Uno de los valores cívicos inculcados en la primaria fue el respeto a las instituciones, entre ellas destacaba el ejército, por su valor y entrega a la patria, porque en los desastres están presentes, porque eran los más aplaudidos en los desfiles, con su gallardía y sus armas al hombro, tan admirados que cuando niños había quienes decían que cuando “grandes” querían ser soldados. Hoy se ha perdido el respeto por esa institución, se le ha degradado, esos hombres y mujeres valientes hoy se les ha visto atacados, dañados, ultrajados y hasta se hace burlan de ellos a través de los “memes”, del glorioso uniforme. Y todo gracias a su “comandante supremo” que ha indicado “abrazos no balazos”, y es que no es un episodio, son varios en donde se ha visto que nuestros militares lo mismo los desarman que los torturan, los asesinan o de plano solo los persiguen y se burlan de ellos. De la institución, sean del ejército, de la marina o de la guardia nacional, todos con formación militar. Hoy asistimos a ver un gobierno que no quiere utilizar la fuerza contra quienes, en su mayoría, han asesinado a más de 120 mil personas en lo que va de éste sexenio. Que porque se protege a los militares, pero también a los delincuentes porque “ellos también son humanos”. El video filtrado por ellos, los llamados “malosos”, en Nueva Italia, Michoacán, donde se les ve insultando y persiguiendo a un grupo de soldados, no ha dañado a un gobierno cuya política de seguridad se encuentra sobre un 21 por ciento de aceptación. No, ha dañado a una institución y el orgullo de quienes la conforman y pertenecer a ella. Pero dice López Obrador desde su templete mañanero “Ésta es una política distinta, completamente distinta, por eso lo de ayer, que muchos celebraban de que era el mundo al revés, pues para mí fue una actitud responsable”. Y agregó que  “Tanto la Secretaría de la Defensa, como la Secretaría de Marina, la Guardia Nacional, tienen formación para evitar los enfrentamientos y que se use más la inteligencia que la fuerza. Cuidamos a los elementos de las Fuerzas Armadas, de la Defensa, de la Guardia Nacional pero también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos”. “Tenemos que reconocer la actitud responsable del Ejército en estos tiempos”, dijo. Puso una gráfica en la pantalla del salón donde se realizan las mañaneras para destacar que hay menos “letalidad” en los enfrentamientos con criminales que con Felipe Calderón y Peña Nieto. Menos “letalidad” cuando se llevan 120 mil asesinatos en lo que va de este gobierno, mientras que en el mismo periodo de tiempo con Zedillo, que hubo 50 mil 711 homicidios; Fox, 46 mil 167; Felipe Calderón, 53 mil 319, y Peña Nieto, 74 mil 737, hoy la mayoría muertos, asesinados, acribillados por esas bandas que tanto protege, cuida y hasta libera a sus líderes o saluda a sus madres, el líder de la 4T ¿Pensarán los familiares de las víctimas que hay que cuidar a los criminales? ¿Los desplazados por la violencia? ¿Los que les quitan a sus hijos y mujeres a la fuerza? ¿Familias desplazadas de sus pueblos? ¿Agricultores que les quitan su cosecha? ¿Y los que sufren de extorsión, como los comerciantes, los empresarios? Y ¿los militares, marinos y miembros de la Guardia Nacional, a quienes se les ha pisoteado su orgullo de pertenecer a estas instituciones? Y los cuestionamientos y hechos respecto a que esas bandas han intervenido en los procesos electorales de Michoacán y Sonora, Zacatecas o en Sinaloa, dónde han quedado, solo en silencio. Todo dentro de la política de “abrazos no balazos”.   Entonces emerge la duda, surge la pregunta ¿hay complicidad? Porque después de lo dicho por López Obrador, de lo que las imágenes han mostrado de lo que han padecido los miembros del ejército, donde se les mima en los hecho y en los discursos a los denominados “malosos” y se les amenaza con “acusarlos con su mamá”, entonces parece más un pacto, un acuerdo que concluye en un negocio que reditúa en votos y recursos. O no