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06:26 martes 16 julio, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / El enojo está en todas partes y sus víctimas también La magnitud y la forma en que la gente se trata, maltrata, y se mata, una a otra, dice mucho de un país. En México, estamos tan imbuidos con la violencia relacionada con la delincuencia organizada, que se nos olvida darnos una mirada al espejo y ver la violencia subyacente en la sociedad. Y a veces no tan subyacente. Inclusive tal vez, cada vez, más yacente. Sólo basta pasar un rato no muy largo en las redes sociales, sobre todo Twitter, para darse una buena idea de lo que hablo. El problema es que hay ocasiones en que ese enojo y agresividad afloran, terminando en riñas de fatales consecuencias. Y precisamente cómo serán las cosas, que los homicidios no necesariamente asociados a la delincuencia organizada también vienen en aumento en el país. Me refiero a los homicidios cometidos con armas blancas u otros elementos. Sin duda, varios se podrán atribuir a la delincuencia organizada, pero muchos menos que los que se podrían asociar a aquellos cometidos con arma de fuego, el medio preferido de terminar riñas en ese sector de la economía. Así que aquí me voy a referir a los homicidios que algunas personas cometen, sin tener, de nuevo, asociación delictiva alguna. Más bien, los que se cometen por enojo, por un encono no resuelto, por un arrebato incontrolado; por ser o estar de mecha corta un día cualquiera. En este tema, las cosas están de la siguiente manera: según datos del SESNSP, entre enero de 2015 y mayo de este 2019, se encuentran registrados 11,754 homicidios dolosos por arma blanca y 20,911 dentro de la siempre controversial categoría “otro elemento”. Como ve, no son pocos. Estadísticamente, la categoría “otro elemento” es una categoría de tipo residual, es decir, que se deja abierta para contar, en este caso, un homicidio doloso cometido con cualquier tipo de medio diferente de un arma de fuego o arma blanca. Si por arma blanca se entiende cualquiera punzocortante u otra diseñada para teóricamente defenderse de una agresión y no al revés (ej. artículos de defensa personal como bastones, etc.), dentro de lo que podría ser “otro elemento”, cabría cualquier homicidio cometido dentro de un continuo de posibilidades que permite la imaginación más maliciosa. No obstante, lo más frecuente es que se trate de homicidios por golpes, ahorcamiento, estrangulamiento, etc. Perdón por ser tan detallado, pero es mejor saber bien de lo que estamos hablando y de los problemas que enfrentamos. En fin, el caso es que este tipo de homicidios, por arma blanca u otro cualquier elemento, vienen en ascenso desde el año 2015 en el país. Entre enero de 2015 y mayo de este año, los homicidios por arma blanca han aumentado un 78% y los cometidos con otro elemento aumentaron 27%. Ver gráfico en www.geocrimen.com. Este aumento es enorme. Es anormal que, en un estado de paz, o sea, de ausencia de guerra, la violencia letal aumente de esta manera. Claro que ésta palidece frente al crecimiento de los homicidios por arma de fuego en el mismo periodo y que ha sido del 154%; bastante más del doble. Así que no nos engañemos. El problema de violencia estos años no es algo privativa de los “otros”, de los malos, o de esa “otredad” llamada delincuencia organizada. También hay mucha violencia letal relacionada con riñas, jaleos y otros tipos de conflictos interpersonales. Ésta es la llamada violencia social, que la sociología distingue de la política y la económica. Pero ¿sabe algo? Cabe la posibilidad de estar equivocado. Tal vez no (sólo) viene en aumento el enojo, sino el revoltijo estadístico que se tiene en las cifras oficiales de seguridad pública. Hace sólo unos días, México Evalúa publicó un estudio en donde se documentan las irregularidades en los registros oficiales de homicidios. Más productivo aún es que propusieron un índice de confiabilidad de la estadística criminal. Pero lo que más se relaciona con el contenido de esta nota, es que se encontraron subreportes sistemáticos en los datos oficiales sobre homicidio doloso. Básicamente se encontraron evidencias de una práctica recurrente de reportar homicidios dolosos como culposos (no intencionales). Por lo que cabe la posibilidad de que el enojo y su letalidad intencional, sea aún mayor de lo que se reporta aquí. OPINIÓN / Homicidios: otros datos... ¿pero cuáles? Las cifras de homicidios que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en México (SESNSP) no son confiables. Un estudio reciente de México Evalúa denominado Fallas de Origen explica cómo estos datos, los más usados para monitorear los niveles de violencia en el país, son presa de la discrecionalidad de gobernadores y fiscales quienes no logran vencer la tentación de maquillar sus estadísticas para salir mejor retratados en su desempeño en seguridad. El Índice de Confiabilidad de Estadística Criminal (ICEC) de México Evalúa se enfoca
