El sumar perfiles jóvenes y nuevos -cosas distintas- que busquen abonar a las anquilosadas vidas de los partidos políticos son refrescos necesarios.

Las lastimosas imágenes de las asambleas locales y nacionales del PRI o las mesas de trabajo del PAN, por decir unos ejemplos, son un reflejo de ese desastre en el que viven.

Figuras anacrónicas que siguen manteniendo en palestras de primer nivel o porque es lo único que les queda o porque les merecen respeto a sus eternas carreras dentro del partido y en el servicio público.

Pero no porque sean muy útiles y necesarias.

La falta de apertura de dar oportunidades a esas figuras jóvenes preparadas, estudiadas, sin improvisos, han sido de resultados y pronósticos reservados. Acaban siendo engullidas en otros partidos -en San Luis lo ha sabido capitalizar Morena y el Verde- y se restan poco a poco en sus números de afiliados.

Los casos más recientes: el PAN de Xavier Azuara cuya administración delega en la gerente en turno de su Consejo de Administración: Verónica Rodríguez.

Podrán seguir sumando e invitando a figuras que se han ido o que quieren llegar. Sin duda. Pedir o invitar no empobrece cuando se tiene espacio.

El problema gravísimo es que si no atienden el clamor general de una apertura y concesión de espacios fuera del círculo de Xavier Azuara y sus seguidores, de ahí no van a salir.

No lo dicen solo los militantes, algunos no todos. Sino también los actores externos que emitimos opinión: el PAN está secuestrado.

Para recibir visitas hay que darle, mínimo, una sacudidita a la casa. Mínimo.