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Veinte minutos antes de la medianoche, Selina Díaz sale de la vivienda prestada donde habita en la Colonia La Conquista para caminar en medio de la calles arenosas hasta llegar, con miedo por la falta de alumbrado, al punto donde la recoge el transporte para llegar a la maquiladora.
18:27 miércoles 27 diciembre, 2017
MéxicoCd. Juárez, México (26 diciembre 2017).- Veinte minutos antes de la medianoche, Selina Díaz sale de la vivienda prestada donde habita en la Colonia La Conquista para caminar en medio de la calles arenosas hasta llegar, con miedo por la falta de alumbrado, al punto donde la recoge el transporte para llegar a la maquiladora. La madre, de 22 años de edad, trabaja de las 00:30 a las 6:30 horas de lunes a viernes para ganar mil pesos más 75 de bonos de despensa, dinero que no le alcanza para mantener a su hijo de cuatro años. En su casa helada, donde el sueldo no le alcanza ni para un calentador de segunda mano, comenta que decidió trabajar de noche porque no encontraba quién le cuidara al niño durante el día. Ahora lo deja con su ex pareja y lo recoge en la mañana cuando concluye su jornada. No duerme inmediatamente, tiene que llevarlo al kínder y luego ir por él. Desde hace un año y medio labora en una maquiladora donde realizan productos médicos, donde aunque durante las ocho horas de su jornada permanece sentada y sólo camina cuando va a su media hora de cena, siente un cansancio permanente y más cuando tiene que laborar horas extras para poder obtener un poco más de dinero. En ocasiones duerme sólo tres horas al día. "Me da mucho miedo dejar a mi hijo", expresa mientras recuerda el caso de las hermanas menores de edad que en noviembre pasado fueron agredidas sexualmente y una de ellas asesinada en la Colonia Ampliación Felipe Ángeles, cerca del sector donde reside. "Ni al papá se lo quería mandar cuando supe de ese caso", recuerda. Pero no porque desconfiara de él, sino por el hecho de saber que no está en su casa porque ella debe laborar y tiene que llevarlo a otro domicilio. Este es el reflejo de un gran número de mujeres de Ciudad Juárez que laboran en la industria maquiladora, quienes al igual que en décadas pasadas, se enfrentan a jornadas extenuantes y riesgos en las calles por salir a trabajar. En el 2016, el INEGI reportó que Ciudad Juárez contaba con 325 establecimientos maquiladores, con 270 mil empleos, convirtiéndose en la segunda ciudad mexicana donde hay más negocios de este tipo. Para Alfredo Limas, director del Observatorio de Violencia Social y de Género de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Juárez ha estado sujeta a desigualdad y violencia durante décadas, desde los años sesentas cuando comenzó el boom de la industria maquiladora en esta ciudad fronteriza. Limas considera que el tejido social sufrió una ruptura con la llegada de la industria, que dio cabida a una inclusión forzada de empleo a la mujer, que si bien cuenta con un mercado de trabajo formal, enfrenta múltiples necesidades. Las mujeres, agrega, siguen con horarios antagónicos que les merman su calidad de vida y la de sus familias. En su opinión, las mujeres sortean solas una ciudad que no fue construida para cubrir sus necesidades, ya que deben recorrer largos trayectos durante la madrugada para llegar a sus centros de trabajo o volver a sus hogares, en condiciones adversas e inseguras. Aunado a ello ejemplifica el transporte de personal de mala calidad, con camiones prácticamente destartalados, con el riesgo a sufrir alguna agresión incluso dentro de ellos. De acuerdo con Limas, acciones como el proveerles transporte en sus colonias, son cambios "cosméticos" porque es una manera de asegurarse la empresa de que llegarán a sus trabajos y se evitará el ausentismo. Y mientras tanto las madres trabajadoras enfrentan déficit de guarderías, escuelas, incluso centros de recreación para sus hijos. "Es gente que trabaja y no puede salir de la pobreza", indica Limas, quien también es integrante de la Red Ciudadana de No Violencia y Dignidad Humana, quien considera que es una explotación de mano de obra. Para el profesor investigador de la UACJ, tanto las empresas como los gobiernos han sido omisos y culpables porque los obreros de maquiladora perdieron una vida segura, familiar y