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¿Cómo se construye una identidad nacional sin la infraestructura de un Estado-nación?
00:10 domingo 19 octubre, 2025
ColaboradoresEsta es la historia de una nación que nunca ha contado con los recursos materiales e institucionales con los que normalmente se edifican los nacionalismos: sin territorio ni gobierno ni ejército propios, sin instituciones educativas ni culturales de largo aliento, sin medios de comunicación ni fronteras estables. ¿Cómo puede surgir una identidad nacional sin esa infraestructura política? Las naciones suelen ser productos de los Estados, pero Palestina es excepcional: frente a los reiterados obstáculos que le han impedido ejercer soberanía, se forjó como una nación en resistencia. Identidad palestina. La construcción de una conciencia nacional moderna (Columbia University Press, 2010) de Rashid Khalidi (Nueva York, 1948) no es una épica ni una elegía. Es, más bien, una arqueología que escarba en las distintas capas de los últimos ciento cincuenta años para entender cómo se formó algo tan históricamente improbable como la nación palestina. Refutando la vieja consigna decimonónica de que Palestina era “una tierra sin pueblo”, pero al mismo tiempo suscribiendo los postulados de la escuela modernista de estudios sobre el nacionalismo –Benedict Anderson, Ernest Gellner o Eric Hobsbawm–, Khalidi explica la identidad palestina como una construcción reciente, no una esencia ancestral, que fue articulando sus características nacionales primero en el contexto de la transformación decimonónica de las provincias árabes, la diversidad y el colapso del Imperio Otomano, y después frente a las presiones coloniales que se han empeñado en negar sistemáticamente su existencia: el Imperio Británico, el sionismo, el Estado de Israel, la hegemonía estadounidense… Publicado por primera vez en 1997 y reeditado en 2010, hoy este libro adquiere una renovada vigencia. La perspectiva de Khalidi, a caballo entre la investigación académica y la experiencia personal (es descendiente de una de las familias más antiguas y prominentes de Jerusalén, vinculada durante generaciones a la vida intelectual y política de la ciudad, y fue asesor del equipo palestino durante las negociaciones de Madrid en 1991), combina erudición histórica y coraje moral: defiende la causa palestina a sabiendas de que el suyo nunca ha sido un relato acabado, sino siempre bajo asedio, moldeado por la experiencia lo mismo de la ocupación que de la diáspora. Para Khalidi, Palestina no es un mito ni una consigna, es una memoria que se niega a morir.
Hace un siglo, la Declaración Balfour asumió que Palestina era “una tierra sin pueblo”. Hace cincuenta años, la primera ministra israelí Golda Meir dijo aquello de que “no existe tal cosa como los palestinos”. Hoy, Palestina es una nación que sigue padeciendo el colonialismo de asentamiento, a la que la historia sigue negándole su derecho a la autodeterminación, pero que a fuerza de resistir se ha ganado un reconocimiento internacional sin precedentes y se ha vuelto, contra todo pronóstico, más real que nunca. POR CARLOS BRAVO REGIDOR COLABORADOR @CARLOSBRAVOREG