No hay duda que Donald Trump es genio y figura. Por eso, las nuevas acusaciones sobre la posesión indebida de documentos clasificados en su casita de Mar-A-Lago, resultan una raya más al tigre, aunque en realidad no lo es porque este caso va determinar el futuro político de Estados Unidos.

La cosa está así: al salir de la presidencia (a regañadientes) Trump se llevó consigo archivos de inteligencia y seguridad nacional que aún estaban clasificados como Alto Secreto. Lo que pone los pelos de punta es que los tenía en su despacho, sin mayor seguridad que una caja fuerte doméstica, lo cual puso en riesgo al sistema de defensa del país. Algo sumamente grave. Y todo está bien documentado.

Jurídicamente no va a haber con que a Chuchita la bolsearon. Trump lleva las de perder en los cargos que se le imputan. Por eso, Don Donald está tratando de ganar la batalla político-comunicacional posicionando el juicio como persecución política, y de esta manera, generar apoyo entre su base.

Trump es un genio de la manipulación, y tradicionalmente lo hace definiendo claramente a sus adversarios, a manera de villanos. Así lo hizo con los mexicanos, la prensa, los Demócratas, con Biden, y ahora con el sistema de justicia, al cual tiene en la mira para ser reformado a su conveniencia si es que llega a ocupar de nuevo la Casa Blanca.

Para él no existe el principio de “nadie por encima de la ley”. Por eso, esta campaña no se va a tratar de la estabilidad de las familias estadounidenses, sino de la supervivencia o sepultamiento político de Trump. Mientras más acusaciones, más va a endurecer a sus seguidores. Será un grito de guerra en defensa del líder y la visión que él representa.

Nótese que trae pendiente otros cargos relacionados con el mal manejo de los fondos de campaña para comprar el silencio de una actriz para adultos con la que tuvo relaciones extramaritales. Y si a eso le agregamos que trae una investigación sobre su participación para incitar a la violencia en los eventos del 6 de enero de 2020, más se le llena el plato judicial.

Pero lo relevante es que es altamente probable que estos juicios e imputaciones se resuelvan hasta después de la elección, por lo que muy seguramente veremos un Trump candidato compareciendo ante el juez. Una campaña al estilo Law & Order. Y aunque es incierto lo que vaya a dictaminar la corte, todo parece indicar que en el futuro de Trump no hay medias tintas: o termina como presidente, auto perdonándose de todos los cargos, o termina en la cárcel.

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael