Fantasmas con armas es el título de una película que narra con lujo de detalle la madrugada del 1 de enero de 1994, fecha del inicio del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Es también la sucinta historia de una familia de periodistas de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas —epicentro del conflicto—, convertida en referente informativo: una de las protagonistas de esa historia y blanco de ataques civiles y gubernamentales, en el contexto de la insurrección del EZLN. Concepción Villafuerte, directora del periódico Tiempo —fundado en 1968 por su esposo Amado Avendaño—, desde donde salieron los primeros despachos noticiosos al mundo del levantamiento zapatista que cumplirá 30 años, dibuja en la cinta, parsimoniosamente, una línea de tiempo de cómo se vivió la irrupción indígena en el antiguo Valle de Jovel. Doña Conchita, como le decían a esta periodista que murió el 1 de mayo de 2022, es la columna vertebral de la película de su nieto Mauricio Avendaño —que aún no nacía cuando el EZLN le declaró la guerra al gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari—, y que se interesó por el tema para tratar de dilucidar el nivel de sufrimiento que él percibía desde niño en su familia paterna. Fantasmas con armas, cinta que tiene el apoyo del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) y del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), a través del Programa de Fomento al Cine Mexicano (Focine), no se ha estrenado aún. El director, Mauricio Avendaño, dice por qué: "Nos hemos enfrentado a una realidad cruel: en el circuito de festivales de cine, como en muchos otros medios, se trata de tener conexiones y relaciones para entrar; y como un cineasta desconocido que debuta con un largometraje, que además es un tanto controversial políticamente, ha sido difícil conseguir espacios, pero se está trabajo para que se estrene”. “NO PASABA NADA EN LA CIUDAD”

La película de 90 minutos, comienza con la voz en off de otro referente de la información en San Cristóbal de las Casas: Hugo Robles Guillén. El periodista y locutor de radio que marcó una época, por su subrayado en los temas sociales y el tono de su voz. La voz de Hugo Robles, el meco —güero en chiapaneco— se oye leyendo el inicio de una carta del subcomandante Marcos, lamentando la muerte de Amado Avendaño Figueroa, que ocurrió el 29 de abril de 2004. “Pardeaba la tarde. O sea que como que ya se iba. La noticia, en la voz cavernosa del radio transmisor, sonó apenas como una rama rota en la casi noche de abril zapatista. Como si la interferencia se hubiera callado un instante, precisamente en el momento en que, desde el otro lado de la bocina, la voz decía: don Amado ya murió”. Avendaño Figueroa fue uno de los primeros periodistas en entrevistar al subcomandante Marcos en la plaza de San Cristóbal el día del levantamiento; el EZLN lo hizo su candidato a la gubernatura. Tras la asunción del priista Eduardo Robledo como mandatario estatal, el 8 de diciembre de 1994, los zapatistas proclamaron a Avendaño Figueroa como gobernador en rebeldía. El título de Fantasmas con armas surge a partir de una analogía que hizo Avendaño Figueroa sobre lo que observó hace 30 años: "No pasaba nada aquí en esta ciudad… cuando por la noche del 31 de diciembre, para amanecer 1 de enero de 1994, la ciudad empezó a temblar, o a preocuparse, porque algo raro estaba ocurriendo, nadie lo decía, sólo veía que pasaban fantasmas en la noche, fantasmas con armas, cubiertos de la cara, con pasamontañas, pero no sabíamos qué estaba ocurriendo”, se escucha decir al periodista en la cinta. TRAUMA POR LA REPRESIÓN OFICIAL

Mauricio Avendaño contó que, para la realización de su largometraje, “mucho tuvo que ver cómo conocí la información del levantamiento zapatista, que fue a través de toda mi familia del lado Avendaño Villafuerte; todos estuvieron involucrados de alguna manera u otra. Para mí, personalmente siempre hubo una sensación como de un trauma muy grande en esta familia, que no entendía a un nivel tan personal; fue como la búsqueda de entender el dolor de mi propia familia que me llevó a tratar de desenterrar la historia; que sí la platicaban, pero como hechos periodísticos de cómo pasaron; algunos de mis familiares se mostraban aprensivos a la hora de platicar sus experiencias personales de cómo vivieron en primera persona estos hechos. Y fue también una búsqueda de tratar de espiar ese dolor en mi familia y al mismo tiempo tratar de entender lo que sufrieron”. El director de Fantasmas con armas explicó a qué se refiere con el sufrimiento que percibía en su familia. "Realmente toda la parte de represión gubernamental que sufrieron ellos, lo entendí hasta que hice la película; previamente lo veía cuando le preguntaba a mi abuela, ‘oye y ¿por qué ya no funciona el taller?’ —refiriéndose al taller donde se imprimía el periódico Tiempo. Y ver un poco esa tristeza de decirme ‘ya no pudimos hacerlo’. Porque realmente era su vida, mi abuela vivía para hacer periodismo, y ver el taller, que conocí prácticamente en ruinas, y esa explicación de solamente ‘no lo pudimos hacer’, yo sentía que escondía algo que no solamente era ‘vino la crisis económica y ya no pudimos imprimirlo’, sino que había una historia más grande. Igualmente con mi papá, era preguntarle ‘¿qué pasó?’ Y pues fue como esconder realmente el trauma que es enfrentar una guerra en tu propio pueblo, con chistes y comentarios chuscos, pero siempre se sentía como que estaban escondiendo la mitad de la historia”. EL EZLN NO QUISO DAR SU OPINIÓN

