Vínculo copiado
La información más importante de medios nacionales
06:37 viernes 20 septiembre, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Sismos: crimen sin castigo Han pasado 34 años ya desde el terremoto de 1985 y dos años del de 2017. Si mientras el primero es señalado como el sismo más letal en la historia reciente de nuestro país, el del 19 de septiembre de hace un par de años se caracterizó por lo inusitado y lo violento de sus sacudidas, fenómeno nunca antes visto en la zona central del país que, según explicaron en su momento los sismólogos, se debió a dos características esenciales: por un lado se trató de un movimiento telúrico de tipo intraplaca (provocado por la súbita ruptura de la placa en su desplazamiento), y por otro que la ubicación de su epicentro estuvo prácticamente bajo los pies de los habitantes de la zona centro de México, lo que explica tanto la fuerza del fenómeno como el que no haya dado tiempo de que la población fuera advertida con la alerta que dan los temblores cuando provienen de la costa del Pacífico. Ahora, luego de transcurridos dos años del último gran sismo y de que prácticamente aún no inicia la reconstrucción, sorprende saber que hasta el momento sólo hay dos inculpados directos en prisión por su responsabilidad en el derrumbe de edificios en la Ciudad de México. Y es que se suponía que tras los terremotos del 19 y 20 de septiembre de 1985, en la metrópoli se había adoptado un reglamento de construcción mucho más estricto para evitar que, a partir de entonces, se registraran nuevos desplomes, ya que toda edificación posterior se haría considerando un grado mayor de resistencia a los fenómenos telúricos. Ello aunado al avance que en el campo de la ingeniería civil se ha venido registrando en cuanto al uso de nuevos materiales, estructuras y técnicas de construcción. Pero el terremoto del 19 de septiembre de 2017 demostró que hubo gran laxitud en la aplicación del reglamento y corrupción tanto al momento de registrar o autorizar una obra (dado que en múltiples ocasiones lo proyectado no coincidía con lo ejecutado), o bien, porque los cálculos de ingeniería estaban mal realizados o al momento de construir se empleaban materiales de calidad inferior a la mínima requerida o los trabajos se efectuaban sin la supervisión de un experto que los validara. El resultado: varios edificios “nuevos” se vinieron abajo con el sismo o quedaron con daños graves que los hicieron inhabitables. A lo anterior debe agregarse la opacidad con la que se han manejado los recursos para la reconstrucción de los inmuebles derrumbados y de los que quedaron con daño estructural grave. Es hora de comenzar a resarcir todos esos daños y castigar a los responsables.
20 de Septiembre de 2019
1. Los criticones. Reapareció Ricardo Anaya, excandidato presidencial y la fotografía en donde se reúne con Gustavo Madero, su antecesor en la presidencia del PAN, se difundió rápidamente. Esta “viralización” de la imagen, por desgracia, no fue del todo por el motivo del encuentro entre connotados panistas, que fue dialogar sobre el retorno a Anaya a la actividad política hacia las elecciones de 2021, y el destino del PAN, que cumple 80 años de su fundación, sino los detalles nimios, cuya pequeña importancia se potencializa en redes sociales. Mientras Anaya y Madero hablaban sobre la necesidad de formar una “mayoría opositora” al gobierno actual, los internautas criticaban hasta el cansancio la diminuta propina que dejaron sobre la mesa, tan deslucida, dicen, como el rumbo del albiazul que dirige Marko Cortés. 2. ¿Perdón y olvido? Es evidente que el encierro ha minado físicamente a Mario Villanueva, exgobernador de Quintana Roo, acusado de peculado y delitos contra la salud. Ha expresado en las últimas semanas, su petición al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para que sea sujeto de una amnistía con cualquier figura jurídica que le permita su libertad. La 4T aguzó el oído y le escuchó. Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, consideró que el exmandatario cumple los requisitos de ley para compurgar el resto de su pena en prisión domiciliaria. Aunque precisó que la última palabra la tiene el juez. La libertad de uno de los políticos en desgracia por corrupción queda en manos de los tribunales. Perdón, quizás. Olvido nunca. 3. Reclamo. A dos años de los sismos lo que se respira es exigencia. De que las escuelas derrumbadas se levanten, que los pueblos alejados no se olviden, que los damnificados vuelvan a sus hogares. Pero sobre todo, de que haya justicia, porque si de algo están convencidos los mexicanos es que los terremotos matan, pero más, la corrupción. A dos años, por ejemplo, no ha habido justicia para los niños del Colegio Rébsamen. Siguen durmiendo en las calles los vecinos de los edificios de Tlalpan, entre tantos otros, en espera de la reconstrucción. Confirmó ayer Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que hay diversas investigaciones contra exfuncionarios por el delito de uso ilegal de atribuciones por el otorgamiento de permisos. La pregunta es: ¿y cuánto más debemos esperar? No metamos al cajón la justicia que les debemos a nuestros deudos. Eso no. 4. La soledad lacera. Rosario Robles, quien creció políticamente a la sombra del PRD, pero consolidó su carrera en administraciones contrarias a la ideología de izquierda, desde prisión afirmó que es rehén y víctima de artimañas. A través de una carta, Robles, recluida en Santa Martha por el presunto delito de ejercicio indebido del servicio público, exigió un juicio justo. “¿Por qué esta saña?”, cuestionó, y aseguró que enfrenta una ofensiva de “múltiples artimañas” por parte de las instituciones mexicanas que atentan contra su derecho de presunción de inocencia y al debido proceso. Consideró que se encuentra en calidad de rehén porque el delito del que se le acusa no es grave y, en tanto, podría ameritar otras medidas cautelares que no sacrifiquen su libertad. Ah, nos hace recordar al edil que robó, pero nomás poquito. Lo cierto: los políticos la dejaron sola. Y eso duele. 5. Magos. En época de desgracias, como lo han sido los sismos, se aparece el buen México. Se asoma con los rezos, con las manos que buscan vidas, con los puños en alto pidiendo silencio, con las muestras de solidaridad. Las tragedias hacen coincidir a los mexicanos. Pero también se hacen presentes los malos servidores públicos, aquellos que desvían los fondos de ayuda. De acuerdo con reportes de la Auditoría Superior de la Federación, a cargo de David Colmenares, el manejo de los recursos por los sismos de 2017 dejó daños al erario. Las trampas para desaparecer el dinero ya son investigadas. Los funcionarios involucrados no tardan en pisar la prisión. Bueno, eso dice el librito, pero los corruptos en México siempre tienen un conejo en la chistera. Y la libran.