pública. Un gran número de víctimas de feminicidio han sido empleadas de maquiladora, quienes enfrentaron una violencia social y cuyos casos permanecen en la impunidad por el colapso del sistema de justicia. De acuerdo con información documentada por la Organización Popular Independiente (OPI), en Ciudad Juárez sólo ocho de cada 100 mujeres cuenta con guardería, ya sea del IMSS o del ISSSTE. Además, mientras en Ciudad Juárez habitan 355 mil niños con edades entre 0 y 12 años de edad, la capacidad instalada con espacios de cuidado infantil únicamente es para 14 mil 800. Incluso la mayoría de las madres y padres juarenses duermen entre cuatro y seis horas. Se tiene el reporte de que 40 mil menores de cinco años viven en hogares con mujer jefa de familia. En el 2015, documentó la OPI, ocurrieron 224 homicidios dolosos, de los cuales 32 estaban vinculados con la violencia intrafamiliar.Enferman por el trabajo Andrea Martínez, una empleada de maquiladora de 27 años de edad, fue diagnosticada con esquizofrenia luego de enfrentar estrés por el trabajo que realizaba en una maquiladora. Ahora debe tomar medicamento de por vida. La mujer es madre de tres hijos, de 7, 9 y 11 años de edad, quienes son cuidados por sus abuelos. Martínez labora parada de las 4:00 a la 1:00 horas y obtiene mil veinte pesos semanales, sin contar los bonos de despensa. Una de las razones por las que labora en maquiladora es porque está afiliada al IMSS, cotiza en Infonavit y prestaciones de ley. Se ha acostumbrado a la comida de frijoles, arroz y asado de papas que constantemente les ofrecen de manera gratuita en la planta. Comenta que aunque no ha sido acosada directamente, ha conocido en otros centros de mujeres que han enfrentado esa situación. Hace tres años, Martínez era jefa de grupo en otra maquiladora y estudiaba un curso de informática. Debido a que era mucha la producción que requerían, le pedían que laborara más tiempo, por lo que las jornadas extenuantes llegaron a concluir hasta el siguiente día. Recuerda que le empezaron a dar crisis nerviosas, hasta que la internaron en un hospital del IMSS y la revisó un médico especialista en psiquiatría, quien comenta le diagnosticó esquizofrenia. "Tenía pánico a la gente, empezaba a querer llorar", menciona. Incluso por el estrés laboral no dormía. Tanto Martínez como Díaz exponen que han recibido ofensas por parte de sus jefes, quienes les exigen que siempre obtengan más producción. Muchas familias provienen de Durango, Veracruz, Chiapas y Oaxaca, quienes llegaron atraídos por la oferta laboral en la maquiladora, pero que ante los bajos sueldos viven hacinados, con sueldos que oscilan entre los 800 y los mil 200 pesos semanales, en los que ya están incluidos bonos y hasta horas extras en algunos casos. Esto ha provocado que las familias vivan con mucho estrés, menciona a su vez Ana Luna, coordinadora de Desarrollo Comunitario de la Organización Popular Independiente (OPI). Refiere que un gran número de menores de Ciudad Juárez corren riesgos como las hermanas agredidas sexualmente debido a que sus padres deben dejarlos solos en sus casas porque deben ir a trabajar, principalmente en la industria maquiladora. En colonias del norponiente, como La Conquista o la Ampliación Felipe Ángeles, los habitantes enfrentan rezagos, en algunas partes, de agua potable, drenaje, energía eléctrica, pavimentación y alumbrado público. En la zona se han registrado hechos violentos como ejecuciones y feminicidios. El sector forma parte del polígono de pobreza del poniente que creció sin orden ante la necesidad de terrenos por parte de la población que arribó de otros estados atraídos por la oferta laboral. Muchos de los asentamientos están sobre pendientes o arroyos, por lo que los servicios básicos no están instalados en una amplia zona. Además, por las malas condiciones de las calles, no suben ni las patrullas y los vecinos son víctimas de asaltos. Luna mencionó que el 60 por ciento de los padres de los niños con los que trabaja la OPI con actividades comunitarias, laboran en maquiladoras y sólo duermen entre cuatro y seis horas diarias, con jornadas extenuantes y muchas de ellas de madrugada. "No hay espacios para jugar", lamentó Luna, quien expuso que muchos niños además se quedan bajo el cuidado de los hermanos mayores o de las abuelas. REFORMA