Los escándalos nacionales que desestabilizan al gobierno federal siguen sonando y resonando dejando en evidencia su debilidad por pronta atención y decisión de sus protagonistas. Entre la tormentosa relación con Estados Unidos, los plantones de la CNTE y sus maestros y, desafortunadamente, el caso Teuchitlán, tienen en vilo a la Presidenta de México. Su capacidad de respuesta y explicaciones se ha visto opacada por la opacidad misma de sus respuestas: desacreditar, ignorar, burlar, achacar a la derecha, culpar al conservadurismo y tejerlo como parte de una sincronización de los "medios de comunicación contrarios". A esto, hay que sumarle los discursos de los oficiosos metiches que pretenden ayudarle y solo avivan el fuego del repudio y repruebo de estas circunstancias, como el presidente del Senado, Fernández Noroña. Sus comentarios tan fuera de lugar reflejan el desdén de este gobierno de aceptar un mínimo de responsabilidad por la pésima estrategia que ha planeado en los últimos 7 años. Igual que AMLO, Sheinbaum busca evitar en su discurso estos tres temas . Desafortunadamente para ellos y trágicamente para México, estos tres ejemplos solo son puntas del iceberg con que chocará su buque y, si no cambian el rumbo y bitácora, acabará hundiéndonos.