Construido sobre los cimientos del poder mismo que ejercieron los vencedores de la Revolución en México, el todo poderoso PNR-PRM-PRI supo sortear los avatares de la historia que escribió con sus protagonistas. Los mismos que de sus filas salían y los que en los tres poderes presidian, hoy no se sostiene más que de los recuerdos de la gloria pasada sin la mínima reflexión de preguntarse ¿Qué pasó? Y ¿Qué vamos a hacer? Nada. San Luis Potosí no fue la excepción. Tanto en el primer escenario como en el segundo. Sociedad y ciudad revolucionaria e históricamente pesada en sus aconteceres como en sus escribientes, el PRI potosino vivió su gran época todavía hasta entrados los primeros años del presente siglo y su vela se fue apagando entre las derrotas nacionales y las arrogancias y personajes locales, no de todos, si de la mayoría. Perfiles impresentables y oportunidades perdidas. La reciente derrota del candidato de la coalición PRI-PAN-PRD-CP -Pedroza-, avizora un escenario complicadísimo para la oposición que se ve cada vez más y más absorbida por el partido en el poder PVEM-Morena, y el Congreso es un ejemplo: un panismo derrotado envuelto en sus guerras internas y un priismo disminuido entre una diputada siglada por el PAN que no se entiende con quien acuerda; un ex secretario mas temeroso de como negociar las próximas facturas que se descubran para llevar al cadalso a su antiguo jefe; una diputada-presidenta del Congreso mas “verde” que una manzana, roja por fuera e inconsumible por dentro por la obvia y visible traición a su partido disfrazada en la sonrisa falsa; y dos jóvenes diputados que, hasta eso, han destacado por su preparación legislativa, buenos resultados y mejores tarjetas personales. De ahí nada.

Enrique Galindo es la alta bandera del priismo potosino. Pero eso es otro tema. Y uno de estos últimos legisladores citados, Mauricio Ramírez Konishi -diputado local quien repite en su curul-, viene a clavar uno de los primeros “fierros” para que la tapa de la caja -que no tardan en bajar- no se mueva. Y no porque sea su intención, sino porque al anunciar su salida del PRI y los motivos que signa, sin duda dejan al descubierto lo que desde hace mas de 20 años se vino diciendo y que dentro de su arrogancia nunca escucharon: “El tiempo ha rebasado al PRI”. 

“Sabia virtud de conocer el tiempo”, dice la canción. Y en el tiempo se dice, se envuelve todo lo que hemos hecho o dicho, el PRI agoto todas.

Empresario, académicamente preparado y con un paso en la anterior legislatura como buen negociador, mejor aprendizaje político y, como si fuera una gracia que revisar pero que también ya se debe hacer, con tarjetas personales impecables. 

Contrario a muchos de sus excompañeros de partido, quienes se vieron felizmente nombrados entre “ecuaciones corruptas”, “moches-gates” y apoyos a difuntos que agradecían. La salida de un perfil como Ramírez Konishi demuestra la reflexión de un priista -hoy ex- convencido tanto de su salida como de sus razones. Y que tampoco tiene mancha personal que ahora querrán convertir en lanzas para arrojarle queriéndolo ver crucificado por su decisión en la plaza del edificio de un PRI construido por y para su poder.

Poder, vergüenza y dignidad que ya no tienen ni para evidenciar a destacados priistas -no todos- quienes han actuado contra su partido, escudados en “la amistad” con los contrarios, pero llorando en sus asambleas por “nuestro partido”.

Ramírez lo hace público y se va.

Movimiento Ciudadano o el que sea. Será su decisión.  Hoy lo que debería preocuparle al PRI es la salida de un político cuyo perfil pesa y vale.

Dirán que no. El mismo orgullo de siempre, ese que no ha cambiado y que hoy por hoy los tiene donde están. “Sabia virtud de conocer el tiempo”, dijo Leduc. 

“El tiempo ha rebasado al PRI”, dijo Ramírez. Hasta el lunes…