Vínculo copiado
Los mandatarios de todos los niveles se ponen el mejor traje
00:07 viernes 26 septiembre, 2025
ColaboradoresEs temporada de informes de gobierno en México. "Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad", los mandatarios de todos los niveles se ponen el mejor traje, ese que parece hecho a la medida de las estadísticas más halagüeñas y los proyectos que parecen ser aún más brillantes. Entre la pompa y el festín, anuncian desde semanas antes el evento donde darán cuenta a la ciudadanía sobre sus logros, los proyectos en puerta y lo bueno que eso traerá para los gobernados. Se reúnen con la crema y nata del empresariado y de la política para "propiciar un diálogo de falsa distensión". San Luis Potosí no es la excepción ante esta ola de informes. Solo en esta cortina otoñal, cuatro son los mandatarios que exponen sus resultados, entre estatal, capitalino y los dos municipales que complementan el área metropolitana potosina. Y mire, hay cosas buenas. Una de ellas es la consolidación de San Luis Potosí como polo estratégico para la inversión extranjera. El crecimiento en este rubro ronda el 11.5 por ciento, con una inversión superior a los 6 mil millones de dólares en el último año. Dicha inversión permea en la generación de empleos, la dinámica comercial y ponen a San Luis en la mira de más proyectos a futuro. Sea por la coyuntura empresarial extranjera y sus deseos de acercarse a la economía de América del Norte -especialmente la de los Estados Unidos-, por el músculo que ha mostrado el Bajío, especialmente en el sector automotriz o -porque también es preciso reconocerlo- los esfuerzos gubernamentales de propiciar esas conexiones que le vienen bien al estado. Todos ganamos. La economía permea en todas las capas de la sociedad, queda a la ciudadanía ser parte de ella. Sin embargo, esto es de contrastes y la realidad se mueve en otra frecuencia. No basta con tapizar la ciudad con el dato más bonito de la estadística si muchas exigencias de la ciudadanía siguen teniendo eco. Y no se trata de tachar lo que se debe palomear, pero no se debe negar ni dejar de atender que, detrás de las cifras macroeconómicas, a la ciudadanía le sigue pegando "lo micro". No podemos hablar de avances en movilidad e infraestructura vial cuando la ciudad misma parece una partitura descompuesta en el primer cuadro de la capital. Entre que no hay una bahía adecuada para taxistas; choferes de camión urbano que se brincan al otro carril e invaden el paradero de Metrored –unidades que a su vez quedan atravesadas cuando en la otra vía ya está el “siga”-; y semáforos que no proporcionan un paso único al peatón, quienes, como pueden, tienen que sortear y correr para alcanzar a cruzar Hace aproximadamente un par de semanas, en la glorieta González Bocanegra, una chica fue arrollada por la falta de cultura vial, sí, pero también fue evidente que no existe una infraestructura adecuada que coordine pasos peatonales con flujo vehicular. Un terrible accidente que quizá pudo haberse prevenido. En otro rubro, hablar de seguridad sería un acto de imaginación si el hampa sigue su ruta diaria; las cámaras lo muestran en cualquier fraccionamiento de la ciudad, pero las unidades de seguridad recién pintadas no mitigan la delincuencia ni el miedo de quienes caminan por las calles; ni alivian la desconfianza de quienes regresan a casa en el transporte público. "Tienen más de un problema para cada solución". Por si no bastara, estamos lejos de echar campanas al vuelo por nuestras calles y avenidas: avenida 24, lateral de la 57, López Mateos, prolongación Moctezuma. La lista sería interminable. Todas y cada una de las arterias de la ciudad presumen baches, drenajes en avería –o peor aún: en reparación inconclusa- y, en algunos casos, lagos de aguas negras que representan serios riesgos sanitarios. Podemos hablar de presas rebosantes, sí. No obstante, la vida de muchas familias se sigue midiendo en cubetas. Cada calle o vialidad cerrada bajo el marco de esta demanda es un recordatorio de que el flujo del agua ha quedado entre la burocracia y el olvido. Por otro lado, en la lista de logros seguimos esperando constatar que las medicinas ya llegaron a los hospitales; lo que pagamos con nuestros impuestos no se ha reflejado en la salud, sino en filas, recetas vacías y la amarga certeza de que los hospitales públicos repiten un eco de promesas que no se han cumplido. Aunque al final, "la culpa es del otro si algo les sale mal". En sí, los informes de gobierno son, como cada año, un martillazo de contrastes y muchas pinceladas, algunas buenas, otras muy buenas –no nos quita nada aceptarlo, sin partidismo-, pero otras en donde se desdibujan las demandas que por años la ciudadanía dirige a sus elegidos, a quienes, en medio de un concurso de vanidades que parece no tener fin, “resulta bochornoso verles fanfarronear a ver quién es el que la tiene más grande”, lo dijo un catalán. “Entre esos tipos y yo hay algo personal.”