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Proteccionismo, discursos, amenazas y mucho más para un año lleno de retos
00:03 viernes 29 noviembre, 2024
ColaboradoresLa economía mexicana enfrenta un panorama complejo y desafiante para 2025. Las políticas proteccionistas propuestas por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, junto con los problemas estructurales internos, auguran un escenario de bajo crecimiento, alta inflación y vulnerabilidad financiera. Me hubiera gustado iniciar esta columna de manera diferente, pero la realidad es que, los que saben de historia saben que es cíclica y que las piedras, aquellas que fueron un estorbo en el camino, volverán a estar nuevamente en nuestro panorama político y económico. Ante esta situación, es relevante realizar un análisis sobre los factores clave que influirán en el desempeño económico de México, explorando posibles contrapesos a los retos venideros. Entre 2016 y 2020, durante la primera administración de Trump, México enfrentó episodios de volatilidad económica. Según datos del INEGI (2020), el PIB mexicano apenas creció un 2.3 % anual en promedio, mientras que el peso sufrió una depreciación del 20 % frente al dólar entre noviembre de 2016 y diciembre de 2019. Esto fue impulsado por amenazas de aranceles, renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y tensiones en materia migratoria. Aunque el T-MEC mitigó algunos riesgos, las políticas proteccionistas limitaron el crecimiento. De manera similar, las proyecciones de Moody’s Analytics para 2025 anticipan un impacto comparable, pero con una mayor intensidad debido a aranceles del 25 % sobre exportaciones mexicanas. Estos aranceles no solo encarecerían los productos mexicanos en EE. UU., sino que también desincentivarían inversiones extranjeras directas, que ya representaron apenas el 2.9 % del PIB en 2023 (Banxico, 2023). Ya metidos en calificadoras, las que Andrés Manuel López Obrador se cansó de menospreciar y que ahora el tiempo les ha dado la razón, llama de manera más interesante la atención como Moody’s Analytics proyecta un crecimiento económico de apenas 0.6 % para 2025, una caída significativa respecto al 1.3 % estimado para 2024. Este escenario es producto de una contracción en las exportaciones, las cuales representan aproximadamente el 39 % del PIB mexicano (Banco Mundial, 2023). Los sectores automotriz y agrícola, que dependen en gran medida del comercio con EE. UU., serían los más afectados. Es cierto que las perspectivas que tiene banco de México o la Secretaría de hacienda y crédito público son mayores, cuestión lógica cuando se ve con optimismo y se siente uno fuerte de cara a la toma de decisiones que puedan alterar un poco el porcentaje con el que nos movemos en crecimiento económico. La inflación, que cerró en 4.6 % en 2023, podría alcanzar niveles superiores al 6 % en 2025, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2023). Esto requiere un análisis mucho más específico para poder ver el balance de los daños y la preparación que debemos llevar ante el panorama que se nos presenta los próximos meses. La depreciación del peso frente al dólar tiene implicaciones profundas y multifacéticas sobre la economía mexicana, particularmente en un contexto donde las importaciones representan un componente sustancial de la actividad económica. El ajuste cambiario, que inicialmente puede actuar como un amortiguador ante choques externos, tiende a convertirse en un factor desestabilizador cuando su efecto sobre los precios internos y las cadenas de valor industriales se intensifica. Según el INEGI, cerca del 48 % de los bienes intermedios utilizados en los procesos productivos mexicanos son importados, lo que implica una alta sensibilidad de los costos industriales a la volatilidad cambiaria. Sectores como el automotriz, manufacturero y farmacéutico dependen significativamente de insumos extranjeros. Por ejemplo, el sector automotriz, que representa aproximadamente el 3.5 % del PIB nacional, ha experimentado incrementos en sus costos operativos debido al encarecimiento de componentes importados (INEGI, 2023). Estos incrementos se trasladan, en última instancia, a los precios al consumidor, contribuyendo al alza inflacionaria. En contextos anteriores, como en 2016, cuando el peso sufrió una depreciación del 20 %, la inflación subyacente aumentó en un promedio de 1.5 % adicional al nivel