principalmente en los homicidios accidentales (culposos) y los intencionales (dolosos). Busca identificar qué entidades producen estadísticas delictivas confiables y consta de cuatro componentes que, de paso, ponen a prueba la información proporcionada por el Secretariado. El primer mecanismo de evaluación, quizás el más contundente, consiste en comparar la estadística de homicidios recabada por el Inegi con la publicada por el Secretariado. El método es simple porque compara dos estadísticas oficiales sobre un mismo fenómeno. Es como tener dos termómetros autorizados para determinar la temperatura de un lugar. Resulta que estos termómetros tienen lecturas distintas y es esta discrepancia entre las mediciones la que nos ofrece una primera presunción de la alteración de las cifras. Para entender las discrepancias, pero sobre todo, para entender los incentivos que habrían de existir para alterar las cifras, es necesario saber aspectos mínimos de los dos procesos de medición de la violencia letal. La estadística de homicidios que reporta el Inegi proviene de la clasificación médica contenida en actas de defunción, un documento emitido por nuestro sistema de salud. La estadística del Secretariado, en cambio, deriva de agregar las investigaciones por homicidio en procuradurías y fiscalías y es generada por estas instituciones. Los primeros datos están bajo el control de médicos, mientras los segundos están bajo el control de abogados. La primera estadística está sujeta a un proceso de validación en la que interviene el Inegi para supervisar la ausencia de registros duplicados y discrepancias que apunten a errores; la segunda estadística carece de procesos de control de calidad. Como muestra Fallas de Origen, las autoridades de las entidades federativas tienden a reportar menos homicidios que el Inegi de manera global. El patrón se ha vuelto sistemático desde hace una década. ¿Por qué? Muy sencillo: dado que los ejecutivos locales tienen la presión de mantener los índices delictivos a la baja, ante la imposibilidad de hacerlo, recurren a la magia del maquillaje numérico para dibujar una realidad inexistente. Son los alumnos evaluándose a sí mismos. El SESNSP ha cometido un error histórico en pretender crear un sistema de estadísticas delictivas carente de controles de calidad. Para poderse usar como un referente de seguridad en el país, hoy tiene la responsabilidad de hacer a un lado el papel de vocero y tomar el papel de auditor. Tiene que dejar de tomar como válidos los reportes de las autoridades estatales y analizar los datos con el cuidado que otros organismos federales tienen al observar el uso y destino de los recursos económicos. El truco del maquillaje estadístico ha probado ser eficaz para administrar percepciones y ha resultado pésimo para la búsqueda de soluciones. Estudios como el de Fallas de Origen tiene las pistas de a quiénes hay que vigilar para acabar con esta perniciosa práctica.
Frentes Políticos 1. El operador. Javier Duarte tiene guardados ases bajo la manga. El exgobernador reveló una videoprueba en la que se le observa, el 15 de abril de 2017, en la Laguna de Atitlán, Guatemala. “Me estoy entregando y, evidentemente, lo darán a conocer como si hubiera sido sorprendido y detenido, pero como verán, estoy totalmente en libertad”, dice. O sea que fue un montaje. Y aquí hay un político que deberá salir de su guarida del silencio y explicar cuál fue su papel en la negociación para encarcelar al exmandatario veracruzano. “Fui el candidato idóneo para él (Osorio Chong), para lo que ellos estaban buscando: un chivo expiatorio para limpiarse la cara de todos los escándalos que traían cargando”, acusó Duarte. La confabulación terminará por enlodar a muchos, el primero ya es Osorio Chong. Después de esto le será muy difícil lavarse la cara. ¿O preferirá esconderse? 2. Altura de miras. Si algo hay que reconocerle a Esteban Moctezuma es su optimismo y su valentía. El secretario de Educación Pública anunció que una meta clara del proyecto educativo nacional es la formación de mexicanos incorruptibles, lo que no debe ser una simple utopía. “Queremos formar generaciones enteras de mexicanos y mexicanas incorruptibles, orgullosos de su país, productivos, solidarios, alegres y eso no es una utopía, eso es tener la meta bien clara”. Reconoció que el cambio educativo no será de la noche a la mañana, pero sí el cambio de rumbo, hacia uno centrado en el aprendizaje y el logro educativo. ¿Incorruptibles en una sociedad que quiere todo fácil porque así se lo han enseñado? Vaya reto. Ánimo. 3. ¿Ahora sí? A seis días del derrame tóxico de Grupo México en aguas del Mar de Cortés, a través de las redes se multiplican las imágenes de especies muertas varadas en playas de Guaymas y San Carlos. Una tortuga, un lobo marino, decenas de peces. “Quien haya violado la ley será castigado”, advirtió al tocar el tema Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Puntualizó que en breve le será presentado el informe del caso, y con base en lo investigado, se actuará en consecuencia, sin admitir ningún tipo de “influyentismo”, así que “se va a aplicar la ley sin consideraciones de ninguna índole… Ya no es el tiempo, eso lo puedo decir con mucho orgullo, de que el gobierno estaba al servicio de los influyentes”. Ultimátum a Germán Larrea, dueño de Grupo México. Ahora sí va en serio. 