El monumental incendio que se suscitó al oriente de la zona metropolitana, en la esquina de los límites de la capital potosina y Soledad de Graciano Sánchez, no debe ser otra cosa más que la alterna y señal de que es urgente y necesaria una revisión a detalle de la situación urbana que vive la mancha urbana.

Independientemente de que haya sido provocado o no, el estado en que se encuentran cientos de lotes baldíos o bodegones sin ningún cuidado y prevención debe ser prioridad para las autoridades municipales y estatales. Irresponsabilidades de sus propietarios que rebasan toda inseguridad que arriesga a vecinos, a ocupantes del momento y a equipos de emergencia como bomberos. Las autoridades deben y tienen que tomar cartas en el asunto de manera conjunta y coordinada: comercio, desarrollo urbano, protección civil y policías deberán sentarse a trazar y prevenir desastres futuros como el de ayer. Y por otra parte, la chispa que detonó el incendio también despertó a una dependencia que tenía dormida casi 9 años: la SEGAM. Se preocuparon, por fin, de la calidad del aire, después del incendio, claro. A partir de ayer medirán lo que respiramos, pero por una incidencia, no porque lo tuvieran planeado. Agradezcan que no hubo desgracias humanas que lamentar.