base, lo que demuestra la correlación directa entre la depreciación cambiaria y la inflación (Banco de México, 2017). La importación de productos alimentarios, que constituye el 20 % del total importado por México, se ve particularmente afectada por un peso débil. Esto eleva el costo de bienes esenciales como maíz, trigo y soya, impactando directamente en la canasta básica. El aumento de precios en este rubro tiene un efecto regresivo, ya que afecta en mayor proporción a los hogares con ingresos bajos, que dedican una mayor parte de su presupuesto al consumo de alimentos. De acuerdo con las proyecciones del FMI, la inflación en México podría superar el 6 % en 2025 si la tendencia de depreciación del peso continúa, exacerbada por factores externos como el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal y tensiones comerciales internacionales. Este nivel inflacionario representaría un retroceso significativo frente al objetivo del Banco de México, que busca mantener la inflación en un rango del 3 % ± 1 %. Además, la incertidumbre cambiaria incrementa el costo de financiamiento para las empresas, ya que los ajustes en la tasa de interés buscan contener los efectos inflacionarios pero también encarecen los créditos. Esta dinámica puede reducir la inversión productiva, creando un ciclo de menor crecimiento económico y mayor vulnerabilidad. Históricamente, México ha enfrentado episodios similares, como durante la crisis de 1994-1995, cuando el peso sufrió una depreciación del 50 %. En aquel entonces, la inflación anual alcanzó un pico del 51.97 %, impulsada por el encarecimiento de bienes importados y la pérdida de poder adquisitivo (INEGI, 1995). Aunque las circunstancias actuales son diferentes debido a la fortaleza de las reservas internacionales y la credibilidad del Banco de México, el riesgo de inflación sigue siendo latente en un entorno global de alta volatilidad. Con el endurecimiento de las políticas migratorias en EE. UU., el flujo de remesas, que alcanzó un máximo histórico de 58,497 millones de dólares en 2022 (Banco de México, 2023), podría reducirse significativamente. Esto impactará principalmente a los hogares de bajos ingresos, exacerbando la desigualdad y debilitando el consumo interno. Analizados estos aspectos es importante también determinar cuáles son las ventajas y cuáles son los contrapesos que puede manejar México como alternativas para no sólo en la detección de necesidades sino también, de manera urgente, poder proponer aspectos mucho más efectivos hacia el crecimiento necesario que requiere nuestra economía. La necesidad de reducir la dependencia económica de EE. UU. podría impulsar una mayor integración con mercados europeos, asiáticos y latinoamericanos. La Alianza del Pacífico y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP-11) son plataformas que México puede aprovechar. Aunque la depreciación del peso impulsará la inflación, también mejorará la competitividad de las exportaciones mexicanas en otros mercados. De ser así, los contrapesos internos podrían mitigar riesgos a favor de incrementar la inversión pública en infraestructura y programas sociales podría compensar parcialmente la caída en las exportaciones. Ante el aumento de tasas de interés en EE. UU., el Banco de México deberá equilibrar el control de la inflación con el estímulo económico. Es importante no caer en errores del pasado, para poder contar con un estímulo real, México debe promover políticas fiscales y regulatorias que atraigan capital extranjero, especialmente en sectores como energías renovables y manufactura avanzada. A nadie se nos escapa como el futuro económico de México en 2025 depende de su capacidad para enfrentar políticas adversas provenientes de Estados Unidos y resolver sus propios desafíos estructurales. El escenario parece desalentador, existen oportunidades para transformar la crisis en un catalizador de cambio. Una estrategia integral que combine diversificación comercial, fortalecimiento del mercado interno y políticas fiscales sólidas será clave para evitar una década perdida. ¿+ información? No dudes en descargar el análisis detallado en https://online.fliphtml5.com/ncyes/lwlg/
#GlobalMedia #Economia #México #T-MEC SOBRE LA FIRMA
Columnista en #Globalmedia desde el 2018
Escribe sobre economía y política nacional e internacional.
Economista, Doctor en Adminstración con experiencia en Mercados Financieros.