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El gobierno mexicano tiene algunos recursos propios para enfrentar lo que es en buena medida un problema multifacético, pero también dependerá de qué tan lejos quiera o pueda llegar y de sus propias condiciones internas
00:03 martes 12 noviembre, 2024
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WASHINGTON.- El virtual presidente electo estadounidense, Donald Trump, amenaza con imponer aranceles excesivos a los productos mexicanos para obligar al gobierno mexicano a tomar medidas para reducir la llegada de migrantes a la frontera con Estados Unidos. El gobierno de México no lo aceptó formalmente. No lo dijo. Pero tomó medidas al efecto. Bueno, eso pasó hace seis años y ocurre otra vez ahora. Solo que esta vez el régimen estadounidense que tomará posesión en enero próximo surge de una incontestable victoria en la que no solo ganó el voto electoral sino el popular y, por tanto, una legitimidad que faltó en el primer gobierno de Trump. La impresión en Washington es que Trump usará la amenaza de incrementar aranceles una y otra vez para presionar a que el país frene el flujo de migrantes hacia el norte, para tratar de llevar al gobierno a una acción más decidida y quizá decisiva respecto al tráfico de drogas y, por supuesto, a disposiciones que en su opinión perturban el comercio y eso incluye la creciente participación de China en las cadenas de producción en México. Son temas en los que Trump basó buena parte de su campaña presidencial 2024, sobre la idea de que los Estados Unidos están invadidos por inmigrantes indocumentados criminales que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México, vulnerable también a los cárteles del narcotráfico y en otro sentido, el lugar que los chinos tratan de aprovechar para darle la vuelta a prohibiciones estadounidenses que afectan sus exportaciones. Trump es un maestro en el uso de la intimidación y las posiciones de fuerza para obligar a sus contrapartes. El gobierno mexicano tiene algunos recursos propios para enfrentar lo que es en buena medida un problema multifacético, pero también dependerá de qué tan lejos quiera o pueda llegar y de sus propias condiciones internas. Para analistas en Washington, es muy poco probable que se cierre por completo el comercio transfronterizo, dado el impacto que esto tendría en el sector manufacturero estadounidense. Pero al mismo tiempo, es una situación que se considera forzará la mano del gobierno mexicano, lo que hace pensar que será poco probable que los aranceles lleguen a ser puestos en práctica. La realidad económica regional en general obliga a una alineación, a regañadientes o como sea. La realidad es que, si bien tiene posibilidades de aminorar los golpes, el gobierno de la presidente Claudia Sheinbaum llega a la partida en condiciones poco óptimas: una economía debilitada y dependiente de su relación comercial con Estados Unidos, con una serie de compromisos económicos vinculados con programas sociales y subsidios a empresas estatales. Tiene la ventaja y la desventaja de la vecindad y la importancia relativa de México para la potencia estadounidense, no sólo en lo económico y lo social, sino también en lo geopolítico. Es, como dijera Yogi Berra, aquel famoso catcher de los Yanquis de Nueva York, "deja vu otra vez". Pues sí, pero un poco más. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE