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06:49 martes 4 diciembre, 2018
PLUMAS NACIONALESFrentes Políticos I. Esto es en serio. Germán Martínez Cázares es un hombre con suerte, dio el salto en el momento adecuado. Ayer, en sesión del Consejo Técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social, tomó la protesta de ley como director general del IMSS, luego del nombramiento hecho por el presidente, Andrés Manuel López Obrador. Es licenciado en derecho por la Universidad La Salle, fue secretario de la Función Pública, ha sido diputado federal en dos ocasiones y antes de asumir el cargo como titular del Seguro Social, se desempeñó como senador de Morena. Promete buenos resultados en seis meses. Ojalá, pues el sector salud no puede ni debe sufrir tropiezo alguno. En este sector sólo triunfadores. II. Necedad. A pesar de que Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México, ha asegurado que ningún funcionario podrá percibir un salario mayor al suyo, que será de 80 mil pesos, ayer el magistrado presidente del Tribunal Electoral de la Ciudad de México, Gustavo Anzaldo Hernández, presentó el proyecto de presupuesto que solicita al Congreso local para 2019 y que establece un salario de 150 mil pesos para los magistrados. Se aprovecha de que “ahorita no existe una normativa que nos pueda dar un elemento cierto”, como dijo, y por eso prefieren madrugar. El hombre dijo que igual y para 2020 escuchan la recomendación. Cinismo cien por ciento puro. III. El contreras. El senador panista Gustavo Madero sacó una pancarta en el Congreso en la que enarbolaba sus ahora nuevos principios: ni perdón ni olvido. No al “pacto de impunidad” de López Obrador, exigió. No se lo perdonaron. Rápidamente se recordó que él fue uno de quienes avaló el Pacto por México, responsable de los gasolinazos, y que los panistas ya tuvieron la oportunidad de hacer un México mejor, cosa que no lograron en 12 años, bajo la batuta de Vicente Fox y Felipe Calderón. De haber expresado esta frase, años antes, hubiese sido más afortunada. Así las cosas: el PAN pidiendo justicia con una pancarta. Madero y los panistas son verdaderamente desmemoriados. IV. Marcaje personal. Lo que de ahora en adelante decida Luisa María Alcalde Luján, secretaria del Trabajo y Previsión Social, interesará a la mayoría de los mexicanos. “La Cuarta Transformación significa acabar de raíz con la corrupción y todos los días será una lucha”, indicó. En su primer día de actividades, destacó que trabajará para garantizar salarios dignos, la seguridad social y el reconocimiento de los derechos de los trabajadores. La responsable de la política laboral en el país tomó protesta a los subsecretarios del Empleo y del Trabajo, Horacio Duarte y Alfredo Domínguez, respectivamente, además, Marco Antonio Hernández será titular de la Unidad Administrativa y Finanzas. En ellos recaerá la defensa de los bolsillos de millones de mexicanos. A trabajar. V. Creatividad. Todos se quieren sumar al cambio. Janine Otálora, magistrada presidenta del TEPJF, propuso que exista la figura del “mediador electoral” para los conflictos intrapartidistas y con esto, lograr una procuración de justicia más ágil y rápida. Lo planteó durante la plenaria sobre conflictos electorales y medios alternativos de solución dentro de la Segunda Asamblea de la Red Mundial de Justicia Electoral, que organizó el TEPJF en Cancún, Quintana Roo. Explicó a sus homólogos de 43 países que el tribunal resuelve los conflictos internos de los partidos, desde sanciones a militantes, negativas de candidaturas, expulsiones, afiliaciones indebidas y es ahí donde debe pensarse en crear la figura del mediador electoral. Todo suma. El objetivo es mejorar. BITÁCORA DEL DIRECTOR / PASCAL BELTRÁN DEL RÍO
Color Morena
