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06:26 jueves 9 mayo, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Políticos y democracia
Se atribuye el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, así como el apoyo mayoritario de los ciudadanos a su gobierno, a una crisis de la democracia. Suele compararse este fenómeno con otros semejantes en el ámbito internacional. En realidad, no es la democracia la que está en crisis, en todo caso los partidos que dicen representarla. Por lo menos hasta ahora, una democracia representativa exige que los partidos políticos sean el vehículo para esa representación. Pero los institutos políticos no agotan en absoluto los cauces democráticos aunque de momento sean decisivos en la toma de acuerdos y disposiciones. Así lo demostró la marcha del pasado domingo, 5 de mayo. Uno puede estar de acuerdo o no con la marcha, pero no hay duda de que fue una expresión democrática. En todo caso, la crisis reside en los partidos políticos, no en el sistema. Es claro que los institutos políticos están en el origen de la decadencia porque Morena, de reciente creación, camina firmemente por la misma ruta que PAN, PRI, PRD, etcétera. La mímesis se debe a que sus cuadros proceden de los desechos de los otros partidos. Es decir, se incorporaron a Morena con las mismas mañas, aspiraciones, triquiñuelas y ambiciones con que militaban en sus institutos de origen. El deterioro procede de los partidos políticos, no de la democracia. Los partidos políticos en México defraudan a los ciudadanos por los mismos motivos por los que se niegan a renovarse según demanda la actualidad. Los partidos ya no representan a los ciudadanos sino a sí mismos o, lo que es lo mismo, a los intereses de sus dirigencias. Estos institutos no buscan políticos libres e independientes sino siervos de la causa de una marca o de una empresa, alejados de sus representados, indiferentes a la sociedad que justifica su existencia. En este contexto, sobresalen aquellas figuras públicas que entienden cabalmente que un partido político es un cauce y no un fin en sí mismo. Pocas personalidades se inscriben en estas posiciones. Dos me parecen representativas, López Obrador y Felipe Calderón. Curiosamente, antagonistas, pero exponentes de una rivalidad que muestra la fortaleza de la democracia. Habrá quienes apoyen a uno o a otro, quienes critiquen a uno o a otro, pero ambos representan independientemente de sus principios, convicciones e idearios, que la política es servicio a los ciudadanos y que un partido es únicamente el instrumento para ejercerlo. Así lo prueba la honradez personal de ambos. Si México carece de oposición en las instituciones democráticas es porque los partidos políticos abdican de su responsabilidad; si no surgen nuevas personalidades que encabecen la obligada transformación de los partidos, es a causa del servilismo impuesto desde las dirigencias y asumido en lo personal; si en cada partido las ambiciones personales de unos pocos trazan el rumbo del partido se debe a que la democracia interna ha sido abolida. Es absurdo que los partidos se consideren opciones democráticas cuando cancelan cualquier actuación democrática en su interior. Los partidos como los conocíamos están agotados, pero no implica que lo esté la democracia. Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador demuestran que el político es indispensable si no olvida que servir a la sociedad es su fin último. La escasez de individuos de esta estirpe revela el tamaño de la crisis de nuestra clase política, pero su presencia y su significado exponen que es posible la renovación. OPINIÓN / Sargazo en el Caribe: ¿llegó para quedarse?
Hace unos días sobrevolé el litoral de Quintana Roo hasta unos 45 kilómetros de la costa. Lo que observé desde 3 mil metros de altura me sobrecogió: una miríada de franjas enormes de color ocre derivaba sobre la superficie azul del mar, alineadas en formaciones paralelas e interminables que se movían, inexorablemente, hacia la costa. Parecían imágenes salidas de una película de ciencia ficción.
