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(SEGUNDA PARTE) Las familias que buscan a un ser querido se enfrentan a más que la angustia generada por no encontrarlo
01:52 jueves 2 mayo, 2024
San Luis¿Qué ha pasado con las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa? ¿Sobre quienes despidieron a los jornaleros del caso Pirasol? ¿Qué pasa con los hijos de cientos y cientos de personas con fichas de búsqueda en el país? Estos son cuestionamientos que enmarcan la crisis que enfrenta el país entero en materia de desapariciones, situación a la que San Luis Potosí no es ajeno.
En solo seis años previos al 2021, tanto la Procuraduría General de Justicia del Estado, ahora convertida en Fiscalía documentó 848 casos de personas desaparecidas o no localizadas en la entidad: 80 en el 2016; 72 en el 2017; 115 en el 2018; 101 en el 2019; la cifra crece exponencialmente en 2020 con 205 casos y finalmente, es el 2021 el año con más reportes con 275. En estos años solo hay 12 presuntos responsables detenidos que enfrentan un proceso por su supuesta implicación en estos casos. “Son constantes los reportes que se hacen de personas desaparecidas o no localizadas, en las dos variantes que se tienen; depende del hecho, si es no localizada puede ser que no está vinculada a un hecho delictivo, se dan los reportes y el seguimiento necesarios”. “Son constantes los reportes que se hacen de personas desaparecidas o no localizadas, en las dos variantes que se tienen; depende del hecho, si es no localizada puede ser que no está vinculada a un hecho delictivo, se dan los reportes y el seguimiento necesarios”, reconoce el titular de la Fiscalía Estatal, José Luis Ruíz Contreras. Ante lo que implica buscar a una persona con un reporte que traspasa años e incluso décadas, Leobardo Aguilar Orihuela, titular de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, explica que este tipo de procedimientos se sitúan en larga data. “Hay personas que ya tienen muchos años que están reportadas como desaparecidas, en algunos casos las están reportando, pero que su desaparición data de muchos años atrás. Estas búsquedas las ubicamos en un contexto de larga data (…) Sin duda alguna hay casos que merecen una atención y enfoque diferenciado a otros casos, si una persona ha pasado varios años, su contexto y su búsqueda tiene que ser diferente”. Sin embargo, las familias que buscan a un ser querido se enfrentan a algo más que la angustia generada por no encontrarlos, también al trato que reciben de las mismas instituciones a quienes acuden para denunciar hechos de esta naturaleza. “Cuando es una posible desaparición por particulares, es difícil que avanzan las carpetas, cuando es una desaparición forzada, menos avanzan (…) tratamos nosotros de incentivar esta investigación, la Fiscalía tiene una incapacidad de sacar adelante la información que nosotros las familias llevamos”, consideró Héctor Flores, cofundador de la asociación civil “Luz de Esperanza. En este mismo sentido, Rosaura Magaña Rivera, integrante de “Entre Cielo y Tierra”, incluso advierte que hay personas más susceptibles de ser vulneradas. “En el caso de las personas que estamos, de clase media, clase baja sí somos vulnerables y es para nosotros más difícil el que nos puedan, en su momento, en emergencia, salir y actuar en proporcionarnos una comisión de búsqueda”, dijo. Pero no solo por parte de las autoridades, personas inmersas en las búsquedas también lamentan la actuación que la sociedad en general ha tenido hacia su lucha. Marco Antonio González ha buscado a su hermana y sobrino desde 2014 y ante este panorama expuso: “Cuando hacíamos protestas, marchas, tipo de movilización social, éramos muy criticados, atacados por la misma sociedad, era para hacer presión a las autoridades y la sociedad no lo veía de esa manera. Hasta que llegan a conocer un familiar un amigo, un familiar que tiene esta misma situación, es cuando comprenden más de ello”. María Del Rosario Torres Mata, quien fundó la Asociación de Fe y. Esperanza para Víctimas Del Delito, tras el secuestro y asesinato de su hijo Christian Tolentino Torres en 2004, considera que la descomposición social de inseguridad que existe, se debe “a gran parte, a la indiferencia de la sociedad civil y a la indiferencia de muchas víctimas que dicen: ¿Qué gano? Ni pasa nada”.