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Choferes del transporte de alquiler—sabedores de dónde más adolece el tráfico en un martes a las tres de la tarde— bloquearon Eje Vial
00:14 viernes 17 octubre, 2025
ColaboradoresCuando los taxistas deciden bloquear calles y avenidas en la capital potosina no es sinónimo de empatía o justicia, sino de caos entre la población. Sin embargo, detrás del volante, un operador mueve a la población —de Prados al centro, del centro a Morales, del octavo barrio a la Simón Díaz— y paga una cantidad considerable de impuestos sin que estos se vean retribuidos ni en canchas parejas, infraestructura vial adecuada, ni —sería un lujo— seguridad social. La historia ya la conocemos. Choferes del transporte de alquiler—sabedores de dónde más adolece el tráfico en un martes a las tres de la tarde— bloquearon Eje Vial. Sí, esa arteria que conecta gran parte de la zona metropolitana con el centro de la capital y por donde transitan una infinidad de rutas de camión, gente que conecta en Metrored para llegar a la parte sur y taxistas que decidieron no participar en la manifestación. Su exigencia fue lo que también conocemos por meses y años atrás: que se combata el pirataje, lo cual se traduce, en buena medida, en que se reglamenten las plataformas como Didi, Uber o Indriver. No obstante, la manifestación no siempre refleja el pensar del gremio en su totalidad, ni las acciones de violencia de muchos años representan la calidad humana de muchos choferes que tienen claro que el problema no es la competencia en sí. Tal y como me lo contaron tres operadores de taxi, quienes viven los bloqueos desde afuera mientras intentan sacar la chamba. Juan, chofer sin concesión con más de veinte años de servicio, lo tiene claro: “Las marchas, bloqueos o protestas en las calles solo entorpecen el tránsito de vehículos y personas. Sí afecta al gremio porque la gente piensa que son revoltosos y que deberíamos de fijarnos en la calidad del servicio, pero en esto también tiene que ver los que dirigen las capacitaciones porque no eligen siempre a los que sí brindamos un servicio de calidad para atender al cliente”. Esta perspectiva la comparte Carlos, operador con doce años de servicio en el taxi, quien considera que el gremio tiene una percepción negativa ante la ciudadanía, lo cual dificulta generar empatía hacia un problema que debería estar alejado de riñas entre grupos de transporte: “Yo creo que la gente toma diferente la marcha de taxistas porque el gremio ya está fichado. Con la violencia en tiempos atrás se ha desvirtuado la exigencia y se ha encaminado a una lucha absurda de taxis contra plataformas cuando lo cierto es que no pueden, sino deben coexistir en el transporte. La competencia hace bien. Pero es que si hay alguien peor que los taxistas en el imaginario social es el gobierno. Entonces, cuando salen otros gremios asalariados —policías, médicos, maestros— con exigencias justas, siento que la gente es más empática, porque significa quitarle al gobierno lo que ganan otros. En el caso de los taxistas no hay prestaciones, seguro, nada. Como si la gente no viera que el pago de licencias, seguros y permisos también son impuestos. En todo caso se podría hablar también de una retribución en seguridad social a taxistas”. Dichas perspectivas reconocen, entonces, que los bloqueos y manifestaciones pueden ser loables en su naturaleza, pero también significan una crítica aguda hacia el gremio, en el que unos pocos han manchado la esencia de sus exigencias. En lo que refiere al tema de una posible competencia desleal, Manuel, concesionario con más de veinte años de servicio en taxi, es contundente: “Creo que no hay cancha pareja. Sí, sí baja el pasaje, pero no es notorio. Siempre hay un montón de trabajo. Sin embargo, a mí cada año me piden que pague un impuesto, te quitan tiempo para los trámites, además de dinero. Yo lo que pediría es que el gobierno ponga reglas más justas también para plataformas porque ellos no pagan la licencia, ni los cursos ni todo lo que nos piden a los concesionarios. Ojo: no es contra los choferes, porque ellos salen a trabajar, es a quienes ponen las reglas. Porque antes ya los revisaban, pero la gente se quejaba; en los medios también decían que cómo es que los anda parando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entonces dejaron de revisar y eso hace que más gente con su carro salga a trabajar sin pagar todo el impuesto que pagamos nosotros. En eso sí lo veo como injusticia”. Carlos coincide: “Creo que exigir justicia económica con plataformas es un deber y lo justo, siempre que se haga con argumentos, pero estos se caen cuando se afectan a terceros. La competencia no tiene la culpa, lo que debemos cuestionar es la regla y de ahí no quitar el dedo del renglón. También debemos exigir que el pago de impuestos en licencias, gafete y concesiones se traduzcan en mejores capacitaciones para todos los gremios de transporte. Vas a cursos de capacitación y no corroboran que el solicitante de licencias sabe brindar servicio, ser amable y manejar apegado al reglamento de tránsito. No se mide, no hay datos de quejas o sugerencias de los usuarios; eso debería hacerse para que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes sea más precisa al momento de acreditar a operadores de taxi, Ubers, Didis”. Desde el retrovisor, estimado lector —que seguramente ha sido usuario de taxis o Ubers—, la ciudad se enmarca en las doce horas de turno de un chofer que sale a ganarse la vida. “A llevar el chivo”, como dicen ellos. Los que van al trabajo, a la escuela, de fiesta los fines de semana, o a los que se les está yendo el bus en la central camionera. Todos deberían poder elegir el servicio de transporte que quieran sin que por eso valga menos la exigencia de un grupo que solo pide más justicia en el bolsillo. Me contaba Juan: “La verdad es que sí hay injusticia si comparamos los gastos de permiso, revista anual, gafete, tenencia, seguro y licencia. A plataformas no se les pide nada”. Entienden, sin embargo, que esto es un tema administrativo y que el cansancio de no ser escuchados los lleva a tomar las calles. Pero no pierden de vista que no es una batalla entre choferes, a pesar de que unos pocos se esfuerzan por pintarlo de otra manera. Señalan Manuel y Carlos: “¿Trabajo? Trabajo hay para todos. Hay tiempos en que ni abasto nos damos y las plataformas son usadas por propios taxistas, pero mientras unos compañeros lo ven como una especie de traición al gremio, otros lo vemos como una oportunidad benéfica cuando el pasaje escasea”. Las plataformas llegaron para quedarse, y eso está bien, coinciden Carlos y Manuel. Lo que no está bien es que las administraciones cobren como si ofrecieran certezas y regulen como si no existiera un problema, porque, al final, los choferes —de taxi o de plataforma— se enfrentan al mismo pasajero invisible: un sistema que les exige todo y les devuelve casi nada. Y en ese trayecto, el gremio no pierde por competir… sino por seguir esperando que alguien más le marque el camino.