"Y cuando hago la película y encuentro todo este asunto de represión, hay una parte que no pude meter en el tiempo de la película, que es que la sociedad coleta se les volteó, los desconocieron, les pintaban groserías en las paredes de su casa; ese dolor de que te desconozca tu propia gente, ahí fue donde entendí que no solamente eran la guerra y el zapatismo y los muertos, sino un poco perder tu identidad como coleto y tu identidad profesional como periodista”. Mauricio Avendaño opina que su abuela defendía los derechos de todo mundo y vivir ese repudio representó un conflicto muy fuerte para ella y toda su gente. A pregunta expresa sobre cuál es el balance de lo ocurrido hace 30 años, más allá del asunto familiar, Mauricio Avendaño dijo: "En ese punto hubo un conflicto importante a la hora de estructurar la película, porque hay muchos personajes importantes de esta historia que literal o metafóricamente ya murieron: el obispo Samuel Ruiz, Marcos, técnicamente, (Manuel) Camacho; hubo la intención de encontrar perspectivas más allá de la historia familiar, pero justo se tuvo que hacer un balance y tomar una decisión entre, que ya las perspectivas que podía encontrar en este momento serían de segunda mano, es decir, periodistas que estuvieron ahí y que entrevistaron a personajes del momento; mi intención con la película era tratar de encontrar cómo se sintió estar ahí, en el momento que todo empezó. Para eso solamente existía la opinión de Gaspar Morquecho; tuve la suerte de entrevistar a Hugo Robles antes de que falleciera, fueron esas dos voces las que trataron de ponerle contrapeso a la historia de la familia Avendaño Villafuerte”. El joven cineasta dijo que intentó conseguir la opinión de los zapatistas, del subcomandante Marcos, pero que nadie quiso hablar, “nos corrieron de sus campamentos; eso habla de lo cerrado que quedó el EZ después del levantamiento de 1994”, dijo. DENUNCIÓ LAS INJUSTICIAS

Sobre cuál es la opinión que tiene de su abuela como protagonista de la historia del levantamiento zapatista, el director de Fantasmas con armas, señaló: Más allá de reconocer el extraordinario trabajo, no solamente periodístico, sino humanista, que trató de entender lo que pasan las comunidades marginadas como lo son las comunidades indígenas de Chiapas, creo que es un ejemplo para todos nosotros. "Las injusticias no se detienen en este país, y ver a alguien como ella, que no tenía poder, que no tenía dinero, ni siquiera reconocimiento, una mujer periodista en ese tiempo, sin reconocimiento profesional, y literal, a puro carácter y a pura convicción, lograr esa visibilidad que tuvo, hacer un cambio, que le gente volteara a verla, me parece un logro extraordinario de su parte. Ella no era una persona que discriminara causas, donde encontraba injusticias las iba a atacar, se veía en La Foja —uno de los periódicos que editó—, donde a un nivel micro como San Cristóbal de las Casas, las exhibió, no le importaba quién fuera el que la cometía, ella lo iba a decir, pasara lo que pasara”, dijo Avendaño. Sobre el levantamiento del EZLN y los resultados que ha tenido en 30 años en la escena pública, Mauricio Avendaño comentó: "No hay manera fácil de decirlo, sí logró cosas, como poner en el imaginario colectivo la situación de comunidades indígenas; los muñequitos que se venden en San Cristóbal, la imagen del pasamontañas, pero creo que no logró su cometido; hubo, lo digo con mucho dolor, ingenuidad a la hora de salir de esa manera, subestimaron mucho la atención que pudo poner la gente, sobre todo en un año tan complicado como el 94. Quizá fue un poco de mala suerte, o como se le quiera llamar; no podemos resumir el 94 en el año del zapatismo porque también fue año electoral, asesinaron a (Luis Donaldo) Colosio, entró en vigor el TLC, mataron a (José Francisco) Ruiz Massieu, estuvo muy saturado de cosas a las que había que poner atención, incluso si fuera literalmente lo primero que ocurrió en el año, fue un poco desafortunado el camino que tomaron. Al final no logaron lo que querían, pero no dudo que fue un mejor resultado del que tuvieron en el 2018 con Marichuy (Patricio Martínez) como precandidata presidencial; quizás pudo haber funcionado, pero se les acabó la gasolina, quemaron sus cartuchos al principio y eso complicó todo”. El cineasta opina que de haberse convertido en un movimiento político cuando estaban en su clímax, el zapatismo tendría impacto directo en la vida política nacional en este momento, “pero ahora de repente se sabe que se van a Europa, pero son noticias que terminan en la sección cultural, más que en las noticias políticas”. Con información de Excélsior