Era la tan anunciada arribazón masiva de sargazo (Sargassum), una macroalga marina que desde hace algunos años llega, en volúmenes cada vez mayores, a las costas del océano Atlántico tropical y que queda atrapada en el mar Caribe y el Golfo de México. Un alga que muchos asociamos con el legendario Mar de los Sargazos, el que atrapaba a los navíos que en los siglos XVII y XVIII se aventuraban por el océano Atlántico septentrional. El de los Sargazos es el único mar que no baña a ninguna nación, un mar sin costas. Fue uno de los descubrimientos de Cristóbal Colón en su primer viaje a América y muchos escritores, desde Julio Verne hasta Horacio Quiroga, han dejado volar su imaginación por el Mar de los Sargazos. El color ocre domina frente a las costas de Quintana Roo
Sin embargo, a este misterioso mar no le podemos echar la culpa de las arribazones masivas de sargazo que hoy azotan las playas de más de 20 países caribeños. Estas macroalgas siempre han habitado los esteros y lagunas costeras del Caribe. Pero las primeras arribazones conocidas en México se dieron en 2011, y se repitieron en 2014 y 2015 como lo documentó la científica Brigitta van Tussenbroek del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM. Desde entonces, las arribazones se han repetido cada año, pero en 2018 rompieron todas las marcas. Según Alfredo Arellano, secretario de ecología y medio ambiente de Quintana Roo, entre junio y diciembre de ese año se recolectaron más de medio millón de toneladas de sargazo en las playas de siete municipios. Y todo parece indicar que en 2019 las arribazones podrían ser aún mayores, lo que resultaría un desastre para la industria turística de Quintana Roo y la Riviera Maya. Hay varias hipótesis sobre porqué el sargazo se desarrolla tan descomunalmente y sobre cómo llega al Caribe. Brian Lapointe de Florida Atlantic University, uno de los científicos que más ha estudiado este fenómeno, cree que su crecimiento desmesurado se debe al exceso de nutrientes en aguas residuales urbanas y de fertilizantes agrícolas. En otras palabras, nuestros desechos vertidos a los ríos y al mar alimentan al sargazo, que ahora crece más y más rápido. El aumento de las concentraciones de dióxido de carbono (principal gas de efecto invernadero causante del cambio climático) en la atmosfera y su mayor absorción en el mar también pueden tener que ver con la proliferación anómala del sargazo. Es además posible que estas algas se alimenten de la exorbitante cantidad de nutrientes y fertilizantes que se vierten en el rio Amazonas y que son arrastrados hasta su desembocadura al mar en Brasil. Los cambios en las corrientes marinas del Atlántico, debido al calentamiento global, facilitarían además el desplazamiento del sargazo a donde hoy se acumula en grandes cantidades, como el Caribe mexicano. Aquí, de nuevo, el insaciable sargazo hallaría más alimento –nutrientes de las aguas negras de las ciudades y otros desechos– transformándose en el “super sargazo” que hoy invade las playas quintanarroenses. Son solo hipótesis y queda aún mucho por estudiar y conocer. Pero, cualesquiera que sean sus causas y origen geográfico, lo que queda claro, juzgando por lo que hemos visto en los últimos años, es que las arribazones de sargazo continuarán. Bien haríamos entonces en prepararnos adecuadamente para enfrentar los desafíos económicos, sociales y ambientales que acarrea su llegada. La problemática es compleja. El sargazo no solo impacta a la industria turística del Caribe mexicano y a las miles de personas y familias que dependen de ella, sino que además amenaza a las pesquerías de la región. Sus efectos nocivos en el medio ambiente también pueden ser muy graves, desde el impacto en los arrecifes de coral y los manglares, como en la fauna marina (por ejemplo, en las tortugas que anidan en las playas). También conviene recordar que las palas mecánicas que rastrillan la arena de las playas para limpiarlas de sargazo afectan irremediablemente a los ecosistemas costeros y a las dunas. No deja de sorprender que las autoridades de los tres ámbitos de gobierno y los hoteleros no hayan tomado medidas férreas en el asunto; sobre todo cuando la magnitud y los impactos de las arribazones de sargazo vienen anunciándose desde el 2015. Parecen paralizados. Se podrá argumentar que se han nombrado comisiones de estudio con la participación de las autoridades, el sector privado e institutos de investigación, o que se han diseñado estrategias multidisciplinarias. Pero la realidad demuestra que ninguna de estas medidas ha estado a la altura del desafío.
Frentes Políticos 1. Promotores. En el Bajío se gestó una nueva alianza con la idea de convertirse en una zona de desarrollo, productividad y paz social como ninguna otra en el país. Los gobernadores de Aguascalientes, Martín Orozco; Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez; Querétaro, Francisco Domínguez, y de SLP, Juan Manuel Carreras, integran la fuerza regional; y ahora se une también Enrique Alfaro, de Jalisco. Comandados por Pancho Domínguez, los mandatarios se propusieron crecer al 4.4% con su estrategia de ocho objetivos para impulsar a la región. Quieren convertirse en zona líder. Buenos proyectos y capacidad negociadora los definen. Todo les favorece para tener éxito. 2. La cima. Por si faltara sumar algo a la gestión de Omar Fayad, gobernador de Hidalgo, llegan a su estado las instalaciones del Centro del Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i). Y las puso a disposición del gobierno federal. Este centro de seguridad, dijo el mandatario ante el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es el más moderno de Latinoamérica. Tiene un programa que implica prevención del delito, combate a la corrupción, generación de oportunidades y atención prioritaria a los grupos sociales en riesgo de caer en la delincuencia. Comienza la etapa de una relación más estrecha con la Federación, y su modelo de seguridad, ciertamente, causará envidia a más de un gobernador. 