4. Hay niveles. Mientras colocaban propaganda para adherirse a México Libre, grupo que Felipe Calderón, expresidente de México, y su esposa Margarita Zavala quieren conformar, integrantes de la agrupación fueron remitidos por la policía capitalina ante el juez cívico. El exmandatario se quejó en redes sociales: “Otra agresión del gobierno de Morena a militantes de México Libre. Detuvieron a Rodrigo Estrop por recabar firmas en Cuauhtémoc. Exigimos la liberación inmediata, el respeto a nuestros derechos políticos y la intervención urgente del INE”. La jefa de Gobierno contestó: “La Ciudad de México es un espacio de libertades. No puede ni debe detenerse a persona alguna por hacer proselitismo político. Sobre el caso de los jóvenes que menciona Felipe Calderón, di instrucciones para que los liberen de inmediato. A revisión, procedimientos de la policía”. 5. Pedinche. Roberto Sandoval, exgobernador de Nayarit, impugnó la resolución del juez que le negó la suspensión contra el aseguramiento de sus cuentas bancarias por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). Santiago Nieto Castillo, titular de la UIF, señaló que no era procedente la suspensión definitiva pedida por Sandoval, debido a que el bloqueo se realizó en coordinación con el Departamento del Tesoro de EU. Allá lo señalan por corrupción y posibles vínculos con organizaciones criminales. Es casi imposible que su solicitud se haga realidad. Se habla de miles de dólares, pero si son mal habidos, que se despida de ellos. ¿Cómo le pedirá al gobierno de Trump que descongele sus cuentas?, ¿qué abogados podrían ganar esta parida? Bitácora del director / El día que la Unión Soviética perdió la carrera espacial La historia de los vencidos suele ser más interesante –periodísticamente hablando– que la de los vencedores, solía decir mi exjefe Vicente Leñero. Son historias que, cuando menos, reciben una atención menor de la opinión pública, que vibra con los vencedores mientras a éstos se los llevan en hombros. Rumiando su derrota, los vencidos se quedan con muchas de las claves de la historia. Y pocas veces se repara en que son fundamentales para explicar el desenlace de la trama. Esta semana se marca el cincuentenario de una proeza de la humanidad: poner a un par de individuos en la Luna y traerlos de regreso, sanos y salvos. No se habla de carrera espacial sin razón. Ser el primero en llegar al satélite de la Tierra fue un objetivo por el que compitieron las dos superpotencias de entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética. Fue un cotejo astropolítico –si se me permite la expresión– que dejó como ganadores a los estadunidenses y derrotados a los soviéticos. Éstos lograron los primeros triunfos en la investigación del espacio que comenzó en la Posguerra. La URSS tuvo el primer satélite en órbita (Sputnik, 1957), el primer ser vivo en abandonar el planeta (la perra Laika, 1957), el primer aparato en llegar a la Luna (Luna 2, 1959), el primer hombre en el espacio (el cosmonauta Yuri Gagarin, 1961), así como a la primera mujer (Valentina Tereshkova, 1970). Sin embargo, tanto Washington como Moscú sabían que llegar primero a la Luna constituía la victoria definitiva sobre el adversario en esa carrera. Significaba materializar el sueño de Julio Verne. La URSS quiso lograrlo por medio de robots (una palabra que, vale la pena no olvidarlo, proviene del ruso robotat’, trabajar). Para ello, Moscú creó el programa Luna, que entre 1958 y 1976 tuvo un total de 33 misiones, de las cuales 25 fueron exitosas. La sonda espacial Luna 2 fue el primer objeto humano en llegar al satélite. Fue lanzada el 12 de septiembre de 1959 y se estrelló un mes después en la zona conocida como Mare Imbrium, justo como estaba previsto. Pero mientras los soviéticos ensayaban con medios mecánicos para conquistar la Luna, los estadunidenses apostaron por preparar a astronautas para cumplir la misión. En 1966, los dos países lograron posar sondas espaciales sobre la superficie lunar, la Luna 9 soviética y el Surveyor 1 estadunidense, pero la meta estaba incumplida pues consistía en asegurar el retorno del objeto enviado, trayendo consigo una prueba de la hazaña. Y así llegó julio de 1969. Ante la inminencia del viaje del Apolo 11, que pondría a dos hombres sobre la Luna, la URSS lanzó el 13 de julio de 1969 la sonda Luna 15, cuyo propósito era alunizar, recabar muestras de la superficie del satélite y volver con ellas a la Tierra antes que los estadunidenses. Cuando despegó el Apolo 11, el 16 de julio –un día como hoy, hace 50 años–, se esperaba que los soviéticos cumplieran primero el objetivo, pues tenían tres días de ventaja. Eso quizá habría pasado de no ser porque la sonda Luna 15 se estrelló en la zona conocida como Mar de las Crisis, después de orbitar 52 veces el satélite, a la 15:51 horas TCU del 21 de julio de 1969. Para entonces, el módulo lunar Eagle llevaba 19 horas de haberse posado sobre el Mar de la Tranquilidad. La carrera había terminado. El equipo formado por Wernher von Braun y James Webb, de la NASA, había derrotado al de Serguéi Koroliov, el famoso Señor X, diseñador de los cohetes soviéticos. La URSS no sólo no había podido ser la primera en ir a la Luna y volver de ella, sino que también subestimó el impacto visual de la huella del hombre sobre el polvo lunar, algo que, a 50 años, nos sigue haciendo soñar.