El simbólico edificio del PRI en San Luis Potosí retrata lo que fue el todo poderoso tricolor:

Construcción ochentera de las épocas gloriosas y plenas del partido de los sectores populares, obreros y campesinos, del partido de Carlos Jonguitud a la cabeza y de Helios Barragán en la dirigencia, del partido que dominaba el Legislativo y casi todos los municipios. En efecto, del partido que tuvo que edificar una nueva sede para alojar en cinco pisos: oficinas, amplias escaleras, un elevador, más oficinas, salas de juntas, una explanada, más oficinas todavía, un vestíbulo y un auditorio. 

Emblemática torre que albergaba y recibía a toda una fuerza política que se desbordaba entre su diario trabajo con los secciónales, colonias, líderes de mercados y taxistas, reuniones con aspirantes, “grillas”, acomodos de planillas, repartición de candidaturas de elección y de pluris, acuerdos y lealtades, registros de candidatos a la alcaldía de Lagunillas o de la capital, de diputados federales o de senadores y, cuando llegaba la fecha estelar, la explanada del edificio de la Av. Luis Donaldo Colosio lucia pletórica para que la música y los cuetes le dieran la bienvenida a su dirigencia en pleno y a sus más de 300 o 400 consejeros estatales, sectores, priistas amorosos y recalcitrantes, empresarios, burócratas, comerciantes. Todas y todos se hacían presentes en la antesala externa para pasar al amplio vestíbulo y de ahí al auditorio. Lugar en donde sus más de 500 sillas y pasillos resultaron insuficientes para los destapes de Fausto a la gubernatura o, en meses recientes, de Galindo a la alcaldía.

Otros tiempos y otros momentos sin duda, pero el cuarentón edificio tuvo su razón de ser.

También su auditorio... Las sesiones de los Consejos Políticos eran otro espectáculo. 

Entre los sombreros y los abrazos, entre los huastecos y los saludos de fila a fila, entre los diputados y las risas, entre los ex presidentes del comité y el acuerdo para comer terminando, aquello lucia lleno de vida: ¡el PRI potosino estaba lleno de vida!.

Helios Barragán o Yolanda Eugenia entre otros grandes líderes tricolores, como Presidentes, al solo conjuro de su convocatoria, liderazgo, tolerancia, afabilidad, carisma, sapiencia y otros tantos dones que les revestían como grandes personas y mejores políticos, reunían a la familia revolucionaria potosina. 

Todas y todos querían estar presentes. No fuera a ser que tomaran foto y a quien no estuviera se le aplicara la famosa cita ("Quien se mueve...").

Si era necesario ponerle un piso o palcos a los costados del "Plutarco Elías Calles", lo hubieran hecho. Había mucho dinero y nadie se quería quedar afuera. Hoy debiera entonces darle vergüenza a su dirigencia actual, que solamente si Enrique Galindo convoca aquello vuelve a lucir como en sus mejores tiempos. Sara Rocha, su flamante y conciliadora Presidenta, tuvo a bien convocar a Primera Sesión Extraordinaria del Consejo Político tricolor el pasado viernes 16 de agosto a las 18:00 horas, a los más 200 consejeros que lo integran (incluidos sus familiares enlistados, como sus hijos y sobrinos).

Si los que lo conforman hubieran acudido, el vestíbulo resultaría insuficiente (sentados no caben más de 150 sillas).

Resultado: No hubo quórum.  Se propuso entonces que se llevara acabo en segunda convocatoria al día siguiente sábado -antier por la mañana- con los que estuvieran presentes (clásica receta salvadora al fracaso previo, cuando no se tiene poder de convocatoria).

Resultado: menos de 20 personas. ¡Vergonzoso, lastimosamente vergonzoso!. Ojalá de esos 19, las y los sentados que, a través de sus redes sociales la Presidenta Sara Rocha presumió orgullosa, hayan sido consejeros titulares. O mínimo consejeros, aunque sean suplentes. Ojalá de esos 19 hayan estado sus familiares. Imagínese la vergüenza de que no hayan acudido.

Y si así fue, de esos 19 quítele esos 3 o 4 parientes familiarmente comprometidos, quítele a los trabajadores obligados que cobran en la nomina tricolor bajo riesgo de que les rebajen el día, menos los sembrados "para que no se vea solo", ¿Cuántos convencidos priistas en realidad acudieron al llamado de la dirigencia que comanda Sara Rocha?. Para la otra, ojalá a esos 19 los invite a pasar al auditorio. Le van a sobrar sillas, pero puede que, respirando el ambiente ahí impregnado, el recuerdo venturoso de otros tiempos le perfume con la humildad, realidad y conciencia de que debe haber una razón para tan concurrida asistencia. Antes de eso, denle una limpiada. Se verá bonito. Por cierto, ni Frinne Azuara, su Secretaria General y hoy diputada local electa, estuvo presente.