3. Ni un paso atrás. El robo de combustibles se redujo en 95% desde que el gobierno federal decidió combatirlo, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador. “Estamos hablando de una disminución del 95% y ya es tendencia. No nos vamos a descuidar. En el caso de Hidalgo, la disminución es de alrededor del 60% y vamos a seguir con eso”, aseguró. Desde Zapotlán, Hidalgo, llamó a los habitantes de poblaciones donde persiste la práctica de ese delito a dejar de apoyar a las bandas del crimen organizado. El titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, puntualizó que aún hay comunidades en Hidalgo que apoyan a las bandas. En estas poblaciones hay una socialización del delito importante en el robo de hidrocarburos, así que hará falta más que un llamado a la legalidad. Ni el fuego les hace entender la gravedad de robar y comprar huachicol. 4. Dulce guardarropa. Adán Augusto López Hernández, gobernador de Tabasco, confirmó que un juez dictó sentencia de libertad absoluta al exmandatario Andrés Granier Melo, acusado por peculado, tras cinco años de reclusión en un penal y cinco meses de arraigo en Coyoacán, Ciudad de México. Fue condenado por peculado a 11 años de prisión y el pago de 196 millones de pesos por la reparación del daño contra el erario en el sector salud. Con esta nueva resolución, el acusado por el exgobernador Arturo Núñez Jiménez prácticamente queda libre de todo cargo. Las aguas vuelven a su cauce. Habrá quien piense en coincidencias por el cambio de sexenio, pero Granier recuperó en 2015 nueve de los 13 inmuebles que le fueron asegurados en 2013. Así que los buenos oficios de sus abogados venían desde entonces. Dueño de envidiable guardarropa, según dijo. ¡Mil camisas lo esperan! 5. Tramposo. La Sala Superior del TEPJF ordenó a la Junta Local del INE en Puebla dar entrada a una denuncia de Morena contra la candidatura de Enrique Cárdenas al gobierno estatal, por considerar que metió propaganda electoral con características “de propaganda comercial”, relacionada con la serie Juego de Tronos. Sin discusión alguna, los magistrados determinaron que la junta local debió investigar a profundidad el asunto, pues no le competía desecharla, ya que realizó un análisis parcial al respecto al considerar que no podía pronunciarse sobre temas de derechos de autor y propiedad industrial e intelectual, pero omitió la posible infracción en materia de propaganda electoral que vulnera el principio de equidad en la contienda. Épicos mañosos, y él. Bitácora del director / Dependientes
La expansión de Estados Unidos tuvo como uno de sus episodios centrales la guerra contra la población autóctona para arrebatarle sus tierras. Se cree que de los hasta 10 millones de indígenas que había antes de la llegada de los colonizadores, quedaron sólo unos 600 mil para mediados del siglo XIX, cuando los sobrevivientes fueron confinados en áreas especiales conocidas como reservas. Actualmente, hay unos 2.5 millones de estadunidenses nativos, de los cuales un millón vive en alguna de las 326 reservas del país. De por sí precaria, la calidad de vida en esos territorios se deterioró con la derogación de una ley, aprobada en 1832, que prohibía la venta de alcohol a estas comunidades. En 1953, las reservas –que tienen soberanía limitada– eligieron libremente si en ellas se podía vender alcohol o no. Eso empeoró con una decisión de la Suprema Corte que autorizó que las reservas decidiesen sobre tener juegos de azar. Actualmente, existen unos 460 casinos, operados por 240 de las 567 tribus indígenas reconocidas por Washington. La combinación de alcohol y casinos ha generado graves problemas sociales en muchas reservas, como suicidios, asesinatos y muertes accidentales. Pocos grupos indígenas estadunidenses lograron sustraerse de ese fenómeno. Un grupo chippewa-ojibwa conocido como Little Shell –nombre tomado del de uno de sus antiguos jefes– lo consiguió gracias a que pasó inadvertido. La tribu asentada en Montana no ha sido reconocida a nivel federal, a pesar de que lleva más de un siglo exigiendo serlo. Como no son reconocidos, los cinco mil 400 miembros viven diseminados en varios pueblos de Montana. Sin embargo, ese desprecio les ha permitido no sufrir los problemas de alcohol y drogas que asuelan a los cinco mil vecinos de la etnia cheyenne, que viven en una reserva de mil 800 kilómetros cuadrados y manejan el casino Charging Horse, en Lame Deer, Montana. En ese sentido, lo mejor que pudo haber pasado a los chippewa-ojibwa de Little Shell es que no les aplicaran las leyes y programas especiales, con los que el gobierno buscó resarcir, a mediados del siglo pasado, los daños que provocó la colonización de las tierras indígenas. Tan fueron un fracaso, que muchas tribus han vuelto a prohibir el alcohol en las reservas, como estaba antes de 1953. En eso pensé cuando escuché al presidente Andrés Manuel López Obrador decir que su objetivo es que la totalidad de los hogares indígenas sean atendidos por los programas sociales de su gobierno y que, en el resto de los casos, sea uno de cada dos. Si la mitad de los hogares en México están cubiertos por al menos un programa social –lo mismo que todos los hogares indígenas–, cabe preguntarse, primero, con qué dinero se va a pagar, y, segundo, qué va a provocar esa política social (suponiendo que sólo se cubra una parte de la meta). Ningún país prospera regalando dinero a su población. Recientemente, Argentina y Venezuela lo intentaron y eso los llevó al fracaso económico. Las naciones prosperan cuando el gobierno da incentivos y libertad para invertir y crear empleos, los cuales –gracias a la educación, la competencia, la innovación y la seguridad jurídica– con el tiempo se vuelven empleos mejor pagados, que permiten progresar a quienes los ocupan. Buscapiés ¿Qué dará mejores resultados, mandar a los corruptos al siquiatra, para que se curen con terapia, o aplicarles la ley hasta abatir la impunidad?