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Confianza rota
00:10 martes 25 noviembre, 2025
Colaboradores
Uno podría pensar que los convenios entre gobiernos estatales son un trámite administrativo, una firma elegante en un papel que promete coordinación y seguridad. Pero cuando la realidad golpea con siete cuerpos hallados en la frontera Zacatecas–San Luis Potosí y cuatro policías potosinos detenidos, nos damos cuenta de que esos acuerdos son frágiles, incluso simbólicos. Algo se rompió, y la ciudadanía lo percibe al instante.
Lo que no se dice oficialmente es que la desconfianza hacia la Guardia Civil Estatal, acumulada en semanas recientes por múltiples casos de abuso policial, malos comportamientos documentados y operativos de seguridad cuestionables, se convierte en un telón de fondo para cualquier incidente. Por más ruedas de prensa y comunicados que se publiquen, el daño a la percepción pública ya está hecho. La policía estatal de San Luis Potosí no solo enfrenta la obligación de actuar con legalidad, sino también el reto casi imposible de reconstruir la credibilidad perdida.
Resulta evidente que la crisis no se limita al hecho criminal, también refleja la ausencia de un manejo estratégico de comunicación y coordinación interinstitucional. La SSPC de San Luis Potosí dio una respuesta pública a mediodía de ayer lunes, mientras el gobierno de Zacatecas adelantó la narrativa desde su lado y al primer minuto de saberse lo acontecido. Entre versiones y silencios, la frontera dejó de ser invisible y mostró grietas en el tejido institucional que nadie quería reconocer.
En los próximos días veremos un desfile de comunicados, videos cuidadosamente editados y declaraciones positivas y optimistas en redes sociales a favor de los cuerpos policiacos potosinos. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿puede la confianza ciudadana reconstruirse sólo con buenas imágenes, o se restablece con acciones claras, transparentes, responsables y urgentes? Mientras tanto, la frontera de San Luis Potosí con sus estados vecinos sigue siendo escenario de hechos que demuestran que, más allá de convenios y promesas, la seguridad y la legitimidad se están perdiendo por la falta de hechos y proliferación solo de palabras.