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06:16 martes 23 julio, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Monreal, el gabinete y la crisis política en la 4T Ricardo Monreal volvió a poner ayer el dedo en la llaga de la 4T, al hablar de la ausencia de operadores políticos en el gabinete que no acompañan al presidente ni le resuelvan los problemas, reclamos y crisis que le están estallando, todas, al Jefe del Ejecutivo. El diagnóstico del senador, que por segunda vez habla de “ausencias” en el equipo presidencial, parece confirmarse en los hechos en los últimos días, cuando a López Obrador le estalla una crisis constitucional desde Baja California, por un gobernador que aún no entra en funciones y ya se está brincando las trancas, además de manifestantes en San Luis que casi se le meten a la habitación de hotel y lo hacen ver intolerante, o campesinos que le toman carreteras y se le plantan en el Zócalo porque nadie escucha sus reclamos presupuestales. No hay operación política en las áreas responsables, como la Secretaría de Gobernación y otras dependencias y secretarios que no atienden ni resuelven las problemáticas de sus sectores. Los filtros históricos que solían proteger al presidente no funcionan y todos los problemas le llegan directamente al Palacio Nacional. Nadie habla, por ejemplo, con los gobernadores, que no están haciendo nada o casi nada en materia de seguridad pública y sólo esperando que les envíen a la Guardia Nacional para resolverles un problema que también es suyo; tampoco nadie opera con la oposición sobre temas críticos o importantes para este gobierno o ya no digamos con los líderes empresariales y los inversionistas, que siguen hablando de “incertidumbre” y cuestionan la política económica, mientras prometen inversiones millonarias sólo de saliva y que no fluyen por la desconfianza en el manejo de la economía y las decisiones radicales de un ala del gabinete. Estas crisis recurrentes en las que siempre tiene que dar la cara López Obrador, lo mismo para calmar a ciudadanos enardecidos que lo sorprenden en su hotel, que para atender a campesinos que exigen “diálogo directo con el presidente porque el secretario no resuelve”, han hecho que ya se analice un cambio necesario en la Secretaría de Gobernación, ante la realidad inocultable de que la secretaria Olga Sánchez Cordero y su equipo, han sido rebasados y desplazados incluso de varias de sus funciones constitucionales por decisión del propio presidente. Aunque el tema no está aún decidido y el propio López Obrador ha estado analizando “opciones” y fecha para hacer un cambio en la Segob, la semana pasada la filtración de este tema, por parte del presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, que habló del relevo de Olga Sánchez, pareció un intento del experimentado político por entorpecer o retrasar cualquier decisión que se pudiera tomar en ese sentido. “¿Que ya renunció Olga Sánchez?”, preguntó fingiendo ignorancia Muñoz Ledo, que en realidad estaba vacunando a su amiga, la secretaria, de un cambio que ocurrirá tarde o temprano. El presidente, dicen en Palacio Nacional, tiene previsto nombrar a un nuevo titular de Gobernación entre septiembre y diciembre, tal vez en ocasión de su primer informe de Gobierno, bajo la lógica de que la posición de la ex ministra se ha desgastado y que se necesita una “figura fuerte”, un operador que retome la parte política y de búsqueda de negociación y consensos con los distintos actores políticos y públicos que se ha dejado de hacer en Bucareli. Como Jefe de Gobierno del antiguo DF, Andrés Manuel siempre gustó de hacer cambios previos a sus informes de gobierno, por lo que se piensa que estaría esperando para esas fechas para madurar bien su decisión. Se habla en los corrillos del Palacio de tres pesos pesados que estaría considerando López Obrador para el tema de la gobernabilidad y la operación política: Marcelo Ebrard, que está demasiado ocupado en estos momentos con la política exterior y la relación con EU; el mismo Ricardo Monreal, que es un operador clave en el Congreso y que tiene la confianza del presidente, y Julio Scherer Ibarra, que aunque se encarga más de los asuntos jurídicos, también opera temas políticos para el presidente y tiene la cercanía y la confianza del mandatario. Sería cuestión de ver por quién se decide el presidente y de qué tanto, Monreal, Ebrard o Scherer, quisieran ocupar el despacho de Bucareli, que aunque sigue siendo la posición más importante del gabinete, sobre todo en materia de operación política, también es una dependencia a la que le quitaron demasiadas funciones y, en los hechos, la achicaron en este gobierno. Pero lo que es cierto es que, en cuanto el presidente se decida y le pida a alguno de ellos que se vaya a pararle problemas y manejarle crisis en su gobierno, López Obrador no tendrá que estar, un día sí y el otro también, dando la cara a cuanto problema e inconformidad surge en el país, porque tendría, ahora sí, a un “hombre fuerte” en Bucareli. ¿Cuándo? Eso sólo éel lo decide.
