Los señalamientos que ha recibido en los últimos días el Presidente del CDE del PRI potosino, Elías Pesina, han levantado polvaredas de tierra -tipo talco del altiplano-, de esas que solo molestan pero de ahí no pasan. Molestas como son, ese tipo de manifestaciones en redes o en desplegados encabezadas por anónimos o por nombres que nada representan, evidencian divisiones al interior del instituto político en cuestión, pero nada más. Desde acusaciones de nulo trabajo hasta exigencias de renuncias, a Elías Pesina, le ha tocado una de las etapas más complicadas del tricolor.

Su declive ha ido de la mano con el desprestigio de su ultimo gobernador priista: Juan Manuel Carreras. Y sí. Si a alguien se le debe culpar el desprestigio como partido -que no derrota- es a él. Lo dejó abandonado, sin estructura, sin representaciones, sin trabajo en los seccionales, sin un andamio que permitiera seguir construyendo lo que para su futuro venia. Se conformó con armar una chambona escalera para librar la elección de 2021 y fue Enrique Galindo -con el apoyo del PAN-, quien libró la prueba y por eso hoy el alcalde capitalino se alza como el gran priista potosino.

Carreras el peor de todos, no solo priista. En conclusión, si a alguien se le quiere culpar del PRI derrotado es a Juan Manuel Carreras.

Quitarle su credencial y expulsarlo. Elías Pesina, como Joel Ramírez o Martin Juárez -dirigentes durante el “carrerato”- siguieron ordenes, pagaran sus pecados. Yolanda Cepeda -su secretaria general y hoy librada diputada- se desvive promocionando y entregando los mochilas verdes del gobierno estatal, así que ella como priista ni vale. Carreras tiene mucho que deberle a los priistas y más que pagarle a San Luis.