Al Doctor Patán las imágenes del “New York Times”, vistas así, a bote pronto, no le recordaron a “Breaking Bad”, sino a la cocina de su casa luego de que su hijo de 19 años, al que llamaremos “E” Patán por aquello del respeto a la privacidad, intenta prepararse el desayuno un sábado por la mañana. O a su cuarto, luego de que se encierra a jugar algo en línea un viernes por la noche y asalta el refrigerador en un perturbador ir y venir con sobrantes de comida en ollas y topers. El comentario viene a cuento porque aquí su Doctor quiere usar esta tribuna al servicio de la Cuarta Transformación, y sobre todo su formación como científico, para romper una lanza por la presidenta. Estoy al 100 con la compañera: las imágenes del NYT ni de broma pueden ser las de un laboratorio casero de fentanilo. Una droga tan letal, de tanta concentración de eso que la hace así de adictiva y mortífera (no quiero aburrirlos con detalles técnicos), producida masivamente en pequeños changarros caseros, habría conducido a una epidemia de imbecilidad nacional por intoxicación de gases y partículas varias, y los hechos dejan categórica evidencia de que nuestro pueblo, que ya hemos constado que es sabio y no se equivoca, es, por el contrario, de una inteligencia promedio verdaderamente sublime. Constituimos una especie de Florencia del quattrocento a escala masiva, pues. Así que la explicación que buscan los gringos tienen que ir a encontrarla en otro lado. De hecho, en su casa. No soy un experto en la producción de drogas sintéticas, que solo he recetado y/o usado con apego al juramento hipocrático y por supuesto en sus formas legales. Con todo, es claro que el fentanilo no proviene de algo que remite al cuarto de E, sino, como nos han explicado los expertos de la 4T, una entidad familiarizada con la producción de drogas donde las haya, a algo que, si queremos seguir con las referencias a la cultura popular, probablemente se parezca mucho más a los laboratorios prodigiosos de las sagas de los Avengers y los Hombres X, con despliegues de inteligencia artificial y portentosas manos robóticas manejadas con la pupila. Lo que me lleva a mi punto: el problema de las adicciones en los Estados Unidos no puede ser sino un montaje del gobierno secreto y el complejo militar industrial para mantener engañada a su población y justificar, paralelamente, la expansión imperialista a los países libres de América Latina. Celebro que el ala científica de la 4T haya levantado la mano para terminar con esta puesta en escena, este engaño masivo. Hace falta ahora que rematen la faena nuestros grandes científicos sociales: el Fis, la Sabina y, claro, el comandante Epigmenio, experto en desnudar los grandes complots. Arremánguense, compañeros. Sé que son días de descanso, pero la patria los necesita. POR JULIO PATÁN COLABORADOR @JULIOPATAN09