NOTAS INDISCRETAS…Javier Duarte tenía dos operadores financieros de toda su confianza en el gobierno de Veracruz, Moisés Manzur y Jaime Porres, y los dos lo traicionaron y se llevaron los muchos “guardaditos” que el ex gobernador de Veracruz tenía en cuentas e inversiones en varios países del mundo. Ahora que dice que se ha quedado solo y sin recursos y que ha empezado a hablar en las constantes visitas que recibe de funcionarios de la Fiscalía General de la República en su celda del Reclusorio Norte, Duarte ha recordado los nombres de Manzur y Porres y ha pedido que se investigue a sus dos amigos que, al parecer se llevaron buena parte del dinero que el ex gobernador le había dejado a su familia y a su esposa Karime Macías…El alcalde de Mexicali, Gustavo Sánchez, vino ayer a la Suprema Corte a interponer la primera controversia constitucional contra la Ley Bonilla. El panista, que fue el único ayuntamiento que se negó a aprobar la ampliación del mandato del gobernador electo de Morena, rechaza que éste sea un asunto de respeto a la soberanía de su estado, y pide que los ministros intervengan para poner en orden al próximo gobernador que pretende legitimar un “asalto constitucional” arengando a los bajacalifornianos a un pleito contra la Federación. Veremos cuántas controversias y acciones de inconstitucionalidad secundan al alcalde de Mexicali…Los dados mandan Escalera doble. Bueno el tiro. OPINIÓN / Austeridad: ¿hasta dónde nos vas a llevar? A la memoria de Jaime Ros Bosch, conocedor profundo de la ciencia lúgubre (Carlyle dixit), y dueño de una amable sonrisa. Armonizar conocimiento económico y optimismo se dice fácil. Según Yuval Harari, los grandes logros colectivos de la humanidad se han iniciado a partir de mitos compartidos; habría que añadir que también los grandes fracasos colectivos se construyeron partiendo de esos mismos puertos. La historia ofrece con generosidad ejemplos de ambos resultados desde el origen de los tiempos de la sufrida especie; y la poderosa fuerza de los mitos llega hasta nuestros días y, de paso, se ha sabido transportar en ideologías con disfraz de ciencia. En el caso específico de la disciplina económica, los mitológicos astros de la llamada escuela austriaca, del monetarismo de Milton Friedman, del ordoliberalismo alemán, de la filosofía objetiva de Ayn Rand y de la autoridad política de Luigi Einaudi, se han venido alineando en provecho de Alberto Alesina y de su ocurrente “austeridad expansiva”. En auxilio de la ocurrencia, aparecen (cómo no) los imprescindibles supuestos de la teoría neoclásica y el relato adquiere densidad: Un gobierno responsable, enemistado por igual con el déficit fiscal y con el endeudamiento resultante, decide disminuir los ingresos y los gastos públicos; los individuos (que no son otra cosa los gobernados) deberán suponer que la medida oficial también es el anuncio de nuevos recortes por venir, por lo que aumentarán su consumo e inversión presentes, originando la expansión del sistema económico. El Estado que se achica, por ese hecho, agranda a la economía; el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, sostenía –a propósito de la existencia de Dios- que ésta no se demuestra, solo hay que creer o no en ella (y, en la teoría económica dominante, los supuestos se inventaron para sustituir a las explicaciones). El primer mito en que se apoya la austeridad, percibe a la deuda y a la finanza pública como materias estrictamente domésticas; el segundo, obsequiado por las calenturientas cabecitas de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, establece el umbral máximo de la deuda y del déficit, respecto al Producto Nacional (90 y 3 %), después del cual aquella entorpece el crecimiento; el tercer mito sugiere la conveniencia de competir internacionalmente mediante los menores impuestos, para captar IED; el cuarto, afirma que la privatización reduce la carga fiscal, mientras, el quinto, que el recorte en el gasto resuelve los problemas fiscales e incentiva la inversión. El sexto mito establece la prioridad de reducir el déficit mediante la consolidación fiscal; el séptimo, afirma que la deuda soberana excesiva produjo la crisis del euro (otra raya al tigre griego). El octavo mito afirma las bondades de lo privado y los perjuicios de lo público, mientras el noveno sugiere que el Estado se apoye solo en sus propios medios; el décimo, hace la apologética generalización de las bondades del ahorro doméstico al estilo alemán, mientras el décimo primero construye el mundo que produce la austeridad: activación e incentivos económicos (el mejor de los posibles). Por último, el décimo segundo