Los resultados de las elecciones presidenciales venezolanas este domingo enfrentan ya una crisis de credibilidad. Tanto el gobierno como la oposición han expresado dudas de que el otro acepte el resultado, aunque la verdad sea dicha mientras el gobierno habla de que la oposición tratará de construir una 'metarrealidad' desde el exterior, concretamente Miami, la oposición señala al control gubernamental de los mecanismos de poder y de voto. 

Ciertamente, cada quien puede creer lo que quiera, pero a cambio de la 'metarrealidad' presuntamente fraguada por la oposición está la represión práctica, real, ejercida por un gobierno que no ha tenido problema en ejecutar arrestos que sólo pueden ser considerados como arbitrarios o electoralmente oportunos para el oficialismo, represiones absurdas como el cerrar el negocio de dos mujeres que cometieron el imperdonable pecado de venderle empanadas a la lideresa opositora Maria Corina Machado, o de abrir baches en las calles o carreteras por las que transitarían los vehículos del candidato opositor Edmundo González Urrutia.

Con todo, ya hace semanas que el propio presidente Nicolás Maduro denunciaba que la oposición preparaba un fraude y más recientemente Jorge Rodríguez, presidente del partido oficialista Venezuela Nuestra, “el candidato que representa la extrema derecha violenta se atrevió a presentar su programa de gobierno en inglés: “Venezuela Land Of Grace”. Es un programa para destruir al país, generar desasosiego, dolor, despidos, privatizaciones, muertes y entregar las riquezas de Venezuela”

Después de todo, el gobierno de Maduro sólo es responsable de la salida como refugiados económicos de siete u ocho millones de los casi 30 millones de venezolanos, o de que el país se encuentra en un retroceso económico brutal: de acuerdo con cifras oficiosas, se estima que el producto interno bruto (PIB) per cápita de Venezuela ascendía en 2023 a 3,659.2 dólares estadounidenses, un aumento de más de 230 dólares respecto al año anterior, pero aún muy por debajo de los niveles registrados entre 2007 y 2013, cuando llegaron a 10 mil dólares per Capital. Después de todo, las encuestas previas sólo le daban ventajas de 30 por ciento y hasta más al candidato opositor.

El problema, han señalado algunos analistas extranjeros, no es que la oposición gane los comicios, sino que pueda preservar los resultados. El caso es que muchos, incluso gobiernos de la izquierda democrática latinoamericana, como el brasileño Luis Inazio Lula da Silva, han sugerido que el régimen venezolano respete los resultados de las elecciones y recibido irritadas respuestas del aspirante a mandatario eterno de Venezuela.

Cierto que existe la posibilidad -que no la probabilidad, que implica cumplimiento- de que el régimen de Maduro respete el resultado de los comicios, pero dentro y fuera de Venezuela hay un enorme escepticismo en cuanto a un súbito ataque del respeto a la democracia si los resultados de la votación no le favorecen.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

COLABORADOR 

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