Donald Trump está donde le gusta estar: en el centro de los reflectores. Y por lo pronto, al menos en apariencia, en un sitio predominante en la campaña por la candidatura presidencial republicana. Pero hay posibles costos. El circo mediático que lunes y martes lo llevó a dominar tiempo y espacios en televisión, radio y redes sociales en Estados Unidos y en el mundo, dio un impulso a su imagen entre sus partidarios y le permitió asumir un ambiguo papel como presunta víctima de persecución política. Por un lado, está lo que ya es un reclamo habitual de injusta persecución, que maneja ante sus seguidores y según dice la permitieron recaudar ocho millones de dólares en fondos durante la última semana, pero también sus amenazas de "muerte y destrucción" para el caso de ser condenado. La situación ayudó. Los 34 cargos que le fueron leídos el martes en una corte de distrito de Manhattan están vinculados con la violación de la ley electoral del estado de Nueva York; hacer o causar declaraciones falsas adicionales, incluso a las autoridades fiscales; y exceder el tope de las contribuciones federales a las campañas. Las autoridades deberán demostrar que Trump intentó ocultar delitos de los que no ha sido acusado, y que no se mencionan en la acusación, icluso violar las leyes federales de financiamiento de campañas. Según expertos legales en Estados Unidos el caso sería relativamente débil, porque depende de tener éxito en demostrar que hubo intento y conspiración criminal en los pagos por silencio a la actriz pornográfica Stormy Daniels y la exmodelo de Playboy, Karen McDougal Pero al mismo tiempo, es sólo el primero de varios casos, independientes entre si y potencialmente mucho más serios: la investigación del Departamento de Justicia sobre el manejo de documentos clasificados, posiblemente la causa legal más grave que se enfrenta, parece estar cobrando impulso y arrojando nueva evidencia. El Departamento de Justicia también indaga el papel de Trump en la insurrección del 6 de enero. Los fiscales del condado de Fulton, Georgia, deliberan en torno a la presentación de cargos después de una investigación de un gran jurado sobre los supuestos esfuerzos de Trump para anular los resultados de las elecciones de Georgia en 2020. En todo caso, si esas otras tres investigaciones se convierten en acusaciones formales obligarán a Trump a distraerse de su campaña presidencial justamente entre los meses de diciembre de 2023 y agosto de 2024, el periodo de elecciones primarias por la candidatura presidencial republicana. Y lo pondrán otra vez bajo los reflectores, pero en un estrellato menos halagüeño para una figura política y en un formato negativo, quizá no ante sus partidarios pero sí muy posiblemente ante los estadounidenses en general. A Trump siempre le ha gustado ser el centro de atención, y su presentación en Manhattan le dio una nueva oportunidad de serlo. Pero ahora corre riesgos que probablemente consoliden opiniones en su contra. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS