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La asunción judicial nos dio de todo: coreografía, advertencias, teatro de simulación, mercadotecnia y sátira
00:10 jueves 4 septiembre, 2025
ColaboradoresLa consigna
Cuando menos décadas ha que las consignas no son expresión de fervor popular sino de lo que los políticos llaman “capacidad organizativa”: presupuesto para mantener un aparato clientelar, eficacia en el acarreo, capacidad coreográfica. Cualquier mercadólogo añadirá que constituyen además herramientas de branding: priísta será el acto en que las hordas clamen “¡Duro! ¡Duro!”, emecistas quienes tarareen en masa “Na na na na na”, y a nadie que no sea obradorista se le ocurriría corear “Es un honor estar con…”.
Usada como consigna, la cantinela resulta además un festín semiológico por obra y gracia de un accidente prosódico. Acuñada como “Es un honor estar con Obrador” y devenida grito de guerra a todo lo largo del movimiento, se vería forzada a incorporar la palabra “hoy” para conservar la rima siquiera asonante cuando el nombre del vitoreado es otro, lo que permite transmitir dos ideas: que el personaje es arropado por el grupo, sí, pero que esa adhesión es condicional y podría ser retirada: “Es un honor estar con Claudia hoy” –y mañana ya veremos– pero “Es un honor estar con Obrador” en términos absolutos, siempre.
“Es un honor estar con Hugo hoy”, coreaban antier las fuerzas vivas afuera de la Suprema Corte. Ese apoyo sí se ve. También esa advertencia.
El bastón
Lo dijo Yásnaya Elena A. Gil en su columna en El País: “Nadie recuerda a qué pueblo indígena pertenece Tizoc, el protagonista de la película homónima, lo único relevante es que es indígena. Las llamadas ceremonias ‘indígenas’ que despliega la Cuarta Transformación generan ese mismo efecto, no importa a qué pueblo pertenezca esa ceremonia, después de todo, cumple con los requisitos del estereotipo de lo que se piensa debe ser una ceremonia indígena: flores, caracoles, copal y ramas… Parece que lo único que importa es que parezca indígena y extraer cierta legitimidad de su puesta en escena”.
Coincido, y añado que la entrega de un bastón de mando genérico a los nuevos ministros de la Corte tiene, otra vez, un objetivo de branding. Así como los arcos dorados significan McDonald’s y no Burger King, y la doble C Chanel y no Dior, ese rito neofolclórizante forma parte de los códigos de marca con que este proyecto político se diferencia de otro. Frente a la estética globalizada de los gobiernos de la transición, el indigenismo escenográfico: un bastón de mando que no dice “Somos iguales en un estado pluriétnico” sino “No somos iguales. Somos la nueva clase política”.
El Poder Judicial, claro, forma parte de ella.
La Pata
Los ministros festejaron su compromiso con la austeridad en Au Pied de Cochon, lo que para nada es inmoral pero sí constituye una incongruencia simbólica si no es que una contradicción ideológica.
Eso, me temo, también parece formar parte de los códigos de marca del obradorismo.
POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
IG y Threads: @nicolasalvaradolector