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Varios siglos después de las leyendas. Nada más tenemos una falacia mercantil, porque somos un país eminentemente importador
00:00 domingo 9 noviembre, 2025
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Detrás del contundente grito ideológico y nacionalista por el cual debemos comprender nuestra gramínea existencia, se halla un sedimento anacrónico de bello contenido mitológico, pero nada más eso. Sin maíz no hay país. Tan falso como el verso de Ramón: tu superficie es el maíz. No es cierto, en la superficie nacional hay otras muchas cosas. Carreteras bloqueadas por desvalidos productores de milpa escuálida y precio insuficiente, controlado o no; impuesto o no, subsidiado o no. Pura incompetencia. Es la mitología contra la ciencia; el atavismo contra el progreso. En mucho sentido, varios siglos después de las leyendas quiché y mexicas sobre el origen humano y la supervivencia asociada con los elotes y la intervención divina, nada más tenemos una falacia mercantil, porque somos un país eminentemente importador de gramíneas.
Pero en el lenguaje mágico-político, con la mirada puesta en el nacionalismo extemporáneo, hemos llegado al extremo de construir un Museo del Maíz (Cencalli), cuando mejor deberíamos fomentar los cultivos, satisfacer la demanda, extender la producción; hallar los granos y las harinas y los nixtamales en los mercados y no en las vitrinas del abandonado Molino del Rey. En cuanto a las leyendas todavía dominantes en el moderno pensamiento científico (lo cual es un oxímoron), recordemos palabras del Popol Vuh, tan hermosas como inútiles en el mundo contemporáneo: “...Y así encontraron la comida y esta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; esta fue su sangre, de esta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores. Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes...” Pero ya se piensa solucionar los problemas. Muchos siglos después del Popol Vuh, apenas columbramos el “Sistema Mexicano de Ordenamiento de Mercado y Comercialización de Maíz” (¿y la producción, apá?) No tenemos milpas abundantes, pero tenemos un proyecto de sistema. Deberíamos mejor recordar a Quetzalcóatl, quien tras haberse percatado de la necesidad de alimento de los hombres, decide emprender un viaje a Tonacatépetl, sacar al maíz y lograr el sustento de las criaturas humanas. La travesía del dios fue veloz y funcional. Los proyectos maiceros actuales tienden a fracasar porque quieren asentar la realidad actual en la mitología del pasado. Para lograr autosuficiencia es necesario usar ciencia, variedades mejoradas, tecnología agrícola, fertilizantes, métodos ágiles de comercialización; no ideología nahual. Y eso lo sabe Julio Berdegué, el secretario agrícola de la IV.T-2.P desde sus años en el CIMMYT. ¿O ya se le olvidó? Únete a nuestro canal de WhatsApp para no perderte la información más importante 👉🏽 https://gmnet.vip/7Be3H
POR RAFAEL CARDONA