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Entre la lista de espera y la sequía: la lucha por derechos básicos en SLP
00:10 martes 30 septiembre, 2025
ColaboradoresLA ESPERANZA EN LISTA DE ESPERA. Hay escenas que deberían avergonzarnos como sociedad. Que un hombre celebre su cumpleaños en medio de una manifestación, no con pastel ni abrazos, sino exigiendo la oportunidad de seguir viviendo, retrata con crudeza el abandono que padecen los pacientes renales en San Luis Potosí. Mientras tanto, la burocracia sigue dilatando respuestas y los discursos oficiales se enredan en promesas incumplidas, como si la vida pudiera ponerse en pausa hasta que convenga reanudarla.
No hablamos de estadísticas ni de cifras en un informe: hablamos de personas. De una niña de nueve años que dejó la escuela por estar atada a una máquina; de una mujer que lleva 14 años sobreviviendo a la insuficiencia renal; de familias enteras que hipotecan su tranquilidad para comprar medicamentos. Los trasplantes renales en el Hospital Central no son un lujo ni un capricho: son un derecho a la salud y una necesidad impostergable. Cada día de retraso significa deterioro, desesperanza y, en el peor de los casos, la muerte.
La indiferencia institucional ha convertido el dolor en rutina y la protesta en costumbre. Pero la sociedad no puede normalizar lo inaceptable. No se trata de pedir favores, sino de exigir que se cumpla lo más básico: garantizar la vida. Si en verdad la salud es un derecho, el Estado debe demostrarlo con hechos, no con excusas. Porque detrás de cada pancarta hay una vida en vilo, y detrás de cada aplauso vacío hay un paciente que tal vez no llegue a la próxima manifestación.
EL ECO DE LA REALIDAD. Las luces del escenario político brillan con intensidad durante los informes de gobierno: cifras, promesas y aplausos llenan el aire como si todo marchara sobre ruedas. Pero una vez que se apagan los reflectores, lo que queda es lo que verdaderamente importa: la realidad que viven los ciudadanos. Y hoy, esa realidad vuelve a tocar la puerta en los municipios de la zona conurbada de San Luis Potosí. Después de sus autocelebraciones, toca gobernar, de verdad.
Villa de Pozos es prueba de que los pendientes superan el discurso. Pese a que su concejal presidenta presentó informe hace apenas unos días, la protesta ciudadana del lunes por la falta de agua la desnudó políticamente. Quien dio la cara fue otro actor: Ricardo Gutiérrez Ortega, presidente de la comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento, promotor de la municipalización, líder transportista, sin experiencia hidráulica, pero con el arrojo de asumir un rol que no le toca del todo. Entre promesas de vigilancia a Interapas y plazos de 72 horas, queda claro que el problema no es técnico, es estructural. La gente no quiere explicaciones, quiere agua.
Mexquitic de Carmona vivió quizá el recordatorio más crudo: mientras su alcalde celebraba informe y feria, una explosión de pirotecnia dejó ocho heridos. La reacción fue tardía y la información escasa. Se intentó minimizar lo ocurrido. Pero la seguridad y la prevención no pueden dejarse al azar ni a empresas externas, son responsabilidad directa de quien ocupa el cargo.
Los informes de gobierno son necesarios, pero no pueden convertirse en rituales vacíos. A los alcaldes no se les mide por lo que anuncian en septiembre, sino por lo que los ciudadanos viven en octubre, y los once meses siguientes. Porque después de los discursos viene el silencio. Y es ahí donde se confirma, o se desvanece, el verdadero liderazgo.
¡Hasta mañana!