Es un acierto el proyecto de la primera presidenta de México en 200 años de constituida la República elevar el Instituto de la Mujer a Secretaría de la Mujer porque con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder ella muestra congruencia con su género para pasar de los temas normativos de los derechos efectivos y reconocimiento de las mujeres a políticas de estado en un sistema patriarcal, que todavía se resiste a la equidad de género. Sheinbaum delega la fuerte responsabilidad de ese objetivo en una joven mujer formada en el PRD y luego en la 4T. Se trata de Citlalli Hernández, exsecretaria de Morena, quien con 34 años será la más joven del gabinete del próximo sexenio. Nadie puede cuestionar el liderazgo ganado al interior de Morena por la también senadora a base de esfuerzo y lealtad porque aun teniendo que morderse la lengua con lo que pensaba como opositora en diferentes temas como detestar la militarización en tiempos de Peña Nieto, ha sabido defender vehemente el plan de López Obrador. No hay duda de su lealtad, incluso hay feministas que la señalan de ser consecuente con diversas acciones misóginas del presidente AMLO durante su período de gobierno, pero Citlalli Hernández tendrá, primero que nada, cambiar el chip impulsivo y violento con el que suele confrontarse con hombres y mujeres de la oposición que no piensan igual. Está obligada Citlalli Hernández a ser prudente e incluyente de todas las voces de mujeres sin importar ideología, sector social o cualquier otra condición porque no es lo mismo gobernar desde una institución a los de su partido que a un país con todo el mosaico pluricultural y de necesidades que presenta en la materia. Prudencia y escuchar se requiere como primer característica en el perfil de una legisladora bélica como lo es Hernández para ganarse el reconocimiento de todas las mujeres, por lo que debe reconocerlas primero por igual y sin distingo aunque sean críticas de la 4T. Por inercia el movimiento feminista seguirá con la fuerza política que las gobierne como sujeto de derechos pues en un complejo escenario de avances y retrocesos en el que sobresalen y persisten obstáculos que muchas veces limitan la autonomía económica, política y física de las mujeres. Lo primero que hay que cuidar si se quiere llegar al objetivo planteado por Sheinbaum son los nuevos discursos sobre las relaciones hombre-mujer, en la promulgación de nuevas leyes, en la formulación de nuevas reglas y en la formación de organismos estatales y redes de interacción entre los actores públicos, privados y sociales que conforman los espacios de las políticas pública; y no lo dice el autor de esta columna sino especialistas en la materia. Por eso la importancia del perfil de quien ocupe la primera Secretaría de la Mujer en el gobierno de la primera presidenta de México frente al nacimiento también de nuevos liderazgos femeninos y amplios sectores de la sociedad que reconocen la importancia de una agenda de igualdad. Merece Citlalli el voto de confianza, pero la responsabilidad es grande y debe dejarse ayudar para deshacerse de la senadora bronca y rijosa en que suele convertirse en un simple intercambio de ideas y cambiarla por una secretaria prudente y abierta a todos los pensamientos para trazar las políticas públicas que se necesitan, solo así Sheinbaum podrá cumplirles a todas las mexicanas. Uppercut: Héctor Serrano, el otrora poderoso secretario de gobierno de CDMX con Miguel Ángel Macera y quien terminó de hundir al PRD en la capital, reapareció en el primer plano de la política en San Luis Potosí como autopropuesto líder del PVEM en el Congreso local y con cuyo partido las cosas no andan muy bien con la 4T. De hecho es un personaje que está en la mira porque es el principal consejero del gobernador Ricardo Gallardo, el patito feo de entre los mandatarios aliados. Consciente de esa situación sacó ayer la bandera blanca al señalar que en política las malas o buenas relaciones van acorde a las coyunturas, pero refrendó su respeto a la 4T. ¿Lo perdonarán? POR ALEJANDRO SÁNCHEZ

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