Una de las formas de dominación que encontró la organización política de masas que surgió de la Revolución Mexicana fue sembrar en la mente de los ciudadanos que partido, gobierno y país eran una misma cosa. Para concretar de modo visual dicha trinidad, se utilizaron los colores de la bandera. Desde su nacimiento en 1929, el Partido Nacional Revolucionario adoptó como emblema un círculo con tres franjas verticales, una verde, otra blanca y otra roja, sobre las cuales se asentaron las tres letras de la sigla de la organización. Dicho emblema fue repetido después, con algunas modificaciones de diseño, por los herederos del PNR: el Partido de la Revolución Mexicana y el Partido Revolucionario Institucional. Durante décadas, la oposición política combatió el uso que el PRI hacía de los colores patrios. Argumentaba, entre otras cosas, que era un obstáculo a la libre competencia en la arena electoral. Pero al menguar la hegemonía del PRI, dicha batalla quedó en el olvido. Y los partidos que comenzaron a ganarle cargos de elección al tricolor a finales del siglo pasado recurrieron a la misma lógica de éste: ligar los colores de la organización con el gobierno que les tocaba encabezar. Recuerdo que uno de los primeros en hacerlo fue Acción Nacional. Poco después de que ganó por primera vez las elecciones para el ayuntamiento de Naucalpan, Estado de México, los barandales de los puentes peatonales sobre el Periférico Norte fueron pintados de azul. Los colores partidistas aparecieron entonces en edificios públicos, placas de automóvil y en la imagen de estados y municipios. Los panistas lo pintaban todo de azul; los perredistas, de amarillo; los del PVEM, de verde; los de Convergencia –hoy Movimiento Ciudadano– de naranja, y los priistas siguieron usando los colores de la bandera. Sin embargo, habían quedado a salvo de estas prácticas las actividades del gobierno federal. En vísperas del 1 de diciembre, el nuevo gobierno federal dio a conocer la imagen que utilizará. Ésta lleva la frase “Gobierno de México”, que se distingue de la de “Gobierno de la República”, utilizada en otras administraciones. Asimismo, echa mano de las efigies de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Esto ha sido motivo de críticas, pues se ha señalado el parecido que tiene con la iconografía soviética, pero también porque ninguna de las figuras históricas elegidas es mujer. Pero el rasgo que me parece más criticable es el color vino que se utiliza de fondo, muy similar, si no es que idéntico, al del emblema electoral de Morena, el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador en 2014, y con él éste ganó la Presidencia de la República en los comicios de este año. Ayer, en su primera conferencia de prensa en Palacio Nacional, López Obrador se paró frente a un podio que tenía detrás un enorme panel de ese color. En la transmisión de televisión, cuando la cámara enfocaba a López Obrador, el fondo era de color vino. La decisión de usar el mismo color del emblema de Morena en la imagen del gobierno es una incongruencia con lo que distintos personajes de ese partido reclamaron al PRI durante años. Es más, en septiembre pasado, en vísperas de las fiestas patrias, Morena anunció que iba a impulsar una iniciativa de ley para impedir que cualquier partido usara los colores de la bandera. Naturalmente, la medida iba dirigida al PRI. En su cuenta de Twitter, la senadora Ana Gabriela Guevara explicó el objetivo de la iniciativa. “Entre mis propuestas hay una sobre el uso de los colores patrios. Ningún partido usará como identidad la secuencia de los colores patrios. Ningún gobierno usará sus identidades gráficas y colores para ningún asunto, sea obra, uniforme, pintura”, escribió la senadora el 12 de septiembre en esa red social. Por lo visto, en los siguientes meses el gobierno surgido de Morena reflexionó y decidió hacer lo mismo que tanto han criticado sus miembros: usar el color institucional del partido para la imagen del gobierno federal, parte de la cual son los personajes históricos ya referidos. Con esto se busca, obviamente, asociar en la mente de los ciudadanos que Morena, el gobierno y el país son una sola cosa. Es decir, lo mismo que hizo el PRI durante décadas. Luego dicen que no son lo mismo. BUSCAPIÉS
La lucha contra el neoliberalismo se ha convertido en el caballito de batalla del presidente López Obrador. En su discurso de toma de posesión utilizó los términos neoliberal o neoliberalismo 17 veces, casi tantas como las palabras corrupto y corrupción (20). Para comparar, las palabras democracia o democrático aparecen siete veces en el mismo texto; desarrollo, seis; educación o educativo, tres; futuro, dos, y ciencia, una.