mito, percibe a la austeridad como un mecanismo de fortalecimiento de la democracia (Austerity: 12 Myths Exposed, Friedrich Ebert Stiftung, 2019). Desde que se vio amenazado, por su visible complicidad en el estallido de la Gran Recesión, el pensamiento económico dominante propuso cambiar de tema. El asunto no debería enfocarse en un cambio de paradigma, que conduciría a la política neoliberal a la merecida jubilación, sino en el abultado déficit que resultó del salvamento gubernamental del sistema financiero. Krugman, Sen, Stiglitz, Skidelsky, Blyth, Toozze, Chang, y un prolongado listado de buenos economistas, se ha manifestado en contra del austericidio que, además de tonto, resultó sordo. El cambio de rumbo de la inicial recuperación a la austeridad, arroja enormes costos, no solo económicos, a la sociedad y… tiene beneficiarios. A México, el mito arribó en evocación de las prácticas de un gobierno que, poco después del comienzo de la segunda mitad del siglo XIX, estableció un ordenamiento constitucional liberal, tras derrocar a un dictador; por ambas cosas, sostuvo un costosa guerra contra militares conservadores apoyados por el clero y –tras la victoria- declaró una suspensión de pagos de la deuda externa, por lo que sufrió la intervención del gobierno francés y la imposición del segundo imperio padecido por el país. En 1867 logró restaurar la república y reformó la Constitución que originó los prolongados conflictos. Un gobierno patriótico, sin duda, y sujeto a una gravísima situación; austero por obligación, como la situación misma lo exigió. Hoy, la austeridad, que es propuesta globalmente por muy controvertibles neoliberales, coloca mucho más que un grano de arena para la edificación de una nueva recesión en la economía mexicana. La austeridad no es expansiva; tampoco es republicana. Es una tragedia. Alberto Domínguez se acerca al final de su deprimente canción (Humanidad), diciendo: “Pobrecito del mundo… “. Se quedó corto, cortísimo.
Frentes Políticos 1. ¿Lo notaron? La Guelaguetza, la majestuosa fiesta de Oaxaca, inició sin contratiempos. Miles de oaxaqueños y de turistas disfrutan de música, baile, gastronomía y toda la magia que caracteriza a estos días de tradición. Pero, afortunadamente, algo falta: los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, acostumbrados a tomar de rehén esta festividad con marchas y protestas. La Guelaguetza transita en calma y es gracias a las negociaciones de Esteban Moctezuma, titular de la SEP, quien mantiene abierto el diálogo con los profesores. Danzar al ritmo de un son istmeño, la policromía de la manta y el bordado junto al barro negro fue posible. Pero esta paz en favor de la cultura tiene paternidad. No pasa inadvertido. 2. Destitución. En minutos, como suele suceder en los últimos días, se dio otro relevo de funcionarios. Gonzalo Hernández Licona fue destituido como secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y su lugar fue cedido a José Nabor Cruz Marcelo, quien es economista con maestría y doctorado por la UNAM. El ahora exfuncionario se quejó de la política de austeridad. El Coneval tiene dos áreas sustantivas: la evaluación de la pobreza y la evaluación de las políticas y programas sociales. Ambas son cruciales para la buena operación de la política social. Muchos creen que el gobierno no quiere ser evaluado cuando la política es de franca transparencia. José Nabor Cruz asume con los ojos de la sociedad encima. Cero errores, por favor. 3. ¿Deslinde? No sólo Gabriel Quadri, excandidato a la presidencia en 2012, cree que el derrame tóxico de Grupo México en el Mar de Cortés fue de mínimas consecuencias ambientales, posicionamiento que le ha costado críticas en redes sociales; la misma empresa de Germán Larrea asegura, en un informe dirigido a sus socios en la BMV, que de los 22 impactos ambientales que les acusa la Semarnat, sólo dos son atribuibles a su explotación minera, y además recalca que el derrame fue “inofensivo”. Argumentan que fue una cantidad muy reducida de ácido sulfúrico, equivalente a 1.2 tinacos de uso doméstico, por lo que se diluyó rápidamente en una bahía que tiene aproximadamente 33 millones de metros cúbicos de agua salina. Ok, pero de esos dos, uno es el desastre ambiental más devastador en la historia de México. Y se fueron limpios. 