Reza así una de las notas con que este medio de comunicación la tituló, en referencia a uno de tantos terribles casos de violencia contra la mujer que han quedado en el olvido burocrático e impune: el de Karla Pontigo. Los gritos de dolor se escuchan también en las instancias de procuración y fiscalización de la justicia. Quizá más fuertes y no porque lo primero no lo sea, sino porque la injusticia y la ignorancia calan más por su origen: el de la ignorancia. La impunidad, la incompetencia, la negligencia, la ignorancia, el desdén, entre otros males, se traducen en la injusticia. Injusticia que se vierte en lágrimas de padres y madres que siguen gritando por sus hijas. La burocracia es eso, el trabajo de escritorio. Nada más. El trabajo de 8 a 3 de la tarde. Los gobiernos y sus instancias han perdido la sensibilidad de las víctimas. Las convierten en carpetas. Ojalá nunca vivan en carne propia ir a reconocer un cuerpo al SEMEFO.