAN, PRD y Morena que las donaciones que pretenden son anticonstitucionales y que lo que buscan Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Andrés Manuel López Obrador es hacer su guardadito para las elecciones de 2018, sólo les interesa sacar raja de estos difíciles momentos. La solidaridad de los mexicanos es entre todos, desde la trinchera en que nos toca estar, para hacer frente a la batalla de la adversidad que dejó el embate de la naturaleza.