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El “diálogo” que impulsan es violento, repleto de insultos y adjetivos para quienes no son cómodos, critican o se atreven a cuestionar
00:01 lunes 24 noviembre, 2025
Colaboradores
Si “sólo marcharon 17 mil personas”, los “organizadores son extranjeros” y “forman parte de la derecha internacional”, “fue convocada por el PRIAN” y se trató de “un rotundo fracaso”, como aseguran las cuentas afines y propagandísticas de la 4T en redes, ¿para qué le dedican tanto tiempo a la marcha de la Generación Z del sábado pasado?
Si nadie fue, a nadie le importó y no tuvo ni eco ni impacto, ¿por qué llevan cinco días hablando de ella? ¿Por qué tanto esfuerzo en desacreditar a los participantes y a quienes dieron cobertura? Los youtuberos y tuiteros afines al oficialismo han emprendido una campaña para intentar minimizar la protesta del 15 de noviembre.
Lo hicieron antes, estigmatizando a quienes saldrían, y lo han hecho después burlándose de ellos. Su problema es que el esquema que utilizan ya no impacta más allá de su audiencia dura. Los productos que se construyeron desde la 4T, marcadamente durante el sexenio de AMLO, no trascendieron.
Como jamás hicieron periodismo, sino que fueron instruidos para convertirse en altavoces de la propaganda, quedaron marcados, están etiquetados, son predecibles y no gozan de credibilidad. Su impacto es menor y se diluye. Se quedaron en YouTube y en unas cuantas plataformas que tienen como únicos consumidores a quienes ya piensan como ellos.
Su público disfruta ver reflejado su pensamiento en ellos, pero no convencen ni informan a nadie nuevo. Por eso sus mensajes no permean en otras capas de la sociedad. Se hablan entre los mismos. Es así que, aunque repitan mantras, sus narrativas ya sólo encuentran eco en sus mismas audiencias cautivas.
Para ellos es un buen negocio: reciben dinero público y obtienen remuneración por sus vistas, pero es una caja de resonancia inútil para el gobierno del que se cuelgan y, en no pocos casos, viven. El modelo promovido y financiado por la administración de López Obrador se ha agotado.
La Presidenta y su equipo deberían notarlo. No sólo los mensajes de sus esbirros han perdido credibilidad e impacto, sino que les salen muy caros. Y no sólo es lo económico, sino el desgaste que les genera y los frentes que les abren. Porque el “diálogo” que impulsan es violento, repleto de insultos y adjetivos para quienes no son cómodos, critican o se atreven a cuestionar. Esa intolerancia y pequeñez la trasladan al régimen del que succionan.
En lugar de ayudarle al gobierno con el que, en el papel, simpatizan, le abren más flancos de batalla. La marcha del sábado es ejemplo perfecto. En vez de dejarla pasar sin insultos y ataques, y en lugar de estigmatizar a sus participantes y convocantes, se lanzaron contra ella antes, durante y después.
El resultado fue contraproducente para su causa: el mundo vio imágenes del caos, han pasado cinco días en los que intentan maniobrar para ajustar su narrativa a la realidad y es tal el fracaso de su desaseada operación, que hasta el presidente de EU, Donald Trump, se enteró de los hechos y tuvo una opinión negativa con respecto a lo que sucede en México. Les salió todo al revés; el tiro por la culata.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
COLABORADOR
@MLOPEZSANMARTIN