4. Pena ajena. Hay estados que ni cómo ayudarles. Durango cruzó el umbral del primer semestre de este 2019 con una expectativa de desempleo creciente. Se ubica entre las cinco entidades cuyos indicadores de generación de puestos de trabajo se encuentran en negativo. Al cierre de junio pasado, el estado gobernado por José Rosas Aispuro tuvo una variación anual de puestos de trabajo de -0.2%, que lo ubica dentro del grupo de los estados que no generaron empleo. Estos datos confirmarían el mal panorama en materia de falta de empleo que hay en esta entidad y que, según los indicadores del Inegi, habían mostrado desde marzo pasado. Que no los distraiga con la Feria Nacional Durango 2019. Su gobierno no da para más. 5. Lo que hacía falta. El Sistema Nacional Anticorrupción y su contraparte en los estados consideran que se debe aplicar prisión preventiva a los políticos que hayan cometido delitos relacionados con corrupción. José Octavio López Presa, presidente del SNA, informó que se sostienen reuniones con la titular de la SFP, con la Fiscalía Anticorrupción y con la Unidad de Inteligencia Financiera para contar con un marco de mayor comunicación con las representaciones en los 32 estados del país, compartiendo información para hacer más efectivo el combate a los ilícitos cometidos, tanto por funcionarios públicos como particulares. Tienen la mesa puesta: Ya están en el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, la corrupción, tratándose de enriquecimiento ilícito y ejercicio abusivo de funciones. Cárcel a los corruptos. México y el PIB lo agradecerán. Nudo gordiano / La crítica y el debate
México urge por una crítica dura, pero saludable, y que sea la que más espacios abarque, que sea la que genere eco, la que provoque estridencias, sí, pero que éstas tengan la dirección y fuerza para impulsar los cambios en la narrativa, en la toma de decisiones. A ningún presidente le gusta la crítica. Y no es lo ideal, en lo absoluto, pero seguramente es algo que no cambiará, al menos no a corto plazo. Lo ocurrido ayer en la conferencia mañanera entre Andrés Manuel López Obrador y Arturo Rodríguez, de la revista Proceso, lo dejó de manifiesto. No es algo nuevo. No estamos frente al primer presidente que sabe quiénes no aplauden. Sin embargo, también está ese otro lado, el de la crítica escandalosa, la que prefiere la estridencia a la razón, a la calidad argumentativa. La que desde cualquier esquina arremete a través del insulto, de la agresión. La crítica vacía, pero sonora, que resta espacios a aquella que tiene verdadero valor, la que sí opera como oposición, la que tiene fuerza y que es necesaria en contextos donde la realidad muchas veces se dibuja, de manera oficial, a cuentagotas y con la información que viene, en algunos de casos, de una única persona. Esa crítica que robustece el debate y genera discusiones y, sobre todo, ofrece detalles suficientes para pulir la imagen de la realidad que no puede, nunca, construirse sólo desde una perspectiva. Podremos estar o no de acuerdo con lo que dicen unos u otros, pero no podemos desacreditarlos desde la insensatez. En redes sociales son comunes las agresiones a personajes como Gibrán Ramírez, por parte de Denise Dresser, por ejemplo. Y la constante es la descalificación: que si es demasiado joven para saber, como lo menos ofensivo; pero también hay comentarios que rebasan la línea y se evidencia lo anquilosado del racismo. México urge por una crítica dura, pero saludable, y que sea la que más espacios abarque, que sea la que genere eco, la que provoque estridencias, sí, pero que éstas tengan la dirección y fuerza para impulsar los cambios en la narrativa, en la toma de decisiones. La falta de ésta es justo lo que empodera a los líderes que a través del adjetivo “esquivan” los señalamientos y las alertas, así vengan de personajes de partidos que no están en el gobierno –quienes tendrían que ser la verdadera oposición, pero que están hoy más que desdibujados– o de publicaciones de prestigio internacional como el Financial Times o The Washington Post. Nuestra coyuntura requiere esa crítica que respalde lo que advierten conocedores de los temas, como las agencias calificadoras, las organizaciones defensoras de los derechos humanos o las protectoras del medio ambiente. Más allá de las diferencias ideológicas, nuestra crítica debe fortalecerse para también contribuir a la eliminación del encono social, debe dejar de alimentar los discursos de odio contra cualquier grupo y convertirse en el real contrapeso de cualquier gobierno. A ningún presidente le gusta la crítica; les da lo mismo de dónde viene, jamás ha salido uno solo a aceptar que se tuvo razón al señalar sus errores, pero eso no debe ser motivo para no ser rigurosos y precisos en la manera en que la ejercemos. La diferencia entre aquella crítica escandalosa, pero vacua, y ésa otra también estridente, pero sustentada, es que una de ellas es útil para la vida democrática de cualquier país.