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Luego se acaba el dinero y los millones de personas a las que favoreciste se lanzan a las calles a golpear policías, saquear negocios
00:10 jueves 27 noviembre, 2025
Colaboradores
Uno de los grandes problemas del asistencialismo, esa arma buenaondita de los populismos, es que es una fábrica de extorsionadores. Agarras los dineros públicos, que son muy sabrosos de gastar porque no salen de tu bolsillo, y te pones a repartirlos o en cash, o en privilegios, con el argumento chantajista de la justicia social y con la evidente intención de comprarte, en abundancia, votos y movilizaciones para lo que se ocupe.
Luego se acaba el dinero y los millones de personas a las que favoreciste se lanzan a las calles a golpear policías, saquear negocios, destrozar el patrimonio nacional y bloquear calles, carreteras o aeropuertos, o porque directamente no estás ya en condiciones de llenarles los bolsillos, o —más a menudo— porque la extorsión es un proceso sin fin, en el que el extorsionador tiene siempre demandas nuevas y más desmesuradas que las anteriores.
Ese es el problema al que se enfrenta la administración de Claudia Sheinbaum, que, claro, sobre todo es un problema que sufrimos nosotros, los ciudadanos. Un problema que le dejó su antecesor.
Las fronteras entre un “apoyo” necesario a una población desprotegida —es una palabra un bastante tonta, “apoyo”, pero es lo que hay— y la compra descarada de votos puede ser borrosa, pero, sabidamente, el PRI se entregó sin pudores a esa forma de paternalismo tramposo durante muchos años, el PAN no la abandonó del todo y luego, cómo no, llegó el licenciado López, le metió esteroides y proteína para que se le hipertrofiara el músculo, se retiró a escribir sus obras maestras en La Chingada y le dejó las consecuencias, el tiradero, a su sucesora, que no es que no crea en las virtudes de repartir billete y concesiones a diestra y siniestra —lo ha dicho con todas sus letras—, sino que sencillamente ya no tiene dinero suficiente para cumplirle tanto a tantos: la inversión y por lo tanto el crecimiento han casi desaparecido por efecto del golpe de Estado judicial y la criminalidad, y los ahorros que dejó el neoliberalismo se los quemó AMLO en obras desmesuradas y, justamente, asistencialismo desaforado.
Así que tienes a la CNTE, que Peña Nieto había logrado disminuir y que revivió el sexenio pasado, cerrándole la Ciudad de México y reventándole los actos públicos; a los normalistas, utilizados electoralmente durante años por el progresismo chairo, robando sin control y agrediendo al Ejército sin consecuencias; y a los agricultores bloqueando carreteras porque el sexenio pasado se les garantizó, de dientes para afuera, la prosperidad, y ahora no hay modo de pagarles lo que les prometieron por tonelada de maíz o frijol.
Volteen a Venezuela o a donde quieran: ¿qué les queda a los populismos cuando se les acaba el dinero? La policía. Se acaban las zanahorias, empiezan los chingadazos. Justo ahí estamos llegando.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09