Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
La película es una denuncia de cómo una supuesta “sociedad moderna” que está conformada por personas que discriminan por orientación sexual
00:01 miércoles 22 octubre, 2025
ColaboradoresEn 1993 salió la película Filadelfia, que reflejó cómo los perjuicios y la discriminación predominaban en la sociedad; la premisa era sencilla y la vez profundamente desconcertante: un joven y prometedor abogado era despedido de una importante firma legal por ser VIH positivo.
En la búsqueda de representación legal, el joven abogado sufrió discriminación tras discriminación, hasta que encontró un practicante dispuesto a demandar a la firma legal por discriminación; lo paradójico de la situación era que su nuevo representante era homofóbico.
La película es una denuncia de cómo una supuesta “sociedad moderna” de finales del siglo XX, que se anuncia como incluyente, en realidad está conformada por personas que discriminan a otros tanto por su orientación sexual como por estar enfermos. Al final, nuestro joven abogado no alcanzó a ver en vida cómo el derecho triunfó por sobre la discriminación y cómo su abogado se volvió tolerante.
Treinta y dos años después, ojalá pudiéramos decir que la sociedad cambió, que ya no existe discriminación y que la inclusión ha permeado en el ADN de las personas, de tal forma que sólo existen casos aislados en los que una persona sufre actos discriminatorios por parte de otros y de empresas.
La realidad es que vivimos en una sociedad donde la discriminación está tan enraizada que forma parte de su estructura. Hemos normalizado los actos de discriminación que, si bien nos damos cuenta de estos, no hacemos nada para remediarlo. En el discurso y en el papel los condenamos; pero en el actuar cotidiano los ejercemos, y discriminamos.
La Corte Interamericana de los Derechos Humanos y la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuentan con valiosos precedentes que describen qué se entiende por discriminación y cómo, en muchos casos, se han sancionado a las autoridades y a particulares por practicarla.
Sin embargo, dichos esfuerzos no han sido suficientes. Se sigue tolerando y permitiendo la discriminación; empresas siguen despidiendo a mujeres por estar embarazadas o por estar enfermos de cáncer; se niegan empleos por edad, género y orientación sexual; se rechaza el acceso a servicios simplemente por el aspecto; se dificulta el acceso a seguros médicos por las mismas razones discriminatorias.
La sociedad nunca podrá avanzar si privilegia la discriminación por sobre la inclusión; si tolera que se hagan a un lado o se prive de oportunidades a sus miembros sólo por su origen étnico, nacionalidad, género, edad, discapacidad, condición social, salud, religión, opiniones, orientación sexual, estado civil.
De nada sirve que nos conmuevan películas como Filadelfia si en el día a día nos hacemos de la vista gorda de todos los actos discriminatorios que acontecen a nuestro alrededor; resulta infructuoso que en las escuelas se enseñe de tolerancia y respeto, cuando nuestro actuar es contrario. A veces olvidamos que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra
POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación