Vínculo copiado
Después de 28 años se terminó un negocio familiar.
14:19 domingo 12 septiembre, 2021
San LuisAntes de la pandemia, Víctor González Araiza se dedicó durante 19 años a prestar el servicio de transporte privado escolar, profesión que heredó de sus padres con dos camionetas incluidas, pero con el tiempo vendió uno de los vehículos, ya que no era rentable pagar el sueldo de un chofer. “Este trabajo no es para hacerse rico, además de que conlleva una enorme responsabilidad”. Forma parte de una familia que se dedicó a dar este servicio durante 28 años, primero de forma informal hasta que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes les obligó a regularizarse. Desde entonces, él y su familia se comprometieron a capacitarse al comprender la responsabilidad que tenían en sus manos. González Araiza tomó cursos de primeros auxilios, manejo en situaciones de riesgo e incluso psicológicos para el manejo de la ira. “La pandemia nos vino a partir el alma”, es la frase que eligió Víctor para comenzar su relató sobre las decisiones que tuvo que comenzar a tomar cuando se quedó sin trabajo, pues de un día para otro, los niños y niñas a quienes recogía en sus escuelas y entregaba en sus casas, ya no regresaron a las aulas. En un principio se dijo que sería temporal, una cosa de dos o tres meses, máximo. Ante la incertidumbre logró que la mayoría de sus clientes aceptaran pagarle parte del servicio, algunos incluso la totalidad. Recapituló que, a pesar de la situación, el gobierno nunca les debió de cobrar los impuestos relativos al refrendo, revista, derecho vehicular, licencias y además los seguros, “nunca tuvimos apoyo”. Cuando fue evidente que el regreso no sería rápido, llegó el momento de vender. Después de seis o siete meses sin poder laborar en la única forma de ingresos que tenía y al terminarse todos sus ahorros, decidió vender su camioneta de transporte escolar y buscar nuevas opciones de trabajo. A un año y ocho meses de la pandemia, cuando finalmente se aprobó el regreso a clases de forma presencial, para Víctor González ya no sería factible volver al negocio del transporte escolar, porque para empezar ya no cuenta ni con el vehículo, y además considera que las reglas y requisitos para poder laborar serían complicados de cumplir. “Yo no regreso al transporte escolar, buscaré otro modo de vida”, afirma tajante Víctor, ya que, aunque es un trabajo que le otorgó cierta estabilidad económica, también le proporcionó mucho estrés ante la responsabilidad, sin embargo, recuerda con cariño a los niños que le tocó transportar en la primaria, que incluso aún se encuentra y le da mucha satisfacción cuando lo reconocen. Hace un año que comenzó a labor en un taller mecánico propiedad de su hermano, con lo cual ha logrado tener cierta estabilidad para mantener a su familia.