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La diferencia con el proyecto de mi Andrea sería el quinto camión
00:02 sábado 5 abril, 2025
ColaboradoresLa camarada Andrea ha marcado el camino. El Doctor Patán, siempre atento a las posibilidades que ofrece la tecnología en términos del bienestar del pueblo, leyó con admiración que la compañera se armó en Chihuahua una red de camiones que llevan servicios de salud a los más necesitados. Se ve que están espectaculares. Son cuatro, tres de ellos para la dolida Ciudad Juárez, a la espera de un quinto para Chihuahua capital, y parece que sirven para lo que sea, desde ponerte una vacuna –en cuanto vuelvan a aparecer, se entiende–, hasta una liposucción. Por eso salen caritos: 10 millones al mes por autobús. No importa. No hay que escatimar cuando se trata de la salud del pueblo bueno.
Aquí su doctor, consciente de que sus ambiciones presidenciales no aterrizarán en la realidad y de que su entrada al poder judicial tendrá que esperar –estoy organizando la agenda para hacerme del título en Humanitas–, tomó nota de la iniciativa y ha decidido convocar a la “clase empresarial”, como hizo mi compañera de militancia, para desarrollar una red equivalente en la Ciudad de México. Clase empresarial: necesitaría 50 millones al mes, para un total de cinco camiones. Cuatro estarían consagrados a asuntos de salud física. ¿Que el Brayan llega con una herida de machete en el cráneo por unos invasores de casas a los que hizo frente? Se le remienda. ¿Que el Kevin presenta una herida de bala alojada en el páncreas por un pasajero que se resistió al asalto en el transporte público? Extracción y transfusión. ¿Que Janet sufre una septicemia por consumo de carne en descomposición bajo la forma de tlayuda? Hidratación y antibióticos. En fin, que esos cuatro camiones estarían dedicados a lo normal en nuestro país. Lo de todos los días.
La diferencia con el proyecto de mi Andrea sería el quinto camión. Como saben, mi especialidad es la salud mental. Bien. Estoy dispuesto a llevar terapia a las zonas más aisladas, más olvidadas, más hundidas en la marginación. El autobús tendría una salita cómoda para las sesiones, una cocina pequeña pero bien equipada, una biblioteca con sillón de lectura-siesta reparadora, máquina de Nespresso (de las austeras) y tal vez una mesita para las botellas de whisky, indispensables cuando uno se sumerge, empático, en la tenebra de la psique humana.
¿Qué haría falta, además de los 10 millones por camión? Un subsidio. En las zonas pobres, creo, no cualquiera puede pagar 2500 pesos por hora de terapia, y la salud mental no es algo que aguante estrategias tipo farmacia de similares, con la clínica de 25 pesos al lado. Así que el gobierno federal tendrá que poner su parte.
Bueno, faltaría eso, y un nombre. Ojalá los lectores puedan ayudarme. “Los camiones de la salud del Doctor Patán” me parece demasiado largo como título. ¿Doctorbús, tal vez? Los leo.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09