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Sirvan estas fechas para recordarles que si lo suyo es el odio, lo nuestro tiene que ser el respeto a la diversidad y a la libertad
00:10 miércoles 10 diciembre, 2025
Colaboradores
Si usted ya tiene planes para esta época de festejos decembrinos, habrá seguramente pensado no solo en qué va a servir o en qué regalos hará, sino también en cómo va a sobrellevar conversaciones con familiares y amistades que tienen opiniones políticas distintas a las suyas. ¿Verdad?
Si no lo ha hecho, querido lector, querida lectora, es por una de dos: o todo su círculo social/familiar comparte sus posturas, o de plano tienen prohibido que se hable de política o religión o temas sociales a la mesa.
Hay una tercera posibilidad: usted se sentará en una mesa diversa, plural, en la que los asistentes tendrán que hacer un ejercicio de mesura y respeto. Porque si no es así, se van a aventar los romeritos y el bacalao y podría haber uno que otro malherido.
Espero sinceramente que la suya sea una mesa en que el cariño y los lazos familiares/afectivos sean más fuertes que la política, o que tengan una disciplina férrea que los haga evadirlos. Pero de no ser así, permítanme darles algunas sugerencias para sobrevivir a las fiestas decembrinas.
Primero, recuerde algo bastante elemental: el país, la sociedad, son mucho más diversos, amplios y complejos que las redes sociales o nuestros grupos de WhatsApp.
Luego, crea usted o no en las encuestas, considere que las que son serias y profesionales apunta a que hay una mayoría que aprueba al gobierno en turno y una minoría -que no es para nada insignificante-, que se le opone. Más allá de su preferencia particular, recuerde que hay un montonal de personas (el 60-65-70%, el 30-35-40%) que están del lado opuesto. Son, como diría mi abuelita, un chorro. (Mi abuelita hubiera dicho que un chin*o, pero eso porque era medio mal hablada).
Trátese de una tercera parte o de dos terceras partes, no son desdeñables, y no merecen ser ignoradas ni descalificadas. Las probabilidades de que al menos una o dos o más de las personas sentadas a su mesa estén en el otro bando (sic) es muy alta, y sí merecen estar en su mesa merecen también su respeto y consideración.
¿Es usted religioso? Entonces sabrá que esta temporada no es de odios y confrontaciones, sino todo lo contrario. ¿Es agnóstico o librepensador? Entonces sabrá que en la variedad de creencias y de escepticismos está la riqueza de la humanidad.
Ahora bien, si es usted de ese reducido pero sonoro segmento que piensa que con “los otros” no se puede o no se debe hablar, que no merecen ya no digamos consideración, sino ni siquiera el saludo, déjeme darle mi más sentido pésame. Ha sepultado usted su humanismo, ha privilegiado sus opiniones por encima de sus amistades, ha dado el certificado fúnebre a su propia capacidad de convivencia civilizada.
En un ensayo de lectura indispensable, E.M. Forster plantea que si lo obligaran a escoger entre traicionar a su país (es decir, a su causa) o traicionar a su amigo, esperaría tener el valor de poder traicionar a su patria.
Los que predican los extremos y los absolutos quisieran que creyéramos más en sus ideales que en la convivencia humana, que en la sociedad, que en las amistades.
Sirvan estas fechas para recordarles que si lo suyo es el odio, lo nuestro tiene que ser el respeto a la diversidad y a la libertad.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
@